La Ciudad de M¨¦xico en tiempos de Clara Brugada
Venir del oriente de la capital obliga a la nueva gobernante a dotar de sentido una administraci¨®n que logre un nuevo equilibrio en la urbe que es motor econ¨®mico, pero tambi¨¦n ejemplo de desigualdad
La capital ser¨¢ gobernada por alguien forjado en el oriente de la Ciudad de M¨¦xico, punto cardinal que encarna esencia y complejidad de la metr¨®poli. ?Hacia d¨®nde llevar¨¢ la nueva jefa de gobierno Clara Brugada, con su historia y manera de hacer pol¨ªtica, a la Ciudad de M¨¦xico?
Brugada y Los ?ngeles Azules disputan el cetro ic¨®nico de Iztapalapa. Si los m¨²sicos conquistaron el orbe sin dejar el barrio, si todo artista quiere grabar con ellos por su identificaci¨®n con el pueblo, de Brugada se puede decir lo mismo: es s¨ªmbolo de que es tiempo de los de abajo.
La reivindicaci¨®n del origen los une. El orgullo por las ra¨ªces en una sociedad que aceptaba la mezcla de actores de or¨ªgenes diversos, pero, como dijo Serrat muchos a?os atr¨¢s, solo en la fiesta, en ocasiones de excepci¨®n, tolerancia producto de estados alterados.
Por eso, que Clara gobierne la capital mexicana es un terremoto pol¨ªtico que ha estado un tanto en segundo plano por ese cisma que significa el arribo a la presidencia de Claudia Sheinbaum Pardo, la primera mujer en ejercer ese cargo en siglos.
Brugada escala ahora hasta la m¨¢xima posici¨®n de poder fiel a su esencia. Como hija y art¨ªfice del rasgo m¨¢s emblem¨¢tico del chilango: orgullosa representante del combativo car¨¢cter que reivindica derechos y rechaz¨® el anterior statu quo como ¨²nico M¨¦xico posible.
No extra?a pues que la nueva jefa de Gobierno homenajeara este s¨¢bado, al rendir protesta en el Congreso de la ciudad, la lucha de campesinos, estudiantes, mujeres y vecinos para ampliar las libertades; hace honores a movimientos en donde ha marchado.
Clara ejerce desde hoy el poder capitalino como premio a un activismo que no ha conocido pausa desde que a finales de los ochenta esta vecina de la Benito Ju¨¢rez, encontrara en Iztapalapa su camino a Damasco y ah¨ª quemara naves.
Ahora le toca hacer el camino inverso en m¨¢s de un sentido. Quien en tres ocasiones ha sido jefa en Iztapalapa, la demarcaci¨®n m¨¢s populosa y compleja, ahora tiene que, como ella misma lo acept¨® en el recinto de Donceles, gobernar para todas y todos en la capital.
Los retos formales de Clara Brugada son m¨²ltiples. Algunos heredados de varios gobiernos que sin distingo han pateado el bote ¡ªel abasto de agua y el desorden, no excepto de corrupci¨®n, del negocio inmobiliario¡ª y otros emergentes, como la crisis clim¨¢tica.
Y entre sus retos informales, nada desde?ables, destacan esos que surgir¨¢n por su presencia misma en la m¨¢xima instancia de autoridad de la capital mexicana. Porque Brugada, una afanosa del crear y proveer sistemas de cuidados, tambi¨¦n es el centro de varias luchas de poder.
Venir del oriente obliga a la nueva gobernante a dotar de sentido una administraci¨®n que logre un nuevo equilibrio en la ciudad que es motor econ¨®mico, pero tambi¨¦n ejemplo de desigualdad. Urbe de permanente relumbr¨®n y de a?ejas sombras que acosan a quienes menos tienen.
El arribo de Brugada nutrir¨¢ un debate genuino por la igualdad de oportunidades y la generaci¨®n de servicios p¨²blicos verdaderamente de calidad, pero tambi¨¦n desatar¨¢ temores por supuestos actos ¡°socializantes¡± de ella y los suyos en contra del mercado.
Aunque ha ofrecido en reiteradas ocasiones un gobierno de puertas abiertas, y ante empresarios ratific¨® que no hay mayor programa social que la generaci¨®n de empleos bien remunerados, no se ha de subestimar que Brugada desata temores por su carrera de activista.
C¨®mo ha de combinar su experiencia de l¨ªder en demanda de m¨¢s y mejores servicios para los que menos tienen, con la jefa de una ciudad donde los recursos, ahora lo vivir¨¢ en carne propia, nunca son suficientes para atender lo apremiante y lo esencial.
Ser¨¢ un momento digno de observarse. El primer gobierno de una activista de tiempo completo. Sin desde?ar su experiencia legislativa, a nivel federal y local, sin olvidar que fue diputada constituyente, la metamorfosis m¨¢s radical ser¨¢ la que Clara lleve en primera persona.
La nueva jefa de Gobierno gusta de las asambleas. Le gusta escuchar a todos antes de resolver. Su labor como gobernante de una ca¨®tica ciudad, siempre al filo de la cat¨¢strofe natural o de infraestructura, no necesariamente combina bien con esa manera de ejecutar acciones.
Su manifiesta intenci¨®n de estar lo m¨¢s cerca del territorio, de la poblaci¨®n, como hasta ahora ha sido su modelo de gesti¨®n, la pondr¨¢ a prueba. No vaya a ser que pase demasiado tiempo escuchando problemas antes que ejecutando soluciones.
Igualmente, el equipo que le acompa?a luce cargado en demas¨ªa hacia el activismo, hacia la pol¨ªtica, antes que hacia la t¨¦cnica o la definici¨®n de estrategias. ?Pasaremos de un gobierno, el de Sheinbaum, de acad¨¦micos a uno de activistas desde el poder?
En ese rubro surge un reto mayor en donde Brugada habr¨¢ de contener a los suyos y contenerse a s¨ª misma. Ser la jefa de Gobierno abre los apetitos futuristas rumbo al 2030. Si escucha el canto de las sirenas desde hoy, la nave capitalina padecer¨¢ las intrigas sucesorias.
Adem¨¢s, la gesti¨®n de Brugada querr¨¢ ser aprovechada por no pocos en Morena para hacer un contrapunto a la presidenta Sheinbaum. Se puede reeditar por tanto lo que vimos cuando se decidi¨® candidatura capitalina, cuando Clara lleg¨® a contrapelo del delf¨ªn de Claudia.
Esa pugna no est¨¢ terminada. Al contrario. Hay quien asume que la Ciudad de M¨¦xico ser¨¢ la trinchera desde donde los puros de Morena tratar¨¢n de resistir cualquier eventual desviaci¨®n de la presidenta, y que incluso le disputar¨¢n el ejercicio sucesorio a nivel nacional.
Parte del ¨¦xito nacional de la presidenta Sheinbaum est¨¢, sin duda, en que a la ciudad que ella gobern¨® le vaya bien. Que se consolide la idea de que hubo mejora. Y de que, en efecto, se logren ah¨ª servicios de calidad en el transporte o la salud.
Por estilo personal, la exjefa de gobierno querr¨¢ estar atenta a ello. Y no es arriesgado pronosticar una pugna de atribuciones entre Palacio Nacional y la nueva ocupante de la ex sede del Ayuntamiento. El Z¨®calo ser¨¢, pues, a querer o no, competencia de dos estilos de mandar.
No difieren en su apuesta por los m¨¢s pobres, pero s¨ª tienen m¨¦todos distintos y sus colaboradores dan cuenta de ello. Claudia ha incorporado cuadros no necesariamente del n¨²cleo duro, y Clara b¨¢sicamente tiene orgullosos militantes del mismo.
Independientemente de c¨®mo resuelvan esa colaboraci¨®n, el trasfondo de una falta de entendimiento podr¨ªa traducirse en el peor escenario: que otros sectores ajenos a Morena vean que son gobiernos sectarios antes que a la altura de la promesa de que tratar¨¢n de incluir a todos.
Brugada ha lanzado buenas se?ales de arranque. Este s¨¢bado reiter¨® que trabajar¨¢ con las 16 alcaldesas y alcaldes sin distingos y ofrece cogobernar con todos los actores. Honrar ese compromiso le llevar¨¢, necesariamente, a separarse, un poco al menos, de las bases.
La hija del oriente chilango tiene todo para ser una gran gobernante. La primera jefa de gobierno que surge del activismo puro y duro. Mujer de izquierda comprometida con las mujeres y los m¨¢s despose¨ªdos. Y es consciente de que ha de subir a todos a su proyecto. Ahora, a cumplir.
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