Huele a p¨®lvora
Pocas situaciones favorecen tan claramente los conflictos b¨¦licos como la inestabilidad que surge del desequilibrio de poderes
La guerra no conoce reposo. No se conoce ¨¦poca alguna sin guerras. Cada uno sacar¨¢ las conclusiones que considere conveniente sobre este hecho indiscutible, a veces hasta identificarlo con el estigma de Ca¨ªn. Con independencia de los defectos achacables a la naturaleza humana, pocas situaciones favorecen tan claramente el conflicto b¨¦lico como la inestabilidad que resulta del desequilibrio de poderes.
El diplom¨¢tico brit¨¢nico Robert Cooper, uno de los grandes art¨ªfices de la pol¨ªtica exterior europea, ha resumido en su ¨²ltimo libro (Los embajadores. Pensando la diplomacia desde Maquiavelo hasta los tiempos modernos) los distintos tipos de orden mundial que favorecen el mantenimiento de la paz. ¡°Primero est¨¢ la paz por el imperio; luego la paz, o mejor la limitaci¨®n de la guerra, por el equilibrio; tambi¨¦n la paz por separaci¨®n. El orden liberal conduce a la paz por la cooperaci¨®n, un sistema de consentimiento y de consenso que ofrece libertad adem¨¢s de paz¡±.
Una vez terminada la Guerra Fr¨ªa, un caso de orden bipolar con separaci¨®n en ¨¢reas de influencia, George H. W. Bush pretendi¨® construir un orden liberal cooperativo y su hijo George W. Bush lo enmend¨® dr¨¢sticamente al convertirlo en un orden unipolar imperial. Ahora estamos regresando a la casilla de salida. El orden mundial est¨¢ por definir. Ser¨¢ bipolar si China y Estados Unidos consiguen imponerse como dos superpotencias en relaci¨®n equilibrada y con un reparto del poder que no ser¨¢ ¨²nicamente en ¨¢reas de influencia. Ser¨¢ multipolar, en cambio, si otras potencias, Rusia o la Uni¨®n Europea por ejemplo, consiguen sentarse en la mesa de juego y hacer o¨ªr su voz y su influencia.
Instalados en la inestabilidad, todo est¨¢ por ver. Incluso el tipo de conflicto que puede conducir a un nuevo equilibrio: alrededor de la energ¨ªa, el cambio clim¨¢tico, las cadenas de suministros, la tecnolog¨ªa digital, la inteligencia artificial, los datos... Pero ser¨ªa una frivolidad olvidar el peligro b¨¦lico m¨¢s cl¨¢sico, en plena escalada armament¨ªstica asi¨¢tica y con un planeta en el que los puntos calientes se multiplican y a veces llegan a la incandescencia.
Es larga la lista. Taiw¨¢n y el entero espacio mar¨ªtimo del mar de la China meridional. Myanmar, con su ej¨¦rcito golpista enzarzado en una guerra civil. Yemen, Siria y Libia, desgraciadas reliquias b¨¦licas de las primaveras ¨¢rabes fracasadas. Desde hace un a?o, Etiop¨ªa, donde se est¨¢ hundiendo el proyecto federal y democr¨¢tico de Abiy Ahmed, premio Nobel de la Paz de 2019 y ahora jefe b¨¦lico contra los rebeldes del Tigray, sospechosos unos y otros de cr¨ªmenes de guerra. Y puede crecer todav¨ªa. En los conflictos enquistados de Ucrania, Georgia, Armenia; alrededor de Ir¨¢n; entre Pakist¨¢n e India; en Irak y Afganist¨¢n. O m¨¢s cerca en nuestro vecindario: dentro de la rep¨²blica multinacional de Bosnia, o entre Marruecos y Argelia.
Cuando huele a p¨®lvora, lo peor es quedarse dormido.
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