Una sala para llamadas secretas y una vieja televisi¨®n: el PRI mantiene la oficina de Colosio congelada en el tiempo
EL PA?S visita la oficina del candidato presidencial junto a su asesor m¨¢s cercano durante los ¨²ltimos a?os, quien recuerda el antes y despu¨¦s del asesinato del pol¨ªtico que anticip¨® el cambio de rumbo de M¨¦xico y la decadencia del PRI
Un viejo escudo del PRI, una fotograf¨ªa, un par de banderas y una televisi¨®n Trinitron resaltan en la oficina de Luis Donaldo Colosio Murrieta. El partido mantiene impoluto el lugar de trabajo del candidato a la presidencia, v¨ªctima del magnicidio que 30 a?os despu¨¦s a¨²n marca la historia reciente de M¨¦xico. En el primer piso del edificio principal de la sede priista en la capital han preservado cual reliquia la habitaci¨®n del dirigente que encarn¨® las primeras se?ales de decadencia del partido que en ese momento gobernaba desde hac¨ªa 60 a?os el pa¨ªs.
Un ligero olor a humedad, a viejo se respira en el ambiente. Han tenido que abrir las ventanas para ventilar y sacudir el polvo que de forma natural se cuela por las rendijas a pesar de la pulcritud que se mira en cada rinc¨®n. Solo se advierte la ausencia del aparato de sonido Yamaha que el sonorense manten¨ªa encendido todo el rato que pasaba ah¨ª ¡ªle gustaba escuchar m¨²sica¡ª , las fotos de Diana Laura, su esposa y de sus hijos Luis Donaldo y Mariana, recuerda Samuel Palma, su coordinador de asesores y colaborador durante los ¨²ltimos ochos a?os. ¡°Me siento muy emocionado por el lugar¡±, menciona quien ahora ocupa la presidencia nacional de la Fundaci¨®n Colosio, dedicada a la docencia y la asesor¨ªa program¨¢tica del partido.
El recorrido por el lugar se reduce a unos cuantos pasos, la historia que guarda requiere trasladarse d¨¦cadas al pasado. El sal¨®n principal de la oficina del candidato alberga un escritorio de madera, dos sillas, una mesa y una peque?a sala, todo original. Una cabina telef¨®nica blindada de cualquier ruido o interceptaci¨®n en la que Colosio hac¨ªa o recib¨ªa llamadas que requer¨ªan total secrec¨ªa. La sala de juntas, en el otro extremo ¨Dcon los muebles renovados¨D, conserva las puertas de madera de aproximadamente 30 cent¨ªmetros de grosor para impedir cualquier filtraci¨®n de informaci¨®n. Un ba?o, un espacio en donde el economista se ejercitaba y una antesala integran la ¡°Oficina Luis Donaldo Colosio¡±, como se lee en la placa met¨¢lica en la entrada principal. De frente a¨²n se ubica la oficina que ocup¨® Alfonso Durazo, secretario particular del candidato, hoy gobernador de Sonora.
¡°Un hombre serio, directo, sin protocolos, sin filtros¡±, fue la primera impresi¨®n que tuvo el colaborador y amigo. Lo acompa?¨® desde 1986 cuando el sonorense ocup¨® una curul en la C¨¢mara de Diputados, despu¨¦s como Oficial Mayor del PRI; como coordinador de la campa?a del expresidente Carlos Salinas de Gortari; como dirigente nacional del PRI; como secretario de Desarrollo Social y por ¨²ltimo en su candidatura presidencial hasta el momento de su asesinato en marzo de 1994.
Los a?os determinantes
La idea que Colosio ten¨ªa era un cambio con responsabilidad de rumbo, sostiene Palma, quien parece recordar casi fotogr¨¢ficamente las conversaciones con su jefe. ¡°Pensaba que ten¨ªa que iniciar una nueva etapa en las pol¨ªticas p¨²blicas. La idea de la reforma del poder que finalmente es la evoluci¨®n del r¨¦gimen presidencial; continuidad o cambio, que es m¨¢s vigente que entonces¡±, se?ala.
Tres momentos decisivos marcaron el ¨²ltimo lustro de Colosio, relata Palma sentado en la sala que compartieron muchas veces. El primero fue en 1989 con la derrota electoral en Baja California, cuando llevaba un a?o en la dirigencia. Aquel fue el primer Estado que dej¨® de gobernar el PRI tras 60 a?os ¨Dy no ha vuelto a recuperar. El panista Ernesto Ruffo Appel gan¨® por m¨¢s del 54% de votos la gubernatura a la candidata del PRI, Margarita Ortega. Un a?o antes perdi¨® la mayor¨ªa calificada en el Congreso. Colosio reconoci¨® la derrota: ¡°Las tendencias no nos son favorables¡±. La frase se institucionaliz¨® y ha sido replicada en varias ocasiones por las dirigencias priistas en los ¨²ltimos 24 a?os.
Para 1991, Colosio hab¨ªa superado la adversidad del inicio de su presidencia, elimin¨® los intentos por reemplazarlo, recuper¨® el Congreso y cambi¨® el presagi¨® que alentaba la oposici¨®n: ¡°es el inicio del fin, es la debacle del PRI¡±. Con la misi¨®n cumplida, en 1992 el entonces presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari lo nombr¨® secretario de Desarrollo Social. Ya consolidada su carrera pol¨ªtica por sus aciertos en el partido, se?ala Palma, el sonorense se fue colocando en la lista de posibles para ser el candidato presidencial y muy posiblemente quien ocupara la residencia oficial de Los Pinos los pr¨®ximos seis a?os. En la dependencia promovi¨® los programas sociales y proyect¨® el Gobierno salinista a nivel internacional en la Cumbre de la Tierra en R¨ªo de Janeiro, Brasil.
El segundo momento fue su destape como candidato presidencial en medio de la disputa de Manuel Camacho Sol¨ªs y Pedro Aspe, quienes tambi¨¦n buscaban el nombramiento. Tom¨® protesta como candidato el 8 de diciembre de 1993 pero continu¨® la incertidumbre. Las posibilidades de ser sustituido eran latentes. El levantamiento armado del Ej¨¦rcito Zapatista de Liberaci¨®n Nacional (EZLN) en Chiapas el primer d¨ªa de 1994, lugar en el que proyectaba su arranque de campa?a el 10 de enero y el nombramiento de Camacho como comisionado por la paz ad honorem, que le permit¨ªa ser aspirante presidencial, agrav¨® las cosas. ¡°No era ciego no era sordo, era un hombre muy sensible sab¨ªa d¨®nde estaba parado¡±, relata su asesor.
El tercer episodio fue su osado discurso en el 65 aniversario del PRI, el 6 de marzo de 1994, dos d¨ªas despu¨¦s de registrarse como candidato oficial y 17 d¨ªas antes de su asesinato. ¡°Veo un M¨¦xico con hambre y con sed de justicia. Un M¨¦xico de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deber¨ªan de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales¡±, lanz¨® aquel domingo desde el Monumento a la Revoluci¨®n.
Palma, encargado de construir de la mano del candidato sus discursos, sostiene que el sentido del mensaje nunca fue en contra de Salinas de Gortari, como se especul¨®, sino el anuncio de un cambio de rumbo para la siguiente presidencia, la suya. Tampoco ese sentido fue menor. ¡°Quiere poner al PRI a la vanguardia en la discusi¨®n sobre la democracia y el r¨¦gimen pol¨ªtico. Cambiar la imagen. Me acuerdo de una frase ¡®no habr¨¢ verg¨¹enzas que ocultar¡¯. Es una campa?a inscrita en la transparencia, en pr¨¢cticas nuevas aunque la norma electoral no lo marcara¡±, relata. El priista fue quien convoc¨® al primer debate entre candidatos, tambi¨¦n ofreci¨® por primera vez la participaci¨®n de observadores electorales, todo para eliminar cualquier duda sobre su eventual triunfo.
¡°?l quer¨ªa ser m¨¢s un ciudadano tras el poder que un pol¨ªtico tras el poder. Por eso usaba aviones comerciales para sus recorridos, no andaba en Suburban, era un hombre mesurado, austero y que repudiaba los excesos del poder¡±, refiere. Luego de ese discurso el candidato se consolid¨®, subi¨® como la espuma en las encuestas, despej¨® cualquier duda externa e interna sobre su candidatura y los se?alamientos de que su campa?a ¡°no despegaba¡±, recuerda. ¡°Volvi¨® a superarse de la adversidad¡±. El candidato estaba a d¨ªas de concluir la primera etapa de su campa?a con un evento ¡°por todo lo alto¡± en Magdalena de Kino, Sonora, su ciudad natal.
En junio de 1928, el asesinato del presidente electo, ?lvaro Obreg¨®n, alumbr¨® al PRI. El magnicidio marc¨® un punto de inflexi¨®n en la historia pol¨ªtica de M¨¦xico. Tras 66 a?os otro homicidio, el del sonorense, dio pauta a la debacle. La tarde del mi¨¦rcoles 23 de marzo de 1994 desde la Ciudad de M¨¦xico, mientras Palma preparaba las notas del siguiente d¨ªa, una llamada de sus colaboradores lo alert¨®: ¡°el licenciado recibi¨® un batazo¡±. ¡°Le dije ¡ªbueno no dejes de informarme¡ª como me dijo un ¡®batazo¡¯ pens¨¦ que era un incidente -con la fortaleza f¨ªsica de Luis Donaldo no creo que pase a m¨¢s, pens¨¦-¡±. Poco tiempo pas¨® para que la confusi¨®n se disipara, no fue necesaria otra llamada, el atentado ocupaba todos los espacios de noticias, las conversaciones p¨²blicas y privadas, el candidato hab¨ªa recibido dos impactos de bala uno en la cabeza y otro en el abdomen durante un mitin en Lomas Taurinas, Baja California. Horas m¨¢s tarde se anunciar¨ªa su deceso. Tras a?os de investigaci¨®n, Mario Aburto Mart¨ªnez es el ¨²nico asesino confeso.
¡°Es un momento muy doloroso. Nos piden que nos vayamos a la oficina de Fernando Ortiz Arana, aqu¨ª est¨¢bamos cuando se dio la fatal noticia. A mi me toc¨® recibir a Diana Laura, me piden que la vaya a recibir al hangar. Fueron d¨ªas muy dolorosos, tremendos, de duelo, de sufrimiento¡±, se?ala su colaborador, que pens¨® en retirarse de la pol¨ªtica. Tras la muerte de su jefe ocup¨® una diputaci¨®n plurinominal que repetir¨¢ en el proceso electoral en curso.
Los a?os venideros fueron profundizando los problemas internos en el partido, la advertencia de cambio que Colosio hab¨ªa iniciado. ¡°El presidente Zedillo no se esmer¨® en tener una visi¨®n sobre el PRI, estuvo alejado. Aunque hay que reconocerle que la reforma electoral de 1996 es una gran reforma electoral. Pero no piensa en c¨®mo va a operar el PRI con esa nueva reforma, son partes que quedan sueltas. Entramos a la alternancia, a una etapa compleja¡±, reflexiona Palma.
La oficina tiene vista directa a la explanada principal de la sede priista, desde ah¨ª se puede ver un busto de Colosio con la leyenda inscrita en letras de bronce que parece m¨¢s un recordatorio: ¡°Yo veo un M¨¦xico con hambre y sed de justicia¡±.
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