Pa¨ªs en llamas, presidente en paz
Que hay una identificaci¨®n entre la poblaci¨®n desfavorecida y este Gobierno, nadie lo niega. Que el presidente tenga que ser acreditado de moderar el encono, es harto cuestionable
Con crisis y emergencias por doquier, el final del sexenio de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador podr¨ªa ser visto como un desastre, igual o peor al de otros presidentes; empero, la sensaci¨®n generalizada luce distinta, y el mandatario hasta presume de su popularidad. ?Por qu¨¦?
Apagones en varias regiones del pa¨ªs, nuevas evidencias period¨ªsticas de corrupci¨®n del entorno presidencial y de un juez aliado a la candidata oficial, desd¨¦n y opacidad frente a reclamos ciudadanos por servicios y cotidiana violencia que deja cad¨¢veres por racimos.
Tal es el panorama de la semana, que en cuanto a noticias de la negligencia de L¨®pez Obrador y su equipo es todo menos excepcional o sorpresiva. El pa¨ªs, sin estirar la met¨¢fora, una vez m¨¢s en llamas mientras en Palacio Nacional entonan las ma?anitas a las progenitoras.
La atronadora revelaci¨®n de El Universal, de que la megafarmacia no surte ni tres recetas al d¨ªa, que por si fuera poco cae tras el reporte del exceso de muertos pand¨¦micos por las indecisiones de L¨®pez Gatell y sus jefes, no cala socialmente porque el presidente logra desacreditar a sus cr¨ªticos, incluso con herramientas de estos.
Algunas encuestadoras ayudaron a construir el mito de la popularidad de Andr¨¦s Manuel. Decidieron que ¨¦l era el par¨¢metro que definir¨ªa la realidad. El tabasque?o agradeci¨® el regalo. Si esa ser¨ªa la forma de auditarlo, fue por el 70 por ciento de la naci¨®n a costa del 30 restante.
Los voceros de la campa?a que busca que Morena retenga la presidencia no se cansan de repetir en cu¨¢ntos hogares hay programas sociales. Son much¨ªsimos. Y encima la candidata oficial promete m¨¢s entregas si la eligen el 2 de junio.
No sorprende entonces lo que encuestas de El Financiero han detallado que entre quienes reciben ayudas de este Gobierno, Claudia Sheinbaum lleva una s¨®lida ventaja, tan amplia que se antoja irremontable para la oposici¨®n.
Si el grupo mayoritario adem¨¢s de representado se siente feliz con el presidente, ?qu¨¦ habr¨ªa de preocuparle a ¨¦ste que no sea el mantener al macizo de la poblaci¨®n alineada con ¨¦l y sus candidatos? As¨ª, es l¨®gico que en la recta final emprenda ataques personales de precisi¨®n.
Cuando m¨¢s resistencia enfrentaba por quitar a las Afores dinero para copetear hasta el cien por ciento las pensiones de quienes se retirar¨¢n con menos de 16,777 pesos al mes, desliz¨® escabrosos detalles de una multimillonaria pensi¨®n que una de sus cr¨ªticas cobr¨® en Pemex.
El tiro medi¨¢tico, que puede ser calificado de ilegal, abusivo y antidemocr¨¢tico, es de una perversa eficiencia propagand¨ªstica. Enardece a la poblaci¨®n con la narrativa de que quienes cuestionan toda decisi¨®n presidencial tienen doble moral, cuando menos.
Y como desde los propios medios se aliment¨® el mito de la popularidad presidencial, qu¨¦ habr¨ªa que esperar en la pr¨®xima medici¨®n si no que se mantenga o incluso aumente la aprobaci¨®n del mandatario: la mayor¨ªa renovar¨¢ el apoyo, en buena medida porque alimenta el resentimiento popular frente a presuntos abusos de la casta dorada.
Los obradoristas siempre contestan que la polarizaci¨®n ya estaba ah¨ª, que no la cre¨® Andr¨¦s Manuel y que incluso ¨¦ste debe ser visto como alguien que ¡°responsablemente¡± administra la frustraci¨®n popular, y que sin L¨®pez Obrador el ¡°tigre¡± ya se habr¨ªa soltado.
Que hay una identificaci¨®n entre la poblaci¨®n desfavorecida y este Gobierno, nadie lo niega. Que el presidente tenga que ser acreditado de moderar el encono, es harto cuestionable. L¨®pez Obrador fomenta ese sentimiento para convertirlo en un mecanismo de respaldo y fuerza.
Desacreditar semana a semana a sus adversarios ¡ªm¨¢s que a los pol¨ªticos, a los medios, la academia y organizaciones sociales¡ª, sirve por partida doble: reanima la confrontaci¨®n de ¡°los de abajo¡± hacia ¡°los de arriba¡±, y mantiene ocupados a los cr¨ªticos.
As¨ª, toda crisis pasa al terreno de la lucha ideol¨®gica y nunca ser¨¢ evaluada en sus t¨¦rminos, es decir, aislada de la ret¨®rica del buen gobierno que quiere lo mejor para los pobres al tiempo que enfrenta a una ¨¦lite que busca el retorno de ¡°lo de antes¡±.
Si hay apagones, no es por la falta de capacidad de quien ya hace d¨¦cadas hab¨ªa causado una ca¨ªda del sistema: la verdadera causa de los cortes el¨¦ctricos es que otros gobiernos socavaron a la CFE y ha costado m¨¢s de lo estimado, en dinero y tiempo, recuperar para los mexicanos el patrimonio energ¨¦tico saqueado en la ¨¦poca blablabla.
Si diario hay muertos por decenas¡ vean, el Estado ya no causa las bajas, como antes; son ahora peleas entre gente que en el pasado no tuvo oportunidades, pero ya pronto con los apoyos sociales nadie tendr¨¢ que dedicarse a eso y volver¨¢ la paz: s¨ª, hay m¨¢s homicidios pero la violencia es menor porque no es gubernamental.
Antes que ridiculizar la frase de esta semana de L¨®pez Obrador al respecto, habr¨ªa que anotar que, en efecto, la gente percibe que hay menos inseguridad.
El presidente sabe lo que dice ¡ªsabe que hay trampa al reconocer m¨¢s homicidios, pero presumir menos violencia¡ª, y sobre todo sabe a qui¨¦n se lo dice: a quienes esperan pronto dejar de poner lo muertos, a quienes en este sexenio ya no culpan de estos al Estado.
Si no hay medicinas, m¨¦dicos ni citas ¡ªcomo descubri¨® Claudia Sheinbaum cuando de gira por Chiapas se le ocurri¨® preguntar qu¨¦ faltaba en salud¡ª, m¨¢s que responder por su fracaso de todo el sexenio en el abasto m¨¦dico, el mandatario tendr¨¢ ¨¦xito en responsabilizar a quienes saquearon ¡°antes¡±, sin perseguir a quienes saquean ahora.
?D¨®nde radica la solvencia de todo pretexto? En que lo dice Andr¨¦s Manuel. ?Y ¨¦ste c¨®mo refuerza tal credibilidad? Con las encuestas, que encima hacen desfallecer a los cr¨ªticos, afanados en que baje en la popularidad quien en realidad est¨¢ reprobado en temas concretos.
L¨®pez Obrador tiene un macizo de 60 a 70 por ciento de popularidad, seg¨²n quien mida. ?Es realmente extra?o en un pa¨ªs, por si fuera poco, con tradici¨®n presidencialista? No es ni at¨ªpico si se le compara con lo que sus predecesores alcanzaban (salvo Pe?a Nieto, claro).
Y mientras una minor¨ªa se pas¨® el sexenio anhelando que el hombre de Palacio le tomara la llamada, como antes, otros, m¨¢s c¨ªnicos, se resignaron a dejarle hacer cuanto quisiera si a cambio solo les cobraba impuestos que, nunca lo reconocer¨¢n, debieron haber pagado.
El negocio fue redondo: los empresarios ganaron como nunca y de paso les quitaron de encima la monserga de los reguladores. Volvi¨® la era del coyotaje de cuello blanco: en un cafecito se arregla cualquier cosa; si no, desarreglada estaba, pero ya tienen foto con el mero mero, o con su candidata.
A cuatro meses y medio del fin sexenal, en vez de sentirse acosado por distinto actores y problemas, L¨®pez Obrador sabe que solo ha de seguir cuidando la base que le hizo y le sostiene, y alimentar el resentimiento con un esc¨¢ndalo a la vez mientras niega la realidad.
Sabe que el truco funcionar¨¢ porque mientras desacredita a influyentes actores, lo mismo un obispo cr¨ªtico que a la ¨²nica candidatura opositora, otros entes poderosos practican c¨®moda resignaci¨®n a la espera del nuevo tlatoani, con quien tambi¨¦n se arreglar¨¢n. Como en los viejos tiempos.
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