Sexo libre para ¡®tiktokers¡¯
?Vamos a seguir permitiendo que mediante la pornograf¨ªa y la explotaci¨®n sexual nos expropien incluso la capacidad de gozar libremente en compa?¨ªa de otros?
El sexo, a todas luces, es un gran invento: cuando lo practican los enamorados es lo m¨¢s cercano a una fusi¨®n con otro ser humano. Cuando no existe una vinculaci¨®n afectiva profunda es tambi¨¦n intercambio de placer y experiencia de goce compartido. Encima no requiere de artilugios ni costosas inversiones, bastan las ganas. No contamina, lo que no es poco a d¨ªa de hoy. Es m¨¢s sostenible un revolc¨®n que un chulet¨®n.
Pero para que el sexo sea sexo y no otra cosa m¨¢s parecida al maltrato, todas las partes implicadas tienen que poder practicarlo en igualdad de condiciones. Y eso, por ahora, est¨¢ lejos de ser una realidad. La libertad sexual la inventamos las mujeres porque nos dimos cuenta de que el antiguo orden nos relegaba a un papel marginal en una actividad en la que pon¨ªamos el cuerpo y el alma y a cambio obten¨ªamos malestar, agresiones o como m¨ªnimo, mucha frustraci¨®n. Ser objeto y no sujeto es injusto pero tambi¨¦n tremendamente aburrido. Estar a disposici¨®n de otros nada tiene que ver con la sexualidad sana. Impugnamos la doble moral de la puta y la virgen pero nos metieron en la trampa en la que estamos ahora: muchos hombres creen que ser libres sexualmente significa tener acceso ilimitado al cuerpo de las mujeres, consientan o no ellas, tengan o no tengan capacidad para decidir si s¨ª o no. Hab¨ªa que acabar con la penalizaci¨®n del sexo fuera de los r¨ªgidos cors¨¦s moralistas del matrimonio, pero para que las relaciones fueran m¨¢s igualitarias, no para inventar formas m¨¢s feroces de explotar a las mujeres mediante el sexo.
No hay sexo sin libertad porque lo otro es dominaci¨®n, sometimiento, violencia y sufrimiento. Por eso la verdadera revoluci¨®n sexual est¨¢ por llegar: se dar¨¢ el d¨ªa en que la mayor¨ªa de los hombres sepan relacionarse con sus parejas sin tener que maltratarlas. Na¨ªm Darrechi, el tiktoker que no quer¨ªa acabar fuera, no es una excepci¨®n: es un hijo tremendamente sano de la cultura sexual hegem¨®nica en la que vivimos, la de la pornificaci¨®n de las relaciones humanas. Nuestra especie est¨¢ generando un imaginario de brutalidad y violencia extrema cuya expresi¨®n m¨¢s suave es la de acabar dentro sin permiso. ?Vamos a seguir permitiendo que mediante la pornograf¨ªa y la explotaci¨®n sexual nos expropien incluso la capacidad de gozar libremente en compa?¨ªa de otros?
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