La pesadilla de Roc¨ªo y Brenda empez¨® en la calle Cerezos 161: ¡°Tengo un trauma por algo que no cometimos¡±
Las dos mujeres, t¨ªa y sobrina, denuncian haber sido torturadas y violadas por polic¨ªas de Nezahualc¨®yotl para declararse culpables de un delito de extorsi¨®n. EL PA?S reconstruye con testimonios e informes policiales la detenci¨®n
Dice que no se ve¨ªa mucho porque fuera estaba oscuro, pero que cerca hab¨ªa una tiendita amarilla. Que fue en la calle, dentro de la patrulla, con el veh¨ªculo estacionado al lado de unos ¨¢rboles. Que eran dos agentes, uno m¨¢s g¨¹ero, que ten¨ªa a su sobrina, y otro m¨¢s gordo, moreno, que la puso a ella en la cabina. Recuerda que su cabeza se golpeaba contra el retrovisor. Que uno le dijo al otro: ¡°Ya d¨¦jala, no termines en ella¡±. Mar¨ªa del Roc¨ªo V¨¢zquez habla y pide perd¨®n, dice, por las palabras feas. Habla seria, con disgusto, de la noche del 21 al 22 de enero cuando denuncia que ella y Brenda Romero fueron violadas por dos elementos de la polic¨ªa ministerial de Nezahualc¨®yotl. No sabe sus nombres, pero est¨¢ segura de que los reconocer¨ªa si los viera. Dice que lo hicieron por lo mismo que los golpes de los d¨ªas anteriores: para que se reconocieran culpables de un delito que, asegura, no cometieron.
El 20 de enero de 2023, P. R. B. recibi¨® de nuevo la llamada. Un hombre le exig¨ªa 200.000 pesos (unos 10.000 d¨®lares) a cambio de no hacerle da?o a su familia. Ten¨ªa 59 a?os y estaba acostumbrada a la extorsi¨®n. Solo en los primeros meses de 2023 se han denunciado 1.542 extorsiones en el Estado de M¨¦xico, cinco veces m¨¢s que en su vecina Ciudad de M¨¦xico o 500 veces m¨¢s que en otros Estados como Chihuahua. La mujer decidi¨® pedirle a su hijo, J. E. R. R., que se encargara. ?l habl¨® con el extorsionador alrededor de las 17.45 y ¨¦l le dijo que ¡°unas personas¡± se iban a acercar una hora m¨¢s tarde a recoger el dinero a la calle Cerezos 161, en la colonia La Perla, en Nezahualc¨®yotl.
Ese mismo viernes, Mar¨ªa del Roc¨ªo V¨¢zquez, de 46 a?os, y Brenda Romero, de 33, comerciantes de ropa, hab¨ªan quedado con una proveedora para recoger unos paquetes. Llegaron al parque frente al n¨²mero 161 de la calle Cerezos alrededor de las 17.15 horas. Mientras esperaban escucharon unos balazos. Se espantaron y corrieron. A V¨¢zquez la alcanz¨® un joven de bermuda y playera blanca. A Romero la agarr¨® de frente un hombre de camiseta roja, que le dio un pu?etazo. ¡°Despuesito¡±, dicen en su declaraci¨®n, ¡°llegaron los municipales: una camioneta con tres hombres y dos mujeres¡±.
M¨¢s tarde, J. E. R. R. identific¨® en la Fiscal¨ªa a Mar¨ªa del Roc¨ªo V¨¢zquez y Brenda Romero como las personas que quer¨ªan extorsionarlo. Ellas, que dicen no conocerlo ni nunca haberse encontrado, est¨¢n presas desde entonces en el Centro de Reinserci¨®n Femenil Nezahualc¨®yotl Bordo. En su primera audiencia del 23 de enero, las mujeres denunciaron ante la juez de control que hab¨ªan sido torturadas y violadas. Se abrieron dos carpetas de investigaci¨®n con las denuncias. Hasta ahora siguen guardadas en la Fiscal¨ªa Especializada de Delitos contra la Mujer, sin avances.
¡°Yo tengo un trauma por algo que no cometimos¡±, dice Roc¨ªo V¨¢zquez por tel¨¦fono desde prisi¨®n. En el Estado de M¨¦xico hay otras 17.000 personas privadas de libertad que alegan lo mismo que V¨¢zquez: estar ¡°injustamente presas¡±. El centro de derechos humanos Zeferino Ladrillero cifr¨® en que casi la mitad de los 33.000 encarcelados que hay en la entidad hab¨ªan sufrido irregularidades en sus procesos, desde pruebas fabricadas hasta confesiones obtenidas bajo tortura. ¡°Me dijeron las de la Comisi¨®n de Derechos Humanos que el proceso puede tardar a?os¡±, se?ala la mujer, ¡°estoy bien desesperada¡±.
EL PA?S reconstruye con testimonios, denuncias e informes policiales uno de esos miles de casos: los d¨ªas de enero en que Mar¨ªa del Roc¨ªo V¨¢zquez y Brenda Romero fueron acusadas, detenidas y encarceladas por extorsi¨®n.
La detenci¨®n, cara A
Es una calle de doble sentido, separada por un camell¨®n de pasto seco y algunos ¨¢rboles. Hay un sencillo parque de juegos infantiles frente al n¨²mero 161. Justo ah¨ª esperaba J. E. R. R., de 28 a?os y de identidad protegida por la Fiscal¨ªa, a las personas que deb¨ªa entregarles el dinero. Seg¨²n su declaraci¨®n, alrededor de las 18.45 llegaron dos mujeres: ¡°Yo soy la que viene por el dinero¡±, apunta que le dijo una de ellas, vestida con chamarra verde; ¡°?cu¨¢l dinero?¡±, ¡°no te hagas pendejo, ya sabes cu¨¢l dinero¡±, contest¨® la que llevaba una blusa negra, ¡°presta el dinero o vas a valer verga¡±.
En ese momento, J. E. R. R. afirma que una de ellas sac¨® una pistola con la que le apunt¨® a la altura del est¨®mago. Ante eso, ¨¦l le dio 10.000 pesos, en billetes de 500, envueltos en una bolsa de pl¨¢stico color azul. Ellas los guardaron. ¡°Se dan vuelta y en ese momento jalo de los cabellos a las dos personas del sexo femenino y las tiro al piso, por lo que comenzamos a forcejear¡±, describe ¨¦l, ¡°en ese momento se acercaron dos polic¨ªas mujeres quienes nos dijeron qu¨¦ estaba pasando¡±.
Su declaraci¨®n coincide de forma exacta con la versi¨®n del Ministerio P¨²blico. Las dos polic¨ªas afirman que a las 18.45 en un patrullaje de seguridad vieron a ¡°una persona de sexo masculino quien ten¨ªa en el suelo a una de las femeninas y a la otra la jalaba de los cabellos¡±. Cada una se baj¨® ¡°inmediatamente¡± de su unidad y corrieron hacia el lugar. All¨ª el hombre asegur¨® que lo hab¨ªan extorsionado y en una revisi¨®n de seguridad ¡ª¡°a la que las personas acceden de manera voluntaria¡±¡ª se le encuentr¨® a una de ellas el dinero y a otra una r¨¦plica de una pistola. A las 18.47 son aseguradas, incluidas en el registro nacional de detenciones, ah¨ª mismo les leyeron sus derechos, y a las 19.05 llegaron a las oficinas del Ministerio P¨²blico, en La Perla, seg¨²n se recoge en el informe policial.
Para sustentar esta versi¨®n, la Fiscal¨ªa aporta los testimonios de las agentes y de J. E. R. R. y su madre, tambi¨¦n los 10.000 pesos y una r¨¦plica de arma de fuego tipo escuadra, de color negro con la leyenda Swisst Arms, que presuntamente fue la utilizada por las mujeres. Tambi¨¦n incluye 28 fotograf¨ªas de los indicios y del lugar de los hechos, as¨ª como el registro de llamadas y mensajes del tel¨¦fono de P. R. B.
En ninguno de esos objetos se encontraron huellas de las acusadas. Tampoco hay declaraciones de testigos. No est¨¢n incluidas en la carpeta de investigaci¨®n im¨¢genes de c¨¢maras, informes de mec¨¢nica de hechos o peritajes econ¨®micos. Tampoco se indican llamadas que relacionen a las v¨ªctimas con las acusadas.
La detenci¨®n, cara B
Empieza en el mismo lugar, pero es otra la versi¨®n de Roc¨ªo y Brenda de esa tarde del 20 de enero. Relatan que despu¨¦s de ser agarradas por sorpresa por dos polic¨ªas vestidos de civil, las subieron arriba de una camioneta. ¡°No nos dec¨ªan por qu¨¦ est¨¢bamos ah¨ª¡±, cuenta V¨¢zquez, que describe: ¡°Me empezaron a pegar para que les dijera con las personas que iba. Yo les dije que no sab¨ªa de qu¨¦ me estaban hablando. Me echaron agua, me tapaban la nariz y me echaban agua en la boca y me ahogaba. Me pon¨ªan una bolsa... Con el m¨¦dico llegu¨¦ con la boca abierta¡±. Dice que no sabe cu¨¢nto tiempo dur¨® eso, pero que las llevaron hasta el Ministerio P¨²blico La Perla. ¡°Ah¨ª nos siguieron pegando los judiciales¡±, apunta.
En el informe del m¨¦dico legista, realizado el 20 de enero a las 22.30 horas, consta que Roc¨ªo V¨¢zquez ten¨ªa un ¡°edema traum¨¢tico en el malar derecho¡±, otro en el ¡°labio inferior con laceraci¨®n de la mucosa¡± y una contusi¨®n en la pierna izquierda; por su parte, Brenda Romero presentaba un golpe en el labio superior, laceraci¨®n en la mucosa derecha y varias escoriaciones en las rodillas. ¡°Las lesiones presentadas no coinciden con los hechos narrados por la v¨ªctima¡±, apunta la defensa de las mujeres, que pregunta que si J. E. R. R. afirma haber tenido solo a Roc¨ªo jalada por los cabellos y a Brenda, en el suelo, con una rodilla sobre la espalda: ¡°?De d¨®nde salieron el resto de lesiones¡±. ¡°Obviamente de la tortura que ejercieron sobre las imputadas¡±, escribe el defensor.
Roc¨ªo V¨¢zquez afirma que ya en el ministerio p¨²blico vio llegar a una se?ora y un muchacho y ah¨ª se enter¨® de que ellos eran las v¨ªctimas de una extorsi¨®n de la que ahora les acusaban. Asegura que oy¨® como uno de los agentes coment¨®: ¡°Ellas no son, ya les pegamos mucho, si los hombres no aguantan, ellas menos¡±. Pero esta comerciante cree que ya estaba todo armado. ¡°Nos bajaron al ba?o dos polic¨ªas mujeres y a m¨ª me dijeron que tocara una bolsa y a Brenda un arma. Les dije que yo no iba a tocar nada porque yo no la tra¨ªa¡±, se?ala, ¡°quer¨ªan que lo agarr¨¢ramos, ?c¨®mo crees?¡±.
Pasaron la noche sentadas en una banquita de madera. ¡°Al otro d¨ªa en la ma?ana, los polic¨ªas quer¨ªan que firm¨¢ramos una hoja en la que dec¨ªa que a m¨ª me encontraron 20 billetes de 500 y a ella el arma. Yo les dije que no iba a firmar nada porque ellos no me hab¨ªan encontrado nada. ¡®Esta me la vas a pagar¡¯, me dijo uno de ellos¡±.
La violaci¨®n
El d¨ªa del s¨¢bado, las dos mujeres estuvieron en el penal y por la noche las llevaron de nuevo a declarar a La Perla. Se negaron. ¡°Quer¨ªan que confesara para que me dieran menos a?os, ?c¨®mo me van a dar muchos a?os por algo que no hice?¡±, dice V¨¢zquez.
El relato de Roc¨ªo de lo que ocurre a la vuelta del Ministerio P¨²blico es el siguiente: ¡°Nos regresamos al penal con un se?or que iba porque hab¨ªa atropellado a una persona. Iban dos judiciales y empiezan a platicar entre ellos, que iban bien crudos y que hab¨ªan periqueado [consumido coca¨ªna]. Cuando llegamos a la delegaci¨®n de Los Reyes abren las puertas y bajan al se?or. Pero en vez de bajarnos a nosotras uno dice: ¡®Si preguntan por ellas todav¨ªa est¨¢n declarando¡¯. Despu¨¦s avanzamos un poquito, dimos una vuelta a la primera cuadra, y se pararon en una tienda. El judicial dijo que iba a comprar una cerveza. Despu¨¦s nos quitaron las esposas. El que era m¨¢s g¨¹ero se pas¨® al lado de mi sobrina. Y el otro judicial, gordo, moreno, me dijo ¡®p¨¢sate para adelante¡¯. Yo le dije: ¡®?Para qu¨¦? ?Por qu¨¦ no nos ingresas?¡¯. ¡®B¨¢jate el pantal¨®n o voy a por tu hija¡¯. Mi cabeza daba al retrovisor, me sub¨ªa al frente de sus piernas. Abus¨® de m¨ª, me viol¨®. A Brenda la ten¨ªa uno atr¨¢s que dijo: ¡®Ya d¨¦jenla, no termines en ella¡¯. Despu¨¦s el tipejo se termina masturbando y nos dice ¡®no vayan diciendo nada, porque les va a ir peor, tenemos a sus hijos bien ubicados¡±.
La mujer termina su relato con el pitido peri¨®dico que recuerda que la llamada procede de un penal. En la l¨ªnea est¨¢ tambi¨¦n Juan Hern¨¢ndez, su marido. Este hombre amable y resolutivo, que trabaja como actor y como t¨¦cnico de mantenimiento en un centro cultural de la colonia Ju¨¢rez de Ciudad de M¨¦xico, cuenta tras colgar con su esposa que la primera vez que oy¨® este relato en la audiencia tuvo que salir a vomitar. ¡°Del coraje, de no poder hacer nada¡±, dice desbordado. Las mujeres pidieron una revisi¨®n ginecol¨®gica nada m¨¢s llegar a la prisi¨®n, seg¨²n consta en los informes. No se les practic¨® porque ¡°el m¨¦dico no contaba con los instrumentos para hacerlo¡±.
Tras escuchar estas declaraciones, la jueza orden¨® el 23 de enero, en la audiencia inicial, abrir las carpetas de tortura y violaci¨®n, pero a d¨ªa de hoy las mujeres ni siquiera han recibido la visita de los investigadores para ofrecer su testimonio. Ni Juan ni los abogados de Roc¨ªo y Brenda han tenido acceso a las carpetas de investigaci¨®n de estos delitos ¡ªlo que es su derecho como v¨ªctimas¡ª, y hasta donde saben ¡°no tienen todav¨ªa nada¡±. Con todo esto, han interpuesto un amparo por ¡°inactividad a la hora de investigar¡±.
Adem¨¢s, cuenta Juan Hern¨¢ndez, est¨¢n pendientes de la resoluci¨®n de otro amparo sobre la causa principal: la acusaci¨®n de extorsi¨®n. Conf¨ªa en que la jueza tenga en consideraci¨®n el maltrato que ellas vivieron, adem¨¢s de un video de c¨¢maras de seguridad, que muestra lo ocurrido en la calle Cerezos 161 a las 17.45. ¡°Se ve a mi esposa corriendo y que va tras ella un hombre, justo como ella dice que sucedi¨®¡±, relata. Mientras, ha tenido que aprender a manejarse en la burocracia judicial, a que cada vez que quiere hablar con su esposa una voz autom¨¢tica pregunte si est¨¢ de acuerdo en recibir una llamada de la c¨¢rcel. Trata de mantenerse fuerte por Roc¨ªo, pero reconoce: ¡°Jam¨¢s pensamos que llegar¨ªamos a tanto¡±.
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