La ley del trabajo cambia en M¨¦xico, los sindicalistas no
Los expertos y el Gobierno coinciden en que las condiciones para llevar la democracia a los sindicatos existen y son los trabajadores quienes deben ahora dar la lucha
La foto sindical mexicana es un dinosaurio que se mueve con lentitud. Este primero de mayo, los l¨ªderes de las grandes centrales se reunieron en un acto institucional convocado por la presidencia del Gobierno y alguno de ellos lleva m¨¢s de 15 a?os en el mismo cargo o unos heredan de otros el puesto, como si se tratara de una Monarqu¨ªa, sin que pueda hablarse a¨²n de elecciones libres y voto secreto, por m¨¢s que la reforma laboral haya incorporado ese principio en este sexenio. El secretario general de la Confederaci¨®n de Trabajadores de M¨¦xico, el priista Carlos Aceves, por ejemplo, tiene 82 a?os y una larga vida institucional, ahora como senador. Esa doble condici¨®n de pol¨ªtico en activo y l¨ªder sindical es com¨²n a m¨¢s de uno. El primero de mayo, las organizaciones de defensa del trabajador no salen a las calles en masa, como cabr¨ªa esperar, sino que se re¨²nen con el poder. Lo resum¨ªa con esta frase Ricardo Aldana, secretario general del sindicato petrolero Pemex: ¡°No hay ning¨²n problema con el Ejecutivo federal, estamos perfectos¡±.
Los expertos en pol¨ªtica laboral y sindical suelen decir que la democracia a¨²n no ha llegado a los sindicatos mexicanos, envilecidos durante d¨¦cadas por la corrupci¨®n y la mala fama entre la ciudadan¨ªa, quiz¨¢ acostumbrada a ver a los grandes caciques coleccionar obras de arte o moverse en avi¨®n privado, sin que la justicia alcance a castigar un enriquecimiento que si est¨¢ mal visto en el mundo pol¨ªtico, en el sindical resulta esperp¨¦ntico. Las ¨²ltimas reformas, sin embargo, han conseguido que en algunos sectores, como el automotriz, haya un rayo de luz, una vez que los procesos electorales se han democratizado sobre el papel. Pero el avance es t¨ªmido.
La reforma de la Ley de Trabajo de 2019 impuso a los sindicatos la legitimaci¨®n de sus Contratos Colectivos, que esta semana han concluido el plazo transitorio: solo unos 17.000 han pasado el filtro y m¨¢s de 120.000 no han conseguido esa legitimaci¨®n que expide la Secretar¨ªa de Trabajo, por lo que se dan por extinguidos, aunque las condiciones se mantendr¨¢n para los trabajadores. Quiere esto decir que los empleados ni sab¨ªan de esos convenios, sino que todav¨ªa impera la figura del llamado ¡°contrato de protecci¨®n¡±, o sea, que los l¨ªderes sindicales garantizan al patr¨®n que no habr¨¢ revueltas en la empresa y el patr¨®n los protege de la incursi¨®n de otros sindicatos avalados por los trabajadores en un proceso democr¨¢tico.
No hay cultura sindical. ¡°Ese es el problema, la reforma funciona en sus plazos y su dise?o es correcto para crear un contexto favorable a la democratizaci¨®n, pero son los trabajadores los que deben activar todo esto. M¨¦xico tiene una cultura atrasada en democracia, la ciudadan¨ªa no ejerce ni exige sus derechos¡±, resume Graciela Bensus¨¢n, profesora de la Universidad Aut¨®noma Metropolitana (UAM) en Xochimilco, una de las grandes expertas en pol¨ªtica laboral.
¡°La reforma¡±, dice Bensus¨¢n, ¡°vino de arriba y de afuera¡±, es decir, cont¨® con el concurso de acad¨¦micos, pol¨ªticos y alg¨²n sindicalista y bajo las condiciones impuestas por el Tratado de Libre Comercio (TMEC) entre M¨¦xico, Estados Unidos y Canad¨¢, pero a¨²n no ha calado entre la poblaci¨®n. ¡°Llevar¨¢ su tiempo, no es f¨¢cil derribar 100 a?os de autoritarismo, verticalidad e ignorancia de los trabajadores, que a¨²n no son conscientes de para qu¨¦ sirve un sindicato ni qu¨¦ se puede obtener de ¨¦l. Hasta ahora solo les han sacado las cuotas que pagan o se han lucrado con los derechos de los trabajadores¡±, critica. La acad¨¦mica, con m¨¢s de 20 libros publicados sobre sindicalismo y decenas de art¨ªculos, ve un ejemplo claro de esta carencia en sus propios estudiantes: ¡°Ni se les pasa por la cabeza que quieran pertenecer a un sindicato, debido a la baj¨ªsima credibilidad que tienen¡±. Sin embargo, afirma, ¡°as¨ª sean p¨¦simos, a los trabajadores les va mejor con sindicatos que sin ellos, pero no lo perciben¡±. A su parecer, el legado del viejo modelo sobrevivir¨¢ todav¨ªa un tiempo ¡°porque tiene recursos y poder, tienen el apoyo de los empleadores¡±.
En este sexenio se ha elevado el salario m¨ªnimo, lo que jalar¨¢ al alza el resto de sueldos, se ha logrado cierta estabilidad laboral, se han concedido m¨¢s d¨ªas de vacaciones y se reparten utilidades. Ahora, es el momento de que los trabajadores perciban sus derechos y los hagan valer, coinciden los consultados. Las cifras de legitimaci¨®n de contratos colectivos desesperanza a Alfonso Bouzas Ortiz, coordinador del Observatorio Ciudadano de la Reforma Laboral: ¡°En M¨¦xico no hay sindicatos, ni cultura gremial ni asociativa. Se nos hizo creer la existencia de una cultura de estas caracter¨ªsticas y no es cierto. Sab¨ªamos que hab¨ªa simulaci¨®n, pero la realidad es tan pobre¡¡±.
Bouzas, investigador de Estudios del Trabajo de la UNAM, quiere comprender la realidad por la ¡°cruel ley de oferta y demanda¡± existente, donde los obreros ans¨ªan tanto un trabajo que acaban conform¨¢ndose con lo que les ofrecen, ¡°con tal de tener un salario y unas perspectivas de vida¡±. Por eso vuelve la mirada a la gente joven, para que hagan valer sus demandas y ¡°construyan el sindicalismo que quieren y esperan¡±. ¡°Pero las d¨¦cadas de cultura de la simulaci¨®n no se van a superar en a?os y solamente ocurrir¨¢ en un escenario tansnacional, donde el TMEC venga a escribir nuevas historias¡±. Tampoco conf¨ªa mucho en lo que ahora llaman sindicatos independientes, pocos y d¨¦biles, en los que Bouzas ve ¡°gran parecido¡± con las grandes centrales corporativas.
Los independientes salieron a las calles este primero de mayo mientras algunos l¨ªderes sindicales com¨ªan con el presidente. Otros hab¨ªan participado en el acto institucional. Ah¨ª estaban nombres como Pedro Haces, de Catem, Alfonso Cepeda, del SNTE, Carlos Hugo Morales, del Stunam, V¨ªctor Fuentes del Villar o V¨ªctor Flores, pol¨¦mico l¨ªder del sindicato ferrocarrilero, que estuvo en la c¨¢rcel. ¡°Y si no los invitan, se sienten ofendidos, incluso los independientes¡±, asegura Bensus¨¢n, quien opina que estas reuniones con el poder mantienen la inercia de d¨¦cadas en las que supon¨ªan que al lado de los pol¨ªticos crecer¨ªan. ¡°Una comida as¨ª es no entender la reforma, que se hizo para consagrar la autonom¨ªa sindical. No me parece bien esa comida¡±, afirma. La enmarca en el viejo r¨¦gimen donde lo pol¨ªtico y lo laboral caminaban juntos y revueltos. ¡°Esa comida solo manda una se?al de continuidad. El ¨²nico papel del Gobierno¡±, dice la acad¨¦mica, ¡°es garantizar que la ley laboral se cumple y avalar el voto secreto, personal y libre¡±.
Bouzas tambi¨¦n defiende esa autonom¨ªa sindical, pero opima que en la Administraci¨®n de L¨®pez Obrador ¡°se est¨¢ haciendo lo correcto¡±. El hecho de que todos ellos est¨¦n invitados a la comida o el acto institucional significa que el Estado ¡°no estigmatiza a nadie. No le toca a la Secretar¨ªa de Trabajo ni a Presidencia acusar penalmente o establecer responsabilidades laborales¡± a los sindicatos. ¡°Se est¨¢ diciendo a los trabajadores que son ellos los que deciden qui¨¦nes les dirigen. Son ellos quienes tienen que cuestionar a algunos de esos delincuentes que forman la empresa y forman el sindicato. Los corporativos no solo pertenecen a la historia, son un juego de ni?os frente a algunos nuevos¡±, afirma pesimista.
El presidente del Gobierno ha incidido en volcar cierta responsabilidad de lo que est¨¢ ocurriendo en los trabajadores. En un discurso reciente, afirm¨®: ¡°Son nuevos tiempos, los trabajadores son libres y tienen que ejercer su libertad, la libertad no se implora, se conquista. Puede haber condiciones nuevas, que las hay, para que el voto sea secreto, para que no lo compren ni haya amenazas, pero si el trabajador no se atreve, si no tiene la arrogancia de sentirse libre, pues va a seguir apoyando a los l¨ªderes antidemocr¨¢ticos, charros. El opresor no ser¨ªa tan fuerte si no tuviese c¨®mplices entre los propios oprimidos, hay una especie de masoquismo, tenemos que rebelarnos¡±.
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