El futuro est¨¢ en juego: el BID debe ser m¨¢s que una instituci¨®n financiera
Las capacidades del BID le permiten convertirse en una instituci¨®n capaz de proveer el liderazgo necesario para conducir acuerdos, encontrar nuevas estrategias de desarrollo y proveer soluciones para los problemas coyunturales
En marzo de 1971, en su discurso inaugural como presidente del BID, Antonio Ortiz Mena se?al¨® con mucho tino que la d¨¦cada de los a?os setenta, a la que apuntaba su incipiente gesti¨®n, implicar¨ªa nuevos retos que se sumar¨ªan a aquellos no completamente resueltos durante los primeros diez a?os de existencia del BID. M¨¢s de medio siglo despu¨¦s, la l¨®gica de don Antonio se impone de forma abrumadora: en materia de desarrollo, los nuevos retos se acumulan, mientras los viejos no terminan de solucionarse.
Ya no se trata solo de combatir la pobreza y la desigualdad o de encontrar mecanismos que garanticen el crecimiento sostenido en la regi¨®n. Hoy en d¨ªa el BID no puede renunciar a sus objetivos fundacionales, pero tampoco puede olvidarse de incluir en la ecuaci¨®n el reto que implica el cambio clim¨¢tico y la necesaria promoci¨®n de la inclusi¨®n racial y de g¨¦nero. El banco tiene que contribuir a la disminuci¨®n de las disparidades regionales al mismo tiempo que reducimos la brecha digital. La idea de desarrollo implica hoy una agenda mucho m¨¢s amplia y compleja que en 1960.
Es necesario transformar esta instituci¨®n en un banco de desarrollo flexible e innovador. La diversidad de necesidades en la regi¨®n requiere una instituci¨®n capaz de adaptarse a ellas. Es evidente que los pa¨ªses peque?os e insulares requieren un trato diferente al de los pa¨ªses de tama?o mediano y grandes. Las formas de integraci¨®n comercial en la parte sur del continente difieren de las que encontramos en el centro o en el norte. El cambio clim¨¢tico es un reto que concierne a toda la regi¨®n, pero los efectos son diferentes en la pampa, en el Caribe, y en el Amazonas. El banco debe ser capaz de responder a las necesidades de la regi¨®n a pesar de las complicaciones que esta diversidad exige.
La pandemia del covid-19, con todo el dolor que provoc¨®, deber¨ªa servirnos como una se?al de alerta, pues no solo exhibi¨® la precariedad en la que vive un porcentaje importante de la poblaci¨®n de este hemisferio, sino que adem¨¢s exacerb¨® las desigualdades de todo tipo. La consecuencia m¨¢s evidente se observ¨® en el acceso a la salud, pues la pandemia afect¨® m¨¢s a los m¨¢s pobres, quienes sufrieron tasas de hospitalizaci¨®n y de defunci¨®n m¨¢s elevadas.
Desgraciadamente, este efecto tr¨¢gico no fue el ¨²nico. El confinamiento se tradujo en p¨¦rdidas de aprendizaje que tambi¨¦n tuvieron un sesgo regresivo: los ni?os en hogares sin acceso a electricidad, a internet, o que no contaban con los instrumentos electr¨®nicos adecuados fueron los m¨¢s afectados. Aqu¨ª la brecha digital se manifest¨® con toda su crudeza y su impacto solo podr¨¢ ser cuantificado en el largo plazo. Si algo deber¨ªamos haber aprendido de esta terrible experiencia es que no podemos seguir haciendo lo mismo y esperar otros resultados.
Y tenemos que ir m¨¢s all¨¢: el BID debe verse a si mismo como algo m¨¢s que una instituci¨®n financiera. Las capacidades institucionales y t¨¦cnicas del BID le permiten convertirse en una instituci¨®n capaz de proveer el liderazgo necesario para conducir acuerdos, encontrar nuevas estrategias de desarrollo, conducir los esfuerzos en procesos de largo plazo y proveer soluciones para los problemas coyunturales. El BID debe encabezar el liderazgo intelectual que permita enfrentar los cambios que ya se est¨¢n viviendo en el mundo, siempre con el mandato fundacional de reducir disparidades y combatir la pobreza como eje conductor de todas estas acciones.
Lo que est¨¢ en juego es el futuro. En su origen, el BID marc¨® una agenda que sigue siendo vigente a pesar de las profundas transformaciones que hemos vivido en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Parte del reto para quien encabece el BID los pr¨®ximos a?os es emular a quienes en su origen le otorgaron a la instituci¨®n un mandato pensado para el largo aliento pues como alguna vez dijo Antonio Ortiz Mena: ¡°instituciones como las nuestras que esperan funcionar durante un plazo indefinido deben tratar de mirar hacia el futuro si quieren seguir siendo ¨²tiles¡±.
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