C¨¦sar Fierro, la redenci¨®n tras una condena a muerte en Texas: ¡°Estuve a cuatro horas de que me ejecutaran. Uno no tiene tiempo de que le d¨¦ miedo¡±
El Festival de Morelia presenta ¡®La libertad de Fierro¡¯, un documental que narra la reconstrucci¨®n de la vida del mexicano al recobrar su libertad tras cuatro d¨¦cadas encarcelado
C¨¦sar Fierro apenas ten¨ªa 22 a?os cuando trabajaba en el campo en Nuevo M¨¦xico como jornalero cosechando hortalizas. Su semblante joven ¡ªconocido como El guapo por las muchachas, seg¨²n evoca su hermano Jorge¡ª, el cuerpo delgado, la piel tersa y morena quemada por el sol de los sembrad¨ªos, una cabellera que le llegaba hasta los hombros y un rostro con bigote, se convirtieron en un recuerdo de otra vida.
A sus 67 a?os, con la cabeza rapada, con la barba canosa y el semblante de alguien que est¨¢ aprendiendo a vivir nuevamente, Fierro cuenta su historia desde el despacho jur¨ªdico de sus abogados en la colonia de Polanco, en Ciudad de M¨¦xico.
Hace 45 a?os lo acusaron y condenaron por un crimen que no cometi¨®. En marzo de 2024, la Comisi¨®n Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) denunci¨® graves violaciones a los derechos humanos de C¨¦sar Fierro, por actos de tortura cometidos por las autoridades municipales de Ciudad Ju¨¢rez, por los cuales se vio obligado a aceptar la comisi¨®n de un homicidio en Estados Unidos y fue sentenciado a la pena capital en ese pa¨ªs, donde permaneci¨® 41 a?os en prisi¨®n y completamente aislado.
Desde 2020, Fierro ha estado trabajando junto al cineasta Santiago Esteinou en una continuaci¨®n del documental Los a?os de Fierro (2014), que retrata las peripecias que tuvo que atravesar mientras estuvo condenado a muerte en Texas. Con motivo de esta nueva producci¨®n, titulada La Libertad de Fierro ¡ªque tuvo su estreno internacional en el Festival de Cine de Toronto y que ahora se estrena en M¨¦xico en el certamen cinematogr¨¢fico de Morelia¡ª, el protagonista relata a EL PA?S la corrupci¨®n, la burocracia y los abusos policiales que soport¨® durante su tiempo en prisi¨®n.
Todo comenz¨® el 27 de febrero de 1979, cuando agentes de la Patrulla Fronteriza descubrieron el cuerpo sin vida de un taxista en un parque de El Paso, cerca de la frontera con M¨¦xico. Las autoridades concluyeron que Nicol¨¢s Casta?¨®n, la v¨ªctima, hab¨ªa sido asesinado a tiros y, cuatro d¨ªas despu¨¦s, la polic¨ªa arrest¨® a dos sospechosos. Ambos fueron puestos en libertad a los pocos d¨ªas. La investigaci¨®n no avanz¨® durante los siguientes cinco meses.
El 12 de mayo de 1979 era un s¨¢bado en El Paso y Fierro iba de visita a la c¨¢rcel del condado donde Sergio, su hermano, se encontraba encarcelado. Entr¨® a la prisi¨®n, lo encerraron y ya no lo dejaron salir. Lo detuvieron, recuerda, por posesi¨®n de drogas. Lo encerraron en una celda y lo registraron, pero no encontraron nada. Sin explicarle los cargos y sin acceso a un abogado, lo retuvieron hasta el 1 de agosto.
Torturas
Ese d¨ªa, C¨¦sar recibi¨® la noticia de que ser¨ªa trasladado y presentado ante una corte para determinar sus cargos y estatus legal. Sin embargo, en lugar del juzgado, fue llevado al departamento de polic¨ªa de El Paso, donde el detective Al Medrano y otros oficiales le acusaron del homicidio del taxista. ¡°Simplemente llegu¨¦ y me dieron un pu?etazo en los test¨ªculos y me ca¨ª de rodillas¡±, recuerda Fierro.
Fue entonces que le dijeron que iba a firmar una confesi¨®n. Lo golpearon tres veces m¨¢s en el mismo sitio y lo pusieron al tel¨¦fono con Jorge Palacios, polic¨ªa municipal de Ciudad Ju¨¢rez, quien seg¨²n una investigaci¨®n realizada en 2021 por la CNDH, era integrante de la Brigada Blanca, un grupo policiaco-paramilitar de la extinta Direcci¨®n Federal de Seguridad del Gobierno de M¨¦xico que existi¨® entre 1976 y 1985, y ¡°ten¨ªa antecedentes de haber cometido actos de tortura para obtener confesiones¡±, as¨ª como en la guerra sucia.
A trav¨¦s del auricular, Palacios, seg¨²n Fierro, le dijo que su madre estaba detenida en Ciudad Ju¨¢rez junto a su padrastro, y que si no confesaba la iban a ¡°chicharrear¡±, que significaba torturar mediante toques el¨¦ctricos en . ¡°Les dije que s¨ª, que s¨ª iba a firmar la confesi¨®n y ah¨ª la fabricaron. Yo ni sab¨ªa que me iban a sentenciar a muerte¡±, afirma Fierro, ahora un hombre casi septuagenario, desde la oficina de su defensa en Ciudad de M¨¦xico.
Seg¨²n Richard H. Burr, abogado que represent¨® a Fierro durante m¨¢s de 30 a?os y hasta su liberaci¨®n, no existen pruebas f¨ªsicas que lo vinculen con el crimen del taxista. ¡°No hubo evidencia forense; sus huellas digitales no se encontraron en el lugar, ni se encontr¨® sangre en ¨¦l o en su ropa¡±, afirma el defensor en el documental Los a?os de Fierro (2014).
A pesar de ello, Fierro fue sentenciado a la pena de muerte en 1980. Su condena se sustent¨® ¨²nicamente en su propia confesi¨®n y en el testimonio de un testigo colaborador de 16 a?os, Gerardo Olague, quien afirm¨® que ¨¦l y C¨¦sar hab¨ªan planeado robar al conductor del taxi y que, durante el asalto, vio a C¨¦sar apuntar su pistola magnum .357 y ¡°dispararle s¨²bitamente¡± al conductor por la nuca.
Durante el juicio, la defensa de Ce?sar Fierro present¨® el testimonio de su casero, quien afirm¨® que C¨¦sar se encontraba en su domicilio la noche del homicidio del taxista. La defensa siempre insisti¨® en que su confesi¨®n fue coaccionada y fabricada.
Intentos de suicidio
En 1980, cuando Fierro lleg¨® a la Unidad Ellis I, en el condado de Walker, donde desde 1965 hasta 1999 estuvo ubicado el corredor de la muerte de Texas para varones, cuenta que era el ¨²nico mexicano del pabell¨®n y se sent¨ªa solo. Fue ese a?o y en ese lugar donde comenzaron sus intentos de suicidio.
Luis Lara, quien fue c¨®nsul de protecci¨®n en Houston entre 2008 y 2013, recuerda en Los a?os de Fierro que el nivel de castigo en el que se encontraba C¨¦sar se denominaba ¡°suicidal warning¡± (peligro suicida). Fierro no ten¨ªa taza de ba?o, cama ni s¨¢banas, y lo manten¨ªan desnudo porque pod¨ªa ahorcarse con cualquier prenda.
En 1994, la defensa de Fierro present¨® evidencia que demostraba la colusi¨®n entre Medrano y la polic¨ªa de Ciudad de Ju¨¢rez para detener a sus familiares con el fin de obligarlo a confesar. Un juez de distrito recomend¨® que el caso se juzgar¨¢ nuevamente. Cuando el expediente lleg¨® a la Corte de Apelaciones Criminales, en Texas, el tribunal deneg¨® la repetici¨®n del juicio. En una controvertida decisi¨®n de cinco votos contra cuatro, la Corte se vali¨® de un tecnicismo legal para concluir que, aunque ¡°exist¨ªa una alta probabilidad de que la confesi¨®n hubiera sido coaccionada¡±, admitir dicha confesi¨®n como evidencia deb¨ªa considerarse un ¡°error inofensivo¡± y mantener la sentencia de muerte de Fierro.
A pesar de que la decisi¨®n se intent¨® apelar en tribunales federales de Estados Unidos, tanto el Tribunal de Apelaciones como la Corte Suprema de Justicia se negaron a admitir el caso.
Fierro pas¨® 20 a?os en Ellis I hasta que en 1999 fue transferido a la Unidad Polunsky, por una decisi¨®n de transferir a los recluidos a una prisi¨®n m¨¢s segura. En este nuevo recinto penitenciario se introdujo el confinamiento solitario y obligatorio para todos los internos sentenciados a muerte.
Dibujar con las u?as en la pared para no volverse loco
Fierro estuvo al menos 20 a?os en soledad en su celda en Polunsky. Durante la entrevista, ve la mesa en la sala de juntas del despacho jur¨ªdico donde se encuentra y afirma: ¡°La mesa es grande para la celda¡±. A los reclusos en el pabell¨®n de la muerte se les mantiene aislados en espacios de aproximadamente de 1.25 metros por cada lado, pasan normalmente 23 horas al d¨ªa en su celda y solo salen para ducharse y en su hora de esparcimiento solitario.
C¨¦sar s¨®lo pod¨ªa pasar sus d¨ªas cantando, haciendo ejercicio o dibujando con las u?as sobre la pared para mantener la cordura. Recuerda que su madre ya no alcanz¨® a visitarlo en Polunsky, ya que falleci¨® en 1999. ¡°Cuando muri¨® ella se acab¨® todo. Era mi mejor amiga¡±, se lamenta. El personal del consulado de M¨¦xico y el abogado que llevaba su caso lo visitaban cada 30 d¨ªas, recuerda Fierro. Dichos encuentros se llevaban a cabo en un cub¨ªculo, separados por un cristal y a trav¨¦s de un tel¨¦fono.
¡°Al verlos se te levanta el ¨¢nimo, pero a la vez uno se pone triste, porque era como si fueran a verme por ¨²ltima vez¡±, hace memoria el excondenado.
En los 41 a?os que estuvo recluido, recibi¨® m¨¢s de 14 llamados para recibir la pena de muerte, que en Texas se realiza con la aplicaci¨®n de la inyecci¨®n letal desde 1977.
¡°En el 84 estuve a cuatro horas de que me ejecutaran y es duro. Uno no tiene tiempo de que le d¨¦ miedo¡±, explica sereno Fierro, a miles de kil¨®metros de distancia de Texas, un Estado que ejecut¨® a 569 hombres durante las m¨¢s de cuatro d¨¦cadas que el mexicano permaneci¨® en el corredor de la muerte, seg¨²n datos del Departamento de Justicia Criminal, .
Entre 1999 y 2009 vivi¨® una ¡°d¨¦cada de horror¡± a cargo de los guardias, en la que fue golpeado, rociado con gas pimienta, estrangulado y privado de alimentaci¨®n, as¨ª como despojado de los medicamentos que necesitaba para tratar la depresi¨®n y la ansiedad, Los 10 a?os siguientes, afirma, ¡°fueron mejores¡±. En ese entonces conoci¨® a Santiago Esteinou, un director de cine que, al enterarse de su caso, decidi¨® realizar un documental sobre su vida.
Una nueva vida
La suerte o el destino, como ¨¦l dice, dieron un giro en 2019. Ese a?o los abogados de C¨¦sar presentaron una nueva apelaci¨®n ante la Corte de Apelaciones Criminales de Texas, en la que tanto la defensa como la Fiscal¨ªa estaban de acuerdo en los t¨¦rminos principales. El primer reclamo cuestionaba la validez y credibilidad del testigo cooperante que denunci¨® a Fierro en 1979, a partir de varios peritajes sobre la escena del crimen realizados entre 2014 y 2019. El segundo argumento fue que las instrucciones que se le dieron al jurado durante el juicio de sentencia de 1979 resultan inconstitucionales a la luz de los est¨¢ndares jur¨ªdicos vigentes, por lo que ese grupo de personas estuvo mal informado al momento de decidir imponer la pena de muerte a Fierro.
Finalmente, la Corte de Apelaciones Criminales de Texas dio por v¨¢lido el segundo argumento, anul¨® la sentencia de muerte y fue sentenciado nuevamente a ¡°vida en prisi¨®n con posibilidad inmediata para obtener la libertad condicional¡±, al haber cumplido m¨¢s de 40 a?os encerrado. La Junta de Perdones del Estado (Texas Board of Pardons and Paroles) le concedi¨® finalmente la libertad y, sin previo aviso, ni anticipaci¨®n de ning¨²n tipo, se le traslad¨® a un centro de detenci¨®n para migrantes, donde Fierro solicit¨® voluntariamente su repatriaci¨®n a M¨¦xico.
Si bien C¨¦sar es hoy un hombre libre, el Estado de Texas se ha negado a repetir su juicio. De este modo, el Estado ha evitado analizar a fondo la inocencia de Fierro y las circunstancias en las que se obtuvo su confesi¨®n. ¡°Si no hubiera aceptado, corr¨ªa el peligro de que me hubieran ejecutado. Tuve que firmar el acuerdo que tuvo la Fiscal¨ªa y mi defensa. Es muy dif¨ªcil que acepten que un mexicano gane un caso all¨¢ y de paso le paguen por todo eso¡±, precisa Fierro.
El 14 de mayo de 2020 los oficiales de migraci¨®n fueron por Fierro. Le dieron una camisa, un pantal¨®n y lo trasladaron hasta la frontera de Nuevo Laredo, en plena pandemia por la covid-19, y le indicaron que cruzara a M¨¦xico, donde ser¨ªa un hombre libre.
Encontr¨® a un joven cambiando d¨®lares por pesos. Le pidi¨® usar su tel¨¦fono y se le ocurri¨® llamar a su abogada, quien se asust¨® al enterarse que se encontraba en M¨¦xico. Se comunic¨® con el Consulado de Nuevo Laredo para que le fueran a recoger y lo trasladaran a Ciudad de M¨¦xico.
Desde que qued¨® en libertad, C¨¦sar ha permanecido en la capital, donde ha recibido la acogida y apoyo del equipo de producci¨®n que hizo un documental sobre ¨¦l hace una d¨¦cada. Sin embargo, los ¨²ltimos a?os no han sido f¨¢ciles. Fierro cuenta que cuando lleg¨® a donde vive, al principio ten¨ªa miedo de salir. ¡°Me mira la polic¨ªa y me palpita fuerte el coraz¨®n¡±, admite.
Ha logrado sostenerse econ¨®micamente gracias a la pensi¨®n para el bienestar de las personas adultas mayores, que le otorga bimestralmente 6.000 pesos. Adicionalmente cuida de los perros de una amiga y recibe algo adicional por ese servicio cada que se le solicita.
Si bien la CNDH no tiene competencia para pronunciarse sobre las posibles violaciones a derechos humanos cometidas por autoridades de Texas, en su recomendaci¨®n inst¨® a las autoridades municipales de Ciudad Ju¨¢rez a realizar un acto de reconocimiento de responsabilidad por los actos de tortura cometidos y que se brinde una disculpa p¨²blica a C¨¦sar, as¨ª como a tramitar la reparaci¨®n integral, psicol¨®gica, m¨¦dica y una medida de compensaci¨®n, por la gravedad de los hechos.
A la fecha, las autoridades municipales de Ciudad Ju¨¢rez no han dado cumplimiento a la recomendaci¨®n de la CNDH.
Fierro sabe que el tiempo no regresar¨¢. Que no le devolver¨¢ su vida y los planes que ten¨ªa hace 45 a?os; o a su hermano o a sus padres, a quienes no pudo velar ni llorar apropiadamente mientras permanec¨ªa encerrado. A sus casi 70 a?os, lo ¨²nico que espera es tranquilidad y, a pesar de las circunstancias, dice que le gustar¨ªa tener una disculpa p¨²blica; y espera que el testigo colaborador que lo acus¨® en 1979 diga la verdad alg¨²n d¨ªa, porque cree que puede reivindicarle y permitirle tener, al menos, ¡°un poco de justicia¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.