Ana Emilia Felker: ¡°Es muy com¨²n entre los escritores ejercer una blanquitud que pasa por neutralidad¡±
La ensayista y periodista mexicana publica ¡®Pantano¡¯, una cr¨®nica personal sobre las crisis sociales y pol¨ªticas del sur de Estados Unidos
¡°Am¨¦rica es la versi¨®n original de la modernidad, nosotros somos la versi¨®n doblada y subtitulada¡±, escribi¨® el fil¨®sofo franc¨¦s Jean Baudrillard en su ensayo Am¨¦rica. Publicado en 1986, su texto hilvana vi?etas estadounidenses ¡ªlas carreteras de Los ?ngeles, los clubs de Nueva York, los desiertos silenciosos de Utah¡ª para narrar a un pa¨ªs que, en palabras de Baudrillard, habita un presente perpetuo porque carece de pasado y de futuro.
En Pantano, la escritora Ana Emilia Felker se une a las filas de escritores que, as¨ª como Baudrillard, han capturado el car¨¢cter contradictorio de Estados Unidos. Felker, que gan¨® el Premio Nacional de Periodismo en 2015, se mud¨® a la ciudad de Houston a estudiar el doctorado antes del inicio de la pandemia. Su familia paterna, incluido su padre, ya viv¨ªan en el sur de aquel pa¨ªs: como escribe en su libro, la cronista estaba acostumbrada a ¡°ir y venir de arriba hacia abajo en el viceversa del desarraigo¡±.
Pero la familiaridad no alivi¨® su alienaci¨®n. Al contrario: lleg¨® al pa¨ªs con la cabeza llena de recuerdos y referencias, por lo que ¡°resulta imposible ver con la mente abierta, dar el beneficio de la duda, incluso llegar de verdad¡±.
En Texas, Felker examina, desde cerca y sin asombro, las neurosis actuales del pa¨ªs norte?o: la fiebre de la supremac¨ªa blanca, los tiroteos masivos, el hiper-nacionalismo y el extremismo pol¨ªtico. En Pantano, publicado por la editorial Almad¨ªa, el pa¨ªs es un cul-de-sac espiritual, un callej¨®n sin salida que ¡°puede enfermarte, cegarte, borrar tus contornos¡±. Nutri¨¦ndose tanto de la tradici¨®n literaria norteamericana como de sus experiencias personales durante la pandemia, Felker construye un retrato moderno de los Estados Unidos; en sus ojos, el pa¨ªs es un imperio afligido por su propia decadencia.
Pregunta. Hay quien dice que Estados Unidos es como un balde de ¨¢cido. Al migrar, su cultura corroe, y la propia se desintegra.
Respuesta. Es la violencia de la migraci¨®n. Hay, de hecho, toda una tradici¨®n de literatura de migraci¨®n donde el gran drama es la aculturaci¨®n: la gente de tu pa¨ªs de origen ya no te reconoce, te reclama que te has agringado. Pero es un drama inescapable: obviamente, cuando te vas a vivir a un lugar nuevo, te adaptas.
P. ?Fue un drama que vio cuando ense?aba en Houston?
R. S¨ª. Algo muy chido del ¨¢rea de Houston en la que me encontraba es que se sent¨ªa la presencia de la clase trabajadora. Yo di clases de espa?ol a nivel licenciatura y tuve muchos alumnos que eran inmigrantes de segunda generaci¨®n¡ªde Egipto, de Senegal, de Arabia Saudita, de muchas partes de Latinoam¨¦rica. Ellos hab¨ªan crecido en Estados Unidos con este fervor, de ¡®s¨ª, yo tengo que hacerla en este pa¨ªs¡¯. Incluso si otros lo vemos como algo caduco, para ellos la promesa del sue?o americano a¨²n est¨¢ viva. Lo que se me hace complicado es que van a pasar por un proceso inevitable de aculturaci¨®n; puede que en el camino incluso se vuelvan conservadores.
P. En el libro dice que algo similar le ocurri¨® a su padre.
R. En M¨¦xico, mi pap¨¢ era de izquierda. Despu¨¦s de varios a?os en Estados Unidos se desplaz¨® al centro del espectro pol¨ªtico. Yo me form¨¦ pol¨ªticamente con ¨¦l: juntos ¨ªbamos a las manifestaciones de los zapatistas, a las de L¨®pez Obrador¡ Esas convicciones pol¨ªticas de izquierda son una parte importante de mi identidad. En Houston sent¨ª que ¨¦l se hab¨ªa vuelto gringo, lo cual implica no poder ser de izquierda. Esa transformaci¨®n fue lo que intent¨¦ reflejar, en t¨¦rminos de discusi¨®n familiar, en el libro¡ªese preguntar ¡°?Qui¨¦n eres? ?Por qu¨¦ piensas as¨ª?¡±
P. Como el resto de Pantano, ese intercambio con su padre ocurre al nivel de lo pol¨ªtico y lo personal.
R. El libro es un retrato del caos pol¨ªtico que es Estados Unidos en este momento, pero desde una perspectiva muy vivencial¡ªes un mosaico de lo que alcanc¨¦ a ver de un pa¨ªs complejo. Al empezar a escribirlo yo esperaba hacer muchas entrevistas e ir a reuniones de, por ejemplo, supremacistas blancos. La pandemia cancel¨® todo eso. Por eso Pantano es un libro muy ¨ªntimo: intento extrapolar c¨®mo veo la cultura desde mi familia, mi universidad, mis conocidos, mis vecinos¡ Quer¨ªa explorar mi lugar de enunciaci¨®n en vez de usurpar la experiencia de otros. Es muy com¨²n entre los escritores ejercer una blanquitud que pasa por aparente neutralidad, no verte al espejo y solo ver a la gente racializada. Yo quer¨ªa hacer un ejercicio autocr¨ªtico.
P. Al mismo tiempo, a lo largo del texto interact¨²a con narrativas que van m¨¢s all¨¢ de su experiencia, pero determinan su punto de vista, como, por ejemplo, la tradici¨®n literaria norteamericana.
R. La tradici¨®n que queda m¨¢s visible, seg¨²n yo, es la de la no-ficci¨®n en Am¨¦rica¡ªCapote, Didion, el nuevo periodismo. Esa es la tradici¨®n a la que me intento adherir. Y no creo que sea una fuerza en el libro, pero tambi¨¦n est¨¢n la tradici¨®n francesa y la de la teor¨ªa cr¨ªtica, que estaba empleando, en parte, para desmontar estas mitolog¨ªas gringas.
P. ?Es por esa influencia que el libro tambi¨¦n opera a un nivel meta-narrativo? No habla solamente de las crisis de Estados Unidos, sino que tambi¨¦n cuestiona las narrativas que otros crean respecto a estas crisis.
R. S¨ª, hay un intento de experimentaci¨®n formal en unos cap¨ªtulos m¨¢s que en otros. Al inicio, quer¨ªa explorar un estilo narrativo distinto en cada cap¨ªtulo. Por ejemplo, el cap¨ªtulo titulado Cul-de-sac tuvo muchas formas. Primero quer¨ªa que las fechas estuvieran desordenadas para dar una sensaci¨®n de ¡®?qu¨¦ d¨ªa es? ya estoy s¨²per aburrida de estar aqu¨ª¡¯, pero no se entend¨ªa muy bien, as¨ª que quit¨¦ las fechas. La atm¨®sfera en Houston es muy opresiva, desde la humedad hasta la cultura. Quer¨ªa transmitir, a un nivel personal y pol¨ªtico, esa opresi¨®n que gesta su crimen nacional por excelencia.
P. Los mass shootings.
R. S¨ª, los mass shootings. Son una enfermedad de corrupci¨®n, porque el lobby de la NRA impide que se regulen las armas de alto calibre. Hay tiroteos en otros pa¨ªses, pero no con este grado de destrucci¨®n. Lo que se me hace interesante es que en Estados Unidos se cuida much¨ªsimo que no haya im¨¢genes de c¨®mo quedan los cuerpos despu¨¦s de un tiroteo masivo. En M¨¦xico y en Latinoam¨¦rica las im¨¢genes de tiroteos son muy difundidas¡ªen los tiempos de Calder¨®n incluso ve¨ªamos los descabezados. En Estados Unidos nunca ves c¨®mo quedan los cuerpos despu¨¦s de un tiroteo con un arma autom¨¢tica; tambi¨¦n hay una pol¨ªtica de no ver los cuerpos de soldados americanos muertos. Es porque los cuerpos blancos son tan preciados que no podemos verlos en ese grado de descomposici¨®n y, en cambio, los cuerpos de color o del sur global s¨ª los podemos ver fam¨¦licos, degollados, destrozados. Parte del problema estructural con los shootings es que no se alcanza a dimensionar el grado de violencia que se est¨¢ viviendo.
P. Pero pese a saber que Estados Unidos es un pa¨ªs construido sobre tanta violencia, con el paso del tiempo es dif¨ªcil no crear afecto con ciertas personas, ciertos paisajes.
R. Me tard¨¦ en apreciar lo bello en un lugar donde existe presi¨®n para adaptarse y ser funcional al sistema. Intento reivindicar la queja literaria.
P. ?Cree que es un pa¨ªs en colapso?
R. The Undercommons, el libro de Fred Moten y Stefano Harney, influy¨® mucho mi perspectiva respecto a eso. Ellos dicen que puede que el pa¨ªs sea pr¨®spero para un cierto grupo de gente, pero se est¨¢ colapsando para lo que las chicanas llaman la gente de color del Tercer Mundo en Estados Unidos. Lo que The Undercommons dice es ¡°si este sistema no funciona para nosotros, toma lo que puedas y vete, porque esto se est¨¢ viniendo abajo¡±.
Pienso en las propiedades en Florida de, por ejemplo, Garc¨ªa Luna. No se puede generalizar, pero para m¨ª ese tipo de opulencia significa tambi¨¦n un tipo de corrupci¨®n moral. Es posible elegir lo contrario: puedes irte de Estados Unidos, buscar otra forma de vida que no sean la competencia y el individualismo, decidir que ya no quieres ser esa clase de persona blanca.
Ap¨²ntese gratis a la newsletter de EL PA?S M¨¦xico y al canal de WhatsApp y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.