La amenaza populista: c¨®mo Bukele o Milei torpedean los avances democr¨¢ticos de Latinoam¨¦rica
Mar¨ªa Esperanza Casullo y Harry Brown, autores de ¡®El populismo en Am¨¦rica Central¡¯, analizan la llega al poder de l¨ªderes radicales aupados por sociedades descontentas. ¡°El populismo es un aviso de lo que ha funcionado mal en la democracia¡±, afirman
Centroam¨¦rica sabe marcar tendencias. Al menos en pol¨ªtica. El a?o de 1954 es un ejemplo claro, porque se produjo el golpe de Estado contra el presidente de Guatemala, Jacobo ?rbenz, quien plantaba cara a los intereses de la poderosa oligarqu¨ªa guatemalteca y de las compa?¨ªas estadounidenses, principalmente la United Fruit Company. Aquel mot¨ªn militar ¡°marc¨® el inicio de una ¨¦poca de legitimaci¨®n de la violencia pol¨ªtica para eliminar a los l¨ªderes populistas¡±, escriben Mar¨ªa Esperanza Casullo y Harry Brown, autores de El populismo en Am¨¦rica Central (Siglo XXI), una obra que analiza el surgimiento de l¨ªderes radicales como Nayib Bukele en El Salvador, otro pol¨ªtico centroamericano demagogo cuyas medidas de mano dura para erradicar la violencia han despertado una ola de admiraci¨®n en el continente, de Panam¨¢ a Argentina.
¡°Am¨¦rica Central y el Caribe de ninguna manera siguen las tendencias pol¨ªticas de sus vecinos del Sur (o del norte), sino que, por el contrario, a menudo las inauguran o marcan hitos¡±, afirman los autores en el libro. Para Casullo, argentina, y Brown, paname?o, lo que est¨¢ pasando en esa franja de tierra que une al continente ayuda a comprender el avance populista en la regi¨®n y sus consecuencias para la democracia. Ambos autores conversaron sobre este fen¨®meno global a trav¨¦s de una video llamada. ¡°El populismo es un aviso de lo que ha funcionado mal en la democracia¡±, advierte Brown.
Bukele est¨¢ en el ojo de los medios por su gran popularidad. El controvertido presidente salvadore?o ha ganado la reelecci¨®n con el 85% de los votos y mantiene el control del Congreso y la justicia y, a pesar de su pol¨ªtica de mano dura y deriva autoritaria, su proyecto es respaldado por la gran mayor¨ªa de los salvadore?os. ?Por qu¨¦ el joven presidente es tan atractivo para los votantes? ¡°Porque el populismo es efectivo¡±, responde Casullo, doctora en Gobierno por la Universidad de Georgetown, en Estados Unidos. ¡°Genera entusiasmo y movilizaci¨®n en este momento hist¨®rico, cuando hacer pol¨ªtica normal tiene muchas dificultades porque es un momento de gran incertidumbre y polarizaci¨®n¡±, agrega. Adem¨¢s, dice Casullo, Latinoam¨¦rica tiene problemas que los Gobiernos no han podido resolver, como la desigualdad, la pobreza, el crimen organizado, y por eso los pol¨ªticos eligen ¡°la estrategia populista, porque tiene su eficacia, genera identidad pol¨ªtica, o sea, genera un nosotros movilizado y convencido¡±, apunta la autora.
L¨ªderes como Bukele o el argentino Javier Milei han sabido leer ese descontento y reunir bajo sus propuestas a quienes se sienten presos de las injusticias y de esta manera crear un enemigo com¨²n al que dirigir los ca?ones del descontento, que pueden ser los partidos pol¨ªticos o las ¨¦lites tradicionales (la ¡°casta¡±, la ha llamado Milei), las organizaciones multinacionales como el FMI o el Banco Mundial, organizaciones civiles o grupos activistas como las feministas, la prensa, o potencias externas, ya sea Estados Unidos o la Uni¨®n Europea. ¡°Cuando ese relato, este mito populista hace clic, se generan procesos de identificaci¨®n muy profundos. Esto permite acci¨®n, porque pueden pasar reformas muy profundas, reformar la Constituci¨®n, transformar completamente la pol¨ªtica criminal de un pa¨ªs, basados en ese mito¡±, dice la autora.
Populistas radicales
En su libro los investigadores definen a Bukele como un ¡°populista radical¡±, aunque el mandatario del peque?o pa¨ªs centroamericano se vende a s¨ª mismo como un hombre moderno, un CEO eficiente, capaz de transformar para mejorar esa gran empresa que se le ha dado; un hombre joven cool y simp¨¢tico que mueve a las masas a trav¨¦s del eficaz uso que hace de las redes sociales. Sus acciones, sin embargo, imitan las viejas ma?as del autoritarismo latinoamericano, que incluyen el mesianismo y decirse ungido por dios. ¡°Bukele se convirti¨® en un disidente viniendo de dentro del sistema, se atrevi¨® a salirse del sistema y se?alarlo y yo creo que eso es una actitud en la que buena parte de la poblaci¨®n se puede ver reflejada¡±, advierte Harry Brown, doctor en Ciencias Pol¨ªticas por la Universidad Complutense de Madrid.
¡°Lo que hizo Bukele fue culpar de los problemas a un evento pol¨ªtico que para los dem¨®cratas latinoamericanos y centroamericanos es casi sagrado, que son los Acuerdos de Paz, llam¨¢ndoles un pacto entre corruptos. Uno de los hallazgos del libro es que en Am¨¦rica Central el enemigo al que se?alan los populistas son precisamente esos pactos, que denominan acuerdos entre ¨¦lites que no dan entrada a nuevos actores que presumiblemente podr¨ªa solucionar los problemas del pa¨ªs. Y Bukele con su actitud y con su manera de presentarse encarna la posibilidad de un futuro que los salvadore?os no encontraban¡±, agrega el autor.
Costa Rica, considerada una democracia s¨®lida, no se ha salvado de esta nueva ola populista. El pa¨ªs eligi¨® a Rodrigo Ch¨¢ves como presidente, un tecn¨®crata que canaliz¨® el enojo hacia las ¨¦lites. ¡°El caso de Costa Rica llama much¨ªsimo la atenci¨®n, porque ha sido y sigue siendo una de las democracias m¨¢s s¨®lidas de Am¨¦rica Latina, y ahora tienen un presidente con rasgos populistas muy fuertes. La gran diferencia en el caso costarricense es que el mito populista mira hacia el pasado, porque es el ¨²nico pa¨ªs de Am¨¦rica Central, y de los pocos de Am¨¦rica Latina, que tuvo un peque?o estado de bienestar. Los costarricenses realmente son conscientes de que antes viv¨ªan mejor, y parte de la campa?a electoral del hora presidente Ch¨¢vez estaba centrada sobre la idea de volver a ser el pa¨ªs m¨¢s feliz del mundo¡±, explica Brown.
Los autores prestan atenci¨®n en el libro a un elemento que define ya la democracia en la regi¨®n, que es el desmoronamiento de la pol¨ªtica partidista tradicional. Se ve en El Salvador, con el hundimiento de ARENA y la desaparici¨®n del izquierdista FMLN de los cargos de elecci¨®n popular, pero tambi¨¦n en Costa Rica, donde los partidos han ca¨ªdo en una profunda crisis. ¡°Los partidos pol¨ªticos en Am¨¦rica Central nunca fueron tan fuertes, pero s¨ª es cierto que la acumulaci¨®n de demandas apunta directamente hacia los responsables de los sistemas pol¨ªticos. Lo parad¨®jico de todo esto es que para construir nuevos reg¨ªmenes, que es lo que proponen algunos populistas, se necesita organizaci¨®n, por lo que no necesariamente acaban con los partidos pol¨ªticos, sino que muchas veces terminan organiz¨¢ndolos, porque los necesitan para movilizar y cohesionar a una poblaci¨®n que posiblemente no est¨¦ unida a trav¨¦s de la clase o de la etnia, como es el caso de Bolivia, pero que s¨ª necesitan un organismo institucionalizado que logra articular la movilizaci¨®n de la poblaci¨®n¡±, comenta Brown.
La ola populista
Populistas como Bukele o Milei generan una gran atracci¨®n a nivel regional y sus medidas levantan popularidad y son seguidas por pol¨ªticos de la regi¨®n, en lo que pareciera ser un nuevo paradigma pol¨ªtico en Latinoam¨¦rica, desde Colombia hasta Paraguay. ¡°El populismo siempre opera as¨ª, por imitaci¨®n de repertorios. No hay una ideolog¨ªa, no hay un Libro rojo de Mao o una cuarta internacional populista. Se presentan como ejemplos exitosos que se van adaptando y copiando en otros contextos¡±, explica Calluso. ¡°Los sudamericanos no miramos mucho a Centroam¨¦rica, pero lo que estamos viendo ahora en pa¨ªses como Argentina son procesos muy similares. Por ejemplo, en Rosario, que tiene un problema de narcotr¨¢fico muy grande, hemos visto fotos en una prisi¨®n con el mismo estilo de El Salvador, y creo que eso lo vamos a seguir viendo por lo menos a mediano plazo¡±, agrega.
?Pueden las democracias de la regi¨®n sobrevivir a esta ola populista? ¡°S¨ª, totalmente¡±, asegura Casullo. ¡°El mejor recurso de acci¨®n es una paciencia estrat¨¦gica y apostar a la acci¨®n pol¨ªtica. Estos tipos de gobiernos tienen fisuras internas, pueden tener ¨¦xitos, entre comillas, en bajar la pobreza o en bajar el delito, pero es muy costoso mantener este antagonismo constante, y la sociedad, que en un primer momento se puede sentir entusiasmada y movilizada, con el tiempo quiere volver a tener una vida m¨¢s o menos normal¡±, agrega. ¡°Hay esperanza¡±, dice por su parte Brown. ¡°Este momento populista debe servir de aviso de lo que ha estado funcionando mal en la democracia y ojal¨¢ que las ¨¦lites tomen nota y sean m¨¢s conscientes de lo que hay que reformar y de lo que hay que corregir, porque el paso del populismo al autoritarismo es excepcional, no es la regla¡±, afirma el polit¨®logo costarricense.
Suscr¨ªbase a la newsletter de EL PA?S M¨¦xico y al canal de WhatsApp y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.