Unos 18.000 establecimientos de Ciudad de M¨¦xico han obtenido permisos para expandir sus negocios en las calles
Lo que en la pandemia fue una medida emergente se ha convertido en una ley que permite a los locales de la capital invadir el espacio p¨²blico sacando sus terrazas al aire libre
?Sortear coches aparcados en la calle o sortear mesas colocadas en la acera? ?El estruendo de los cl¨¢xones o el runr¨²n de comensales yendo y viniendo y la m¨²sica en las bocinas? ?Pasar de ladito por mesas y toldos, entre gente con carriolas, sillas de ruedas, bicicletas y perros con correa, o bajar al arroyo vehicular y cambiarse de acera para poder avanzar? Es el nuevo dilema del habitante capitalino y en general de cualquier peat¨®n que camine por los barrios tur¨ªsticos de Ciudad de M¨¦xico. En la pandemia, el Gobierno local permiti¨® a los establecimientos sacar sus mesas a las calles para que pudieran seguir dando servicio y as¨ª proteger el empleo. Esa medida, alguna vez emergente, ha sido incorporada en enero a la Ley de Establecimientos Mercantiles de la ciudad, con cuotas de pago y lineamientos que deben cumplir los restauranteros. Las terrazas al aire libre son la nueva normalidad. De junio de 2020 a marzo de 2023, 17.694 establecimientos han obtenido un permiso para poner terrazas al aire libre, de acuerdo con cifras oficiales obtenidas por EL PA?S. El 70% de los permisos los concentran negocios en cuatro de las 16 alcald¨ªas, a su vez las m¨¢s afectadas por el turismo, el ruido y el encarecimiento de rentas.
Para las autoridades capitalinas, el programa ¡°Ciudad al Aire Libre¡±, como se llama oficialmente, no solo ha contribuido a la econom¨ªa local desde que irrumpi¨® la pandemia, sino que ¡°embellece¡± el panorama urbano y confiere seguridad a las calles gracias a la iluminaci¨®n y la presencia de consumidores. Para los vecinos, se trata de una forma de privatizaci¨®n del espacio p¨²blico a favor del sector restaurantero y un foco de ruido, estr¨¦s e inseguridad. Para los urbanistas, es una medida que debi¨® ser consensuada con los habitantes de la ciudad, en una consulta general, y no solo con los due?os de los negocios. Una organizaci¨®n vecinal, La Voz de Polanco A. C., ha promovido un amparo contra esa reforma a la ley que ha normalizado la expansi¨®n territorial de los negocios hacia las calles. Los vecinos han advertido de varias irregularidades en la nueva ley: que los negocios pagan cuotas muy bajas por los permisos; que los recursos obtenidos por la ciudad como contraprestaci¨®n no se aplican en remediar los impactos negativos del programa; que muchos establecimientos no respetan los nuevos lineamientos; que no se previeron penalizaciones por el incumplimiento y que no hay suficientes verificadores para vigilar su aplicaci¨®n.
Tan solo un tercio de los permisos otorgados por el Gobierno de Claudia Sheinbaum en los ¨²ltimos tres a?os se localiza en la alcald¨ªa Cuauht¨¦moc, el coraz¨®n financiero y pol¨ªtico de la ciudad, hogar de los barrios clasemedieros de la Condesa, Roma, Ju¨¢rez y Centro, los m¨¢s duramente azotados por el fen¨®meno del turismo digital. Seg¨²n datos proporcionados a este medio por la Agencia Digital de Innovaci¨®n P¨²blica (ADIP), en esa alcald¨ªa, m¨¢s de 6.100 establecimientos ¡ªrestaurantes, bares, fondas y caf¨¦s¡ª han obtenido autorizaci¨®n para colocar ¡°enseres en la v¨ªa p¨²blica¡±, nombre que se le ha dado a esa nueva pr¨¢ctica de poner en la acera o la calle desde mesas, sillas y macetas hasta estructuras de madera con techos, mamparas y luces. Otra alcald¨ªa en la que han proliferado dichos permisos ¡ªcasi 2.800¡ª es Benito Ju¨¢rez, donde est¨¢n los barrios, tambi¨¦n clasemedieros y cada vez m¨¢s gentrificados, de Narvarte, Del Valle y Portales. Siguen en orden descendente la alcald¨ªa Miguel Hidalgo, sede del barrio rico de Polanco, con alrededor de 1.900 autorizaciones, y Coyoac¨¢n ¡ªcon casi 1.300¡ª, alcald¨ªa de estilo porfiriano donde alguna vez vivieron Octavio Paz, Frida Kahlo, Diego Rivera, Jorge Ibarg¨¹engoitia y Le¨®n Trotsky.
¡°Las autoridades alegan que es mejor tener unas mesas que un coche estacionado. Y nosotros decimos que ser¨ªa mejor tener un ¨¢rea verde que un coche, para que la ciudad tuviera m¨¢s ¨¢rboles. Eso ser¨ªa una ganancia para todos. Pero, en este caso, ?qui¨¦nes son los que ganan? Los ¨²nicos que ganan son los propietarios o arrendadores de los restaurantes. Ni el vecino ni la comunidad ganan nada. O sea, ?por qu¨¦ nos quitan el espacio p¨²blico y, en vez de hacer algo para el bien p¨²blico, lo hacen para unos cu¨¢ntos? Ese espacio se convierte en la extensi¨®n de un restaurante¡±, afirma en entrevista Mayte de las Rivas, presidenta de La Voz de Polanco.
La nueva normalidad
El programa ¡°Ciudad al Aire Libre¡± naci¨® a comienzos de la pandemia de covid-19, el 26 de junio de 2020, como una medida emergente para ayudar a los establecimientos mercantiles que hab¨ªan estado tres meses cerrados al p¨²blico a causa del lockdown y solo hac¨ªan ventas a domicilio. Por tratarse de una pol¨ªtica de reactivaci¨®n econ¨®mica, desde esa fecha y hasta abril de 2021 los establecimientos registrados no tuvieron que pagar contraprestaci¨®n al Gobierno capitalino. En esa primera etapa del programa se otorgaron 12.935 permisos de terrazas al aire libre, de acuerdo con los datos proporcionados a este peri¨®dico. Es decir, la ciudad ¡ªy por tanto la comunidad¡ª no obtuvo ingresos de la enorme mayor¨ªa de los negocios a los que otorg¨® permisos para expandirse a la calle durante la pandemia.
El 30 de abril de 2021, cuando las restricciones sanitarias ya comenzaban a relajarse, se public¨® un decreto en el que se introdujo un cobro de 3.000 pesos anuales para los ¡°establecimientos de impacto vecinal¡± (restaurantes y bares) que solicitaran el registro a partir de esa fecha. El resto de los comercios, considerados de menor impacto ¡ªfondas y caf¨¦s¡ª, no tendr¨ªa que pagar cuota alguna. En esta segunda fase se otorgaron 4.759 permisos, con corte a marzo de 2023. Sin embargo, de esa cifra no se conoce qu¨¦ proporci¨®n corresponde a los negocios que pagaron una cuota y cu¨¢ntos son los que no.
El pasado 19 de enero finalmente entr¨® en vigor una reforma a la Ley de Establecimientos Mercantiles en la que se determinaron las reglas urban¨ªsticas que deben seguir los comercios que obtengan autorizaciones para instalar terrazas en la calle, es decir, qu¨¦ y c¨®mo instalar ¡°enseres¡± en la v¨ªa p¨²blica. Los negocios que estaban amparados en las versiones anteriores del programa tendr¨¢n que revalidar sus permisos. A partir de ahora, tanto ellos como los nuevos solicitantes deber¨¢n pagar, ahora s¨ª, cuotas establecidas en el C¨®digo Fiscal, que van de los 1.900 a los 3.800 pesos al a?o. Un monto poco ajustado a la realidad si se toma en cuenta que la industria restaurantera genera el 1,1% del PIB nacional, unos 13.000 millones de d¨®lares, y es uno de los principales motores de la econom¨ªa tur¨ªstica, seg¨²n datos del INEGI.
Existen dos diferencias sustanciales entre lo que fue el programa emergente y lo que qued¨® plasmado en la reforma, de acuerdo con los especialistas. En la pandemia, cuando los negocios estaban completamente cerrados, el programa les permiti¨® sacar a las calles las mesas que, por la pol¨ªtica de sana distancia, no pod¨ªan tener dentro de sus locales. No hubo un aumento de mesas sino una redistribuci¨®n. Ahora, en virtud de la reforma, los negocios pueden tener dentro de sus locales las mesas que quepan y, adem¨¢s, poner hasta un 75% m¨¢s en el exterior, con lo que pr¨¢cticamente pueden duplicar su aforo, con cargo al espacio p¨²blico. Por otra parte, los precios a pagar por los permisos proceden de un C¨®digo Fiscal que no se ha reformado desde 2019, antes de la pandemia, lo que significa que la expansi¨®n de esos negocios a las calles no ha ido de la mano de un gravamen adecuado, en un momento en que ya no hay restricciones sanitarias y que las industrias est¨¢n en franca recuperaci¨®n.
¡°Resulta ser que nosotros les regalamos el espacio p¨²blico a los restauranteros, porque lo que pagan es muy poco¡±, critica De las Rivas. ¡°Un ejemplo: aqu¨ª, en Polanco, el precio de renta de un local para restaurante oscila entre 30 y 35 d¨®lares por metro cuadrado al mes. ?Cu¨¢nto pagan por la calle? ?Es una estupidez lo que pagan al a?o por todo lo que se agarran de aceras y calles! Les regalaron el espacio p¨²blico a los restauranteros. La calle es de todos. La ciudad no se puede regalar a un sector a cambio de nada, caus¨¢ndoles a los vecinos todas las molestias que hay en temas de libre tr¨¢nsito y de seguridad. ?Por qu¨¦ estamos regalando el espacio p¨²blico?¡±.
Norma Solano Rodr¨ªguez, directora general de Asuntos Jur¨ªdicos y Normatividad de la ADIP, aclara que el dinero recaudado por esos permisos no se destina espec¨ªficamente al mejoramiento de banquetas o calles, la instalaci¨®n de alumbrado o la limpieza de v¨ªas, sino que forma parte de la bolsa general del erario y se reparte a las alcald¨ªas y otras instituciones gubernamentales siguiendo los criterios usuales de cada a?o fiscal. Es decir, no existen lineamientos para remediar presupuestalmente los impactos generados por la proliferaci¨®n de las terrazas.
Reglas flexibles e ignoradas
Solano Rodr¨ªguez expone que la posibilidad de poner mesas al aire libre ya exist¨ªa en la legislaci¨®n capitalina a?os antes, pero que con la nueva reforma se han delineado ¡°reglas m¨¢s claras¡± para los restauranteros.
Pero las reglas, a la vista de cualquier paseante de la ciudad, est¨¢n lejos de cumplirse a cabalidad. Seg¨²n la reforma, un negocio puede poner mesas en la acera siempre y cuando deje un espacio libre de dos metros para el paso de los peatones. Eso requiere de una acera de al menos tres metros de ancho. La realidad es que en la ciudad coexisten aceras de todos los tama?os y aquellas que miden entre uno y dos metros tambi¨¦n son utilizadas para colocar ¡°enseres¡±. En las calles de Roma, Ju¨¢rez y Condesa numerosos establecimientos colocan mesas a ambos lados de la acera y dejan en medio un estrecho pasillo para los viandantes, que deben fijarse para no chocar con los comensales. Otra regulaci¨®n es que las terrazas que se coloquen sobre el arroyo vehicular deben ser ¡°desmontables¡±, una ambig¨¹edad de la ley que ha permitido que esas estructuras de madera permanezcan todo el tiempo en la calle, incluso en los d¨ªas en que el establecimiento no da servicio, y ya han quedado como parte del paisaje urbano.
La reforma indica que no puede haber mesas al aire libre cuando el negocio est¨¦ en una esquina, por tratarse de una intersecci¨®n de mayor riesgo vial, a menos de que se despeje un espacio de dos metros en cada lado, otra restricci¨®n poco cumplida. Hay un caso extremo de restaurantes y bares ¡ªpor ejemplo, en las calles Emilio Castelar y Virgilio, en Polanco¡ª que, adem¨¢s de recibir comensales dentro de sus locales, han instalado mesas sobre la acera y adicionalmente en el arroyo vehicular, todo dentro de grandes toldos, dejando un pasillo estrecho, como un t¨²nel, para el tr¨¢nsito de los peatones.
Las autoridades encargadas de vigilar el cumplimiento de la norma son las propias alcald¨ªas y el Instituto de Verificaci¨®n Administrativa capitalino (Invea). Solano Rodr¨ªguez, directora jur¨ªdica de la ADIP, se?ala que, si un comercio infringe los lineamientos en materia de enseres, se hace acreedor a alguna sanci¨®n, aunque sin llegar al extremo del cierre del establecimiento. Para De las Rivas, la laxitud de las sanciones abre la puerta a la corrupci¨®n de las autoridades. ¡°Hay que dejar las menos atribuciones a la autoridad ejecutiva para que haya menos corrupci¨®n. Y que haya sanciones fuertes en la ley, como perder la licencia para el que incumpla¡±, dice la activista.
Solano Rodr¨ªguez sostiene que la reforma a la ley fue ¡°acordada¡± entre la autoridad, el sector restaurantero y vecinos de varias colonias afectadas mediante ¡°mesas de trabajo¡± realizadas entre noviembre de 2021 y enero de 2022. Se?ala que varios ciudadanos dijeron estar satisfechos con el programa. ¡°Es importante se?alar que es un programa que fue bien recibido por los vecinos. No solamente porque beneficia a la reactivaci¨®n y recuperaci¨®n de empleo, sino tambi¨¦n porque embelleci¨® las calles de esta ciudad, es un programa que los vecinos mismos dec¨ªan: ¡®Yo s¨¦ que llego por la noche de mi trabajo y s¨¦ que va a haber luz; s¨¦ que ahora, en lugar de que haya una fila de autos estacionados, hay personas conviviendo en la calle¡¯. Es otra forma de apropiarse, disfrutar el espacio p¨²blico para todos¡±, dice la funcionaria en entrevista.
De las Rivas asegura que, al menos en el caso de Polanco, esas ¡°mesas de trabajo¡± no se llevaron a cabo con su agrupaci¨®n vecinal. El arquitecto Armando Rosales, presidente de la Asociaci¨®n Mexicana de Urbanistas en la capital, se?ala que el Gobierno debi¨® convocar a una discusi¨®n colectiva de la reforma, pues sus efectos impactan el desarrollo urbano de la ciudad y en la manera como las personas se relacionan con el espacio p¨²blico. ¡°El Gobierno de ciudad hubiera tenido que hacer una consulta en gran escala con los ciudadanos, pero con informaci¨®n previa, de manera deliberativa y habiendo dado tanto los argumentos a favor como los argumentos en contra: ?Cu¨¢l es el verdadero impacto econ¨®mico positivo?, ?cu¨¢nto est¨¢ recaudando el Gobierno?, ?cu¨¢nto afectar¨¢ en el largo plazo al incremento de precio del suelo y de las rentas este programa? Y decretar en qu¨¦ zonas s¨ª se pueden autorizar enseres en la v¨ªa p¨²blica y en cu¨¢les no¡±, refiere el especialista.
Rosales considera que el mayor riesgo de esta reforma que no fue planeada colectivamente es su potencial contribuci¨®n al encarecimiento del suelo y de las rentas en la capital. ¡°Si esto no se cuida, vamos a tener zonas m¨¢s caras de la ciudad y apoyar los procesos de gentrificaci¨®n. Si el programa tiene un gran ¨¦xito, va a haber un encarecimiento del valor del suelo, y como el Gobierno no le est¨¢ entrando a regular los mercados de vivienda en renta en la ciudad, el programa puede ocasionar este encarecimiento y la subsecuente expulsi¨®n de poblaci¨®n que renta y vive a zonas centrales de la ciudad¡±, se?ala.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S M¨¦xico y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este pa¨ªs
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.