Adi¨®s a la canciller
Imbatida, Angela Merkel deja su largo liderazgo en Alemania y en la UE entre luces y sombras
Las elecciones federales de este domingo alumbrar¨¢n un nuevo liderazgo en el pa¨ªs clave de la Uni¨®n Europea. El pr¨®ximo Gobierno deber¨¢ lidiar con tres partidos, y no solo dos, y la misma figura de Angela Merkel es de imposible repetici¨®n. Ha sido clave tanto interna como internacionalmente. Durante cuatro mandatos y 16 a?os ha imprimido al cargo su estilo sobrio, pragm¨¢tico y a la vez pr¨®ximo a las cuitas cotidianas de sus compatriotas. Fue la primera mujer en convertirse en canciller en la historia de su pa¨ªs y aunque ha reclamado m¨¢s presencia de mujeres en distintos foros, solo recientemente, este mismo mes de septiembre, se ha proclamado feminista. Se va queriendo participar del viento de la historia.
Pero tambi¨¦n se ha convertido en un referente global por otras razones. Bajo la sombra del gran europe¨ªsta Helmut Kohl, al principio fue percibida en clave m¨¢s nacionalista que europea, pero supo luego corregirlo entre luces y sombras para erigirse en relevante interlocutora de Europa con el resto del mundo.
La mejor baza de la canciller cesante estriba en haber desplegado casi siempre pol¨ªticas sensatas mediante la continua b¨²squeda del centro pol¨ªtico y lejos de los extremos. Con esa flexibilidad, que en Espa?a se tilda para la pol¨ªtica interna de inconsistencia y oportunismo, encabez¨® Gobiernos de coalici¨®n con distintos socios: en tres ocasiones socialdem¨®cratas, y en una, liberales. As¨ª traz¨® tambi¨¦n un f¨¦rreo cord¨®n sanitario contra el populismo de ultraderecha, que acab¨® capotando bajo su firme defensa de los principios democr¨¢ticos. Ese viaje supon¨ªa tambi¨¦n la b¨²squeda de un centro de gravedad pol¨ªtico que aunase valores e intereses, la naci¨®n y la Uni¨®n, lo dom¨¦stico y lo global, la econom¨ªa y lo social. Ese mismo enfoque lo aplic¨® a las relaciones continentales e internacionales. En la crisis de Ucrania y la invasi¨®n rusa de Crimea fracas¨®, incluida la construcci¨®n de un segundo gasoducto con Rusia que aumenta su dependencia del gas ruso. En la Gran Recesi¨®n de 2008, provoc¨® un enorme sufrimiento con err¨®neas pol¨ªticas fiscales de austeridad que agravaron la situaci¨®n y provocaron una terrible crisis social en el sur europeo. Su imagen p¨²blica arrastra todav¨ªa aquel error.
En otras ocasiones acert¨® de pleno. Lo hizo en su r¨¢pida reacci¨®n frente a la explosi¨®n nuclear de Fukushima, desdici¨¦ndose de la apuesta nuclear. En la negociaci¨®n del Brexit supo evitar el prop¨®sito de Londres de alcanzar un acuerdo separado y/o disgregador, al socaire de la mayor afectaci¨®n objetiva de la industria y las exportaciones alemanas. Pese a iniciales conatos de unilateralismo, respald¨® tambi¨¦n una pol¨ªtica sanitaria europea frente a la pandemia, sobre todo en la vacunaci¨®n, y supo encarnar las mejores virtudes europeas al acoger a los refugiados en 2015, pese al coste pol¨ªtico que le supuso. Sin su impulso, tampoco hubiera resultado igual la estrategia de recuperaci¨®n econ¨®mica mediante el plan Next Generation y el endeudamiento com¨²n.
Su balance concreto es pues muy digno, aunque quepa retraerle la timidez de las inversiones internas (en infraestructuras, en digitalizaci¨®n) o el escaso empe?o transformador en las reformas. Pero Merkel, al cabo, ha terminado con la ecuaci¨®n de Alemania como gigante econ¨®mico y enano pol¨ªtico. Aunque queda margen para avanzar m¨¢s deprisa, tambi¨¦n en esta ¨²ltima dimensi¨®n ha logrado hacer de Alemania una locomotora.
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