La derecha y las mujeres
Nada como el aborto, nada como las cosas de las locas mujeres para tapar la ausencia de propuestas ante las grandes disrupciones del momento
Como el conejo de la chistera del mago, vuelve el aborto a la ret¨®rica de la derecha. Se lo debemos al dimitido canciller austriaco, Sebastian Kurz, que como un disc jockey reaccionario se aplic¨® en traducir las guerras culturales de la ultraderecha a un idioma mainstream. Aunque aqu¨ª hay tambi¨¦n magas y nigromantes, como vemos en las estratagemas de Ayuso y el mism¨ªsimo pr¨ªncipe Casado cuando, ay, la crisis del conservadurismo europeo descansa en ese vaciamiento ideol¨®gico y program¨¢tico que ellos representan, el mismo que hace arraigar de nuevo las ideas reaccionarias de siempre. Nada como el aborto, nada como las cosas de las locas mujeres para tapar la ausencia de propuestas ante las grandes disrupciones del momento, sin que importe reflotar temas sobre los que hay una mayor¨ªa social inequ¨ªvoca que ya forz¨® la dimisi¨®n del pizpireto Ruiz Gallard¨®n.
Son los medios quienes, tarde, han detectado ese otro escandaloso vaciamiento que el Ministerio de Igualdad no miraba ni de reojo. Porque el derecho al aborto que reconoce la ley de plazos casi no se puede ejercer en nuestra sanidad p¨²blica. Pero el problema para la derecha no son las pol¨ªticas concretas: el PP prefiere centrarse en la guerrilla cultural y lanzar peligrosos aguijonazos vac¨ªos. Su objetivo es cambiar la ley de plazos. De ah¨ª, el aviso de otro alcalde pizpireto de Madrid.
La guerra contra la ley de 2010 es una impugnaci¨®n deliberada del marco que permiti¨® su aprobaci¨®n: los derechos sexuales y reproductivos, vinculados a otros derechos fundamentales que la ley protege. La dignidad de la persona, el libre desarrollo de la personalidad y la integridad f¨ªsica o moral informan su pre¨¢mbulo. Pero, al parecer, que la ley reconozca el ¡°derecho a una maternidad libremente decidida¡±, que fomente ¡°relaciones de igualdad y respeto mutuo entre hombres y mujeres en el ¨¢mbito de la salud sexual¡± y la corresponsabilidad en la conducta sexual, tambi¨¦n en funci¨®n de la equidad de g¨¦nero, es un problema para el PP. Lo importante para la joven y pizpireta derecha no son las relaciones igualitarias de g¨¦nero o la autonom¨ªa de la mujer. En su rancio planteamiento, hombres y mujeres desaparecen como sujetos pol¨ªticos, sustituidos por el concebido no nacido y la mujer-madre: otro alucinante revival. El foco sobre la autonom¨ªa de la mujer y su libre decisi¨®n se desplaza hacia la promoci¨®n de la maternidad como valor central de la feminidad. Lo escuchamos en la ret¨®rica incendiaria de Giorgia Meloni, l¨ªder ultra de Fratelli d¡¯Italia, en el lenguaje mainstream de la faraona Ayuso, constructora de pir¨¢mides, pero tambi¨¦n en cierta izquierda ensimismada. El PP tiene espacio para cosechar en el centro y ejemplos en Europa que se lo aconsejan. Atacar el aborto, jugar al Tea Party en Europa es querer ser Orb¨¢n, regresar al b¨²nker, apostar por lo peor de la historia de un partido que, hace no mucho, dec¨ªa jugar en serio a ser liberal.
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