De alacena a alberca: la ¡°relaci¨®n ¨ªntima¡± del ¨¢rabe y el espa?ol
El ¨¢rabe, la lengua invitada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, es la que m¨¢s vocablos le ha dado al espa?ol: m¨¢s de 4.000 palabras que enriquecen el idioma
Joan Catalina ha esperado una hora en la cola para que un artista escriba su nombre en ¨¢rabe. Estamos en el pabell¨®n que Sharjah ha montado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y decenas de personas, con paciencia de beduinos del desierto, se han formado para llevarse el recuerdo especial. Cuando llega su turno, Joan Catalina graba con su tel¨¦fono m¨®vil el delicado proceso del artista, que moja sus pinceles en peque?os vasos con pinturas verdes, rojas y negras y plasma en una cartulina los hermosos s¨ªmbolos de la caligraf¨ªa ¨¢rabe. Al terminar, Joan Catalina toma emocionada su regalo y lo lee: ¡°Mira¡±, expresa, ¡°ac¨¢ dice Joan Catalina. ¡°No¡±, la corrige Paola Trinidad, quien tambi¨¦n lleva ya su nombre en ¨¢rabe. ¡°Lo lees mal¡±, amonesta. ¡°Recuerda que el ¨¢rabe se lee al rev¨¦s¡±. Las dos mujeres r¨ªen y su risa es una muestra del intercambio cultural que hay en la feria entre ¨¢rabes y mexicanos, un intercambio que ambas lenguas han tenido durante siglos y que ha enriquecido el espa?ol.
¡°El ¨¢rabe es la lengua que m¨¢s l¨¦xico ha aportado al espa?ol¡±, dice, rotunda, la ling¨¹ista Concepci¨®n Company Company, quien particip¨® en la FIL en una charla sobre esta influencia. ¡°Es posible que no haya una situaci¨®n similar en las m¨¢s de 6.000 lenguas registradas a lo que tiene el ¨¢rabe con la lengua espa?ola¡±, agrega. La relaci¨®n ha sido tan profunda, explica, que quienes hablamos la lengua de Cervantes con el paso de los siglos hemos sustituido palabras del lat¨ªn ¡ªla madre del espa?ol¡ªpor t¨¦rminos del ¨¢rabe, como es el caso de ¡®aceituna¡¯, en lugar de ¡®oliva¡¯. Son m¨¢s de 4.000 vocablos aportados del ¨¢rabe al espa?ol, en un mestizaje ling¨¹¨ªstico que ha dado delicias como ¡®naranja¡¯, ¡®tabaco¡¯ (de tubaq, ¡°hierba medicinal que adormece¡±), ¡®sand¨ªa¡¯, ¡®lim¨®n¡¯, ¡®alcachofa¡¯, ¡®zanahoria¡¯¡ En M¨¦xico, por ejemplo, se usa ¡®alberca¡¯ en lugar de piscina o alacena en lugar de armario. ¡°El ¨¢rabe ha penetrado en el mundo m¨¢s ¨ªntimo de la lengua espa?ola¡±, afirma Company.
La uni¨®n de ambos idiomas es tan profunda, que en comparaci¨®n las lenguas amerindias han aportado al castellano unos 500 vocablos y el ingl¨¦s apenas 200. Llevamos el ¨¢rabe hasta en nuestros apellidos, como es el caso del sufijo ¡®ez¡¯ (Fern¨¢ndez, por ejemplo), que viene del ¨¢rabe ¡®ibn¡¯, es decir ¡°hijo de..¡± Y aunque ahora no nos entendamos con los artistas y escritores que pueblan el pabell¨®n de Sharjah en la FIL ¡ªel peque?o emirato es el invitado especial de la feria¡ª, fueron sus antepasados quienes al llegar a la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica en el a?o 711, y la habitaron por ocho siglos, dejaron una influencia enorme en las artes, la arquitectura, la ciencia y, claro, el idioma que hablamos. Del ¨¢rabe hemos tomado hasta expresiones hechas, como el cotidiano ¡®ojal¨¢¡¯, o de la ¡®Ceca a la Meca¡¯, ¡®si Dios quiere¡¯, ¡®zutano¡¯, ¡®mengano¡¯¡ ¡°Se trata de un contacto intenso¡±, dice Company. ¡°Ha sido una relaci¨®n de gran admiraci¨®n del castellano por el ¨¢rabe, por su refinamiento¡±. Refinamiento que se escucha en palabras como ¡®alc¨¢zar¡¯, ¡®Almudena¡¯, ¡®Guadalupe¡¯, ¡®algarab¨ªa¡¯, ¡®albaricoque¡¯, ¡®alf¨¦rez¡¯. O la misma ¡®Guadalajara¡¯.
Cuando Joan Catalina deja el pabell¨®n de Sharjah portando su nombre en ¨¢rabe, hay una gran algarab¨ªa en la zona, con chicas que se dejan pintar las manos con dibujos delicados como falsos tatuajes, m¨²sicos prepar¨¢ndose para dar un acto o las mujeres con sus largos vestidos y pa?uelos a la cabeza ¡ªellas, a diferencia de sus compa?eros, deben seguir tapadas hasta los tobillos con sus trajes tradicionales¡ª a cargo de las mesas del pabell¨®n, en las que se mezclan las animadas conversaciones en ¨¢rabe y espa?ol. ¡°No nos damos cuenta de que hablamos con arabismos¡±, dice Concepci¨®n Company. ¡°Esa es una se?al de que llevamos el ¨¢rabe en las venas¡±, afirma.
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