Pensamiento ¡®low cost made in Spain¡¯
Espa?a deval¨²a peligrosamente el trabajo intelectual: empiezas abaratando las ideas y cuando te quieres dar cuenta vives rodeado de ideas baratas
El pensamiento en Espa?a est¨¢ de rebajas y los creadores viven en un continuo Black Friday. Mientras otros pa¨ªses inventaron las aerol¨ªneas low cost, nosotros hemos devaluado el pensamiento en una revoluci¨®n made in Spain sin precedentes. Aqu¨ª las ideas no valen nada, el tiempo de pensamiento tampoco, la filosof¨ªa mucho menos y en general cualquier persona que dedique su vida a trabajar con la palabra (y por lo tanto a crear pensamiento) estar¨¢ destinada a la precariedad, la intermitencia y la incertidumbre. El resultado: el pensamiento m¨¢s barato del mundo. ?Hemos dejado de pensar? No. ?Lo hacemos mucho peor que el resto? Mire usted, tampoco. ?Entonces? Espa?a es un caso de ¨¦xito. Un pa¨ªs de bares y turismo donde se puede vivir sin pensar. Y en caso de que alguien se atreva hacerlo, debe saber de antemano que lo har¨¢ gratis.
El modelo se entiende mejor con ejemplos concretos sobre el valor de la palabra en nuestro pa¨ªs. Presentar un libro: cero euros. Una colaboraci¨®n en prensa: a partir de 60 euros, seg¨²n denunciaba la escritora Elizabeth Duval en su cuenta de Instagram reclamando alguna opci¨®n digna para la producci¨®n cultural. Derechos de autor anuales: por debajo de mil euros para el 80% de autores espa?oles, seg¨²n el ¨²ltimo Libro blanco del escritor publicado por la Asociaci¨®n Colegial de Escritores. Creadores que sean capaces de vivir de su escritura: 16%, seg¨²n el mismo estudio. Autores que publiquen gratis para mantener su firma en medios digitales: no hay cifras, pero dir¨ªa que todos alguna vez, como m¨ªnimo. Conferencias en festivales o ciclos culturales: entre 300 y 500 euros de media. Por cierto (y esto siempre sin contrato que lo refleje ni advertencia previa): si no te importa vamos a grabarte, a subir tu v¨ªdeo a varias plataformas y a dejarlo all¨ª para siempre jam¨¢s, por el mismo precio. ?Vale?
Se empieza devaluando el pensamiento y termina uno convencido de que la realidad no necesita ser pensada. La diferencia entre lo uno y lo otro es solo un matiz. Pero ese matiz es tan peligroso como el aleteo del ala del murci¨¦lago que nos trajo la covid. Es por ese matiz que cuando una ni?a tiene grandes aptitudes para pensar con los n¨²meros, se le anima a continuar con su talento. Igual que cuando encontramos a un virtuoso del viol¨ªn o del deporte. Solo cuando el talento gira en torno a las palabras se recomendar¨¢ a la joven promesa que cambie de idea, que busque una profesi¨®n de la que pueda comer, que sirva para algo, con la que pueda ganarse la vida. Pero que nadie se enga?e, la ciencia y el pensamiento son la misma cosa. Por eso, cuando la palabra se ve amenaza, la ciencia misma est¨¢ en peligro de extinci¨®n. Un secreto: los cient¨ªficos tambi¨¦n piensan con palabras, tambi¨¦n necesitan los mitos y se explican con met¨¢foras. ?Qu¨¦ es el tiempo curvo sino una gran met¨¢fora?
Vale que la burbuja editorial se pinch¨® en Espa?a en los 90, pero m¨¢s all¨¢ del mercado, de la transici¨®n digital y de todos los cambios de modelo que est¨¦n por venir, hay un suelo pantanoso del que cada d¨ªa ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil salir: la ci¨¦naga que considera que el pensamiento no sirve para nada, esa es la clave de su devaluaci¨®n. Y as¨ª es como se hunde un pa¨ªs, cent¨ªmetro a cent¨ªmetro, como un hermoso palacio veneciano. ?Qu¨¦ pasa cuando el pensamiento se desprecia de manera continua y consciente? Pues suceden cosas malas y alguna buena, como en cualquier sistema complejo. El pensamiento espa?ol goza de buena salud, dir¨¢n algunos optimistas, pues el ejercicio de trinchera y supervivencia que supone trabajar con palabras ha creado la comunidad de creadores m¨¢s solidaria en muchos a?os. Puede incluso que la m¨¢s solidaria del mundo, a?ado. Las vocaciones subsisten y la cultura resiste¡ Pero el pensamiento se adhiere cada vez m¨¢s al dogma, la libertad al inter¨¦s, el valor al precio y la creatividad a la supervivencia. Son los da?os colaterales de un sistema como el nuestro: empiezas abaratando las ideas y cuando te quieres dar cuenta vives rodeado de ideas baratas.
Durante la pandemia el tejido cultural de este pa¨ªs se ha mostrado en plena forma. Directos en redes sociales, talleres de escritura, lectura de poemas en Instagram, filosof¨ªa port¨¢til, libreros de barrio con programaciones culturales apabullantes. ?Y todo gratis! No se trata de pedir subvenciones, no estoy hablando de eso, casi puedo escuchar el rumor de Twitter. Ya est¨¢n otra vez: artistas, perroflautas, vagos, m¨²sicos, actores o escritores pidiendo dinero p¨²blico. Paso ampliamente de las subvenciones. Lo que denuncio precisamente es el desprecio del mercado hacia el pensamiento. Y de la pol¨ªtica. Y de todas las instituciones. Un desprecio tan palpable como dram¨¢tico. Porque este murci¨¦lago ser¨¢ m¨¢s pronto que tarde un vampiro. Basta pensar un poco para darse cuenta¡ pero claro. No pagar¨ªamos un centavo ni por nuestros propios pensamientos.
Leo el excelente ensayo Trabajo. Una historia de c¨®mo empleamos el tiempo (Debate) del antrop¨®logo James Suzman y lloro de envidia cuando leo a qu¨¦ se dedica. Es director de Anthropos Ltd, un grupo de expertos que aplica m¨¦todos antropol¨®gicos para resolver problemas sociales y econ¨®micos contempor¨¢neos. Vive en Cambridge, ya saben, dentro de ese pa¨ªs organizado a partir de subvenciones a perroflautas, en una econom¨ªa tan poco competitiva como la alemana o la estadounidense. Es curioso pero las culturas que abrazan el libre mercado rara vez dudan de valorar el pensamiento, de potenciarlo, pagarlo y nunca maltratarlo. Al final, van a tener raz¨®n los que dicen que llegar¨¢ el d¨ªa en que solo se podr¨¢ pensar en ingl¨¦s. Eso o tomarse una ca?a al salir del curro y brindar por Ayuso y todos sus compa?eros de cuadrilla.
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