El progresismo regional ante la evidente militarizaci¨®n de M¨¦xico
En medio de tantos elogios y del ¨¢nimo colectivo de transformaci¨®n, sorprende el silencio ante una realidad innegable: ese ¨ªdolo del progresismo, junto con su partido, consolid¨® la militarizaci¨®n en M¨¦xico
En su conferencia matutina de cierre de mandato, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador dijo que dedic¨® su sexenio a servir al pueblo, empezando por los m¨¢s necesitados: ¡°Por el bien de todos, primero los pobres¡±. En su video de despedida comenta que sale orgulloso y satisfecho con su labor y por el legado que deja, el cual espera que contin¨²e. Y, como era de esperar, en su primer discurso como presidenta de M¨¦xico, Claudia Sheinbaum hizo eco a lo anterior. No solo resalt¨® la gran labor del saliente presidente por la transformaci¨®n profunda que lider¨®, sino que se desbord¨® en elogios llam¨¢ndolo ¡°uno de los grandes¡±, ¡°luchador social¡±, ¡°el que inici¨® la revoluci¨®n pac¨ªfica de la cuarta transformaci¨®n¡±.
Pero no fue solo ella. L¨ªderes regionales como Gustavo Petro, Gabriel Boric, Lula da Silva, Xiomara Castro e incluso algunos representantes internacionales como Irene Montero, quienes se identifican todos a s¨ª mismos como de izquierda o progresistas, elogiaron expl¨ªcitamente al presidente saliente. O incluso se presentaban como parte activa de esta transformaci¨®n. Ven a M¨¦xico como un pa¨ªs de referencia, con el que comparten luchas comunes, tales como la reducci¨®n de la pobreza, la lucha contra el hambre, la defensa de la democracia, el respeto a los derechos humanos y la integraci¨®n latinoamericana.
Sin embargo, en medio de tantos elogios y del ¨¢nimo colectivo de transformaci¨®n, sorprende el silencio ante una realidad innegable: ese ¨ªdolo del progresismo, junto con su partido, consolid¨® la militarizaci¨®n en M¨¦xico. Algo que ser¨¢ dif¨ªcil de revertir. Es cierto, mantener aliados es fundamental y por eso a veces se es m¨¢s suave con los amigos. Tambi¨¦n es claro que todos buscan avanzar en sus agendas de cambio, pero ?acaso la transformaci¨®n del sector de la seguridad no deber¨ªa ser una prioridad tambi¨¦n para el progresismo? Sobre todo cuando muchas de estas pol¨ªticas afectan especialmente al pueblo, a los m¨¢s necesitados.
Por eso preocupa que, en nombre de esa supuesta lealtad ideol¨®gica (necesitar¨ªamos otro art¨ªculo para discutir a fondo que L¨®pez Obrador no es exactamente de izquierda), el bloque progresista prefiera callar frente a la militarizaci¨®n de M¨¦xico. Especialmente cuando hay pocas cosas menos progresistas ¡ªy menos democr¨¢ticas¡ª que aumentar el poder econ¨®mico, pol¨ªtico y las facultades de las Fuerzas Armadas. En contraste (y contradicci¨®n), resulta notable que muchos de esos l¨ªderes han criticado, y con raz¨®n, otros modelos de seguridad bastante cuestionables, como el de El Salvador.
Y la preocupaci¨®n no es en vano. Una de las ¨²ltimas reformas que promovi¨® fue la modificaci¨®n del art¨ªculo 129 de la Constituci¨®n, que prohib¨ªa a militares realizar tareas ajenas a la disciplina militar. Ahora hay carta blanca porque esas funciones se ¡°limitar¨¢n¡± a lo que diga la Constituci¨®n y las leyes que emanen de ella. Esto quiere decir que las cuatro Fuerzas Armadas (Ej¨¦rcito, Fuerza A¨¦rea, Marina y Guardia Nacional) podr¨¢n dedicarse a lo que dicten las leyes que emanen de la Constituci¨®n, como lo que se le ocurra a la jefatura de Estado del momento: construir obras p¨²blicas, aeropuertos, trenes, complejos tur¨ªsticos, administrar aduanas... un sinf¨ªn de actividades que, no por casualidad, ya estaban pasando por medio de decretos presidenciales.
Adem¨¢s, sus reformas tambi¨¦n contemplaron que la Guardia Nacional, creada por ¨¦l para fungir como Polic¨ªa Nacional, con supuesta intenci¨®n de tener car¨¢cter civil, haga parte de la Secretar¨ªa de la Defensa Nacional (Sedena). Ser¨¢ una Fuerza Armada m¨¢s y pasar¨¢ a ser conducida por un general de divisi¨®n castrense. Pero no se detiene ah¨ª. Esta Guardia Nacional, que tambi¨¦n ser¨¢ responsable de tareas de seguridad p¨²blica como investigar delitos, ahora tendr¨¢ fuero militar. Es decir: cualquier violaci¨®n de derechos humanos o delitos que comentan sus miembros ser¨¢n juzgados en los tribunales militares. Es, en otras palabras, el famoso caso de ser juez y parte.
Esto es lo que ha promovido ¡°uno de los grandes¡±. El aliado, el amigo. El que en campa?a presidencial promet¨ªa ¡°sacar al Ej¨¦rcito de las calles¡±. Por eso, cabe preguntarse: ?C¨®mo puede el bloque progresista mostrarse tan t¨ªmido cuando uno de los grandes de la regi¨®n normaliza la presencia militar en la vida diaria? ?En serio no habr¨¢ un momento de pausa, entre tantos halagos, para reflexionar sobre esta situaci¨®n cr¨ªtica? ?Qu¨¦ har¨¢n l¨ªderes como Gustavo Petro o Irene Montero, siempre cr¨ªticos con la militarizaci¨®n? ?Seguir¨¢n guardando silencio sobre todo esto?
?C¨®mo pueden ser hermanos de lucha cuando ante unos abusos de autoridad o violaciones de derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad la ciudadan¨ªa tendr¨¢ poco por hacer? ?Y saben qui¨¦nes seguir¨¢n siendo los m¨¢s afectados? S¨ª: los pobres, los m¨¢s necesitados, que est¨¢n sistem¨¢tica y estructuralmente m¨¢s expuestos a potenciales abusos de poder, en M¨¦xico como en otros lugares. ?C¨®mo aplaudir esta transformaci¨®n cuando no solo se refuerza la militarizaci¨®n, sino que tambi¨¦n se debilita del Poder Judicial, se expande la prisi¨®n preventiva oficiosa, y se propone al pa¨ªs deshacerse de instituciones aut¨®nomas fundamentales para que haya pesos y contrapesos y evitar la concentraci¨®n de poder?
En teor¨ªa, la bandera de los gobiernos progresistas o de izquierda es impulsar agendas de cambio social profundo y, por tanto, ser¨ªa l¨®gico que fueran estos quienes lideraran la transformaci¨®n del sector seguridad. Sin embargo, en M¨¦xico estamos viendo la consolidaci¨®n de un modelo militarizado. Un enfoque que, lejos de ser progresista, otorga mayor poder pol¨ªtico y econ¨®mico a las Fuerzas Armadas. Adem¨¢s, si un supuesto gobierno transformador respalda y profundiza la militarizaci¨®n, ?qu¨¦ se?al env¨ªa a otros pa¨ªses de la regi¨®n?, ?les da una especie de ¡°luz verde moral¡± para que cualquier otro gobierno, independientemente de su orientaci¨®n pol¨ªtica, pueda justificar decisiones similares? Esto no solo contradice los valores progresistas, sino que adem¨¢s pone en riesgo los avances democr¨¢ticos que tanto ha logrado conseguir en una regi¨®n marcada por la desigualdad, las violencias y el fuerte pasado de dictaduras militares.
Por supuesto, la diplomacia, la estrategia y el mantener alianzas son cruciales para avanzar en agendas comunes. Pero espero que, al menos en privado, el sector progresista latinoamericano haga saber sus preocupaciones a la presidenta Sheinbaum. Y tambi¨¦n, aunque lo veo dif¨ªcil, conf¨ªo en que ella tenga raz¨®n cuando afirma que quienes ven militarizaci¨®n en M¨¦xico est¨¢n equivocados. Porque en una regi¨®n donde es cada vez m¨¢s urgente repensar la seguridad, que M¨¦xico ¡ªuno de los referentes m¨¢s importantes¡ª refuerce esta tendencia y vaya en contrav¨ªa, no hace m¨¢s que complicar el camino hacia soluciones verdaderamente transformadoras y efectivas para proporcionar la tan anhelada tranquilidad a nuestras ciudadan¨ªas.
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