Farsa en Nicaragua
La perpetuaci¨®n de la autocracia se ha disfrazado de elecciones democr¨¢ticas sin la menor garant¨ªa y la oposici¨®n encarcelada
Nicaragua vivi¨® este domingo uno de sus d¨ªas m¨¢s tristes. Con los principales l¨ªderes de la oposici¨®n encarcelados o exiliados, las elecciones presidenciales consumaron una farsa que solo busca la perpetuaci¨®n de Daniel Ortega en el poder. Carentes de validaci¨®n alguna, los comicios deben marcar un punto de inflexi¨®n en las relaciones con un r¨¦gimen que ya hace mucho que se quit¨® la m¨¢scara y de cuyo despotismo no cabe la menor duda. Es hora de que la comunidad internacional trate a Ortega en consecuencia.
Mientras el r¨¦gimen intentaba imponer (sin ¨¦xito) una narrativa de normalidad a la jornada electoral, en las c¨¢rceles penaban en condiciones lacerantes cientos de detenidos por las protestas de 2018. Junto a ellos estaba la treintena de l¨ªderes civiles y pol¨ªticos a los que Ortega y su esposa, Rosario Murillo, erigida en segundo poder del Estado, ordenaron apresar en los ¨²ltimos meses para evitar su participaci¨®n en una elecci¨®n democr¨¢tica. En estas condiciones, la felicitaci¨®n y el reconocimiento que dio a Ortega el presidente de Venezuela, Nicol¨¢s Maduro, no fue otra cosa que un acto m¨¢s en esta enorme farsa.
Las cifras ofrecidas por el r¨¦gimen sobre la pretendida victoria de Ortega (75% de los votos y una participaci¨®n del 65%) son un puro dislate que ning¨²n organismo internacional ha reconocido. Por el contrario, organizaciones independientes como Urnas Abiertas apuntaron a que la abstenci¨®n hab¨ªa superado el 81,5% y encuestadoras como Gallup indicaron que un 65% hubiese votado a cualquier candidato que no estuviese en la ¨®rbita de Ortega, con independencia de su perfil pol¨ªtico o ideol¨®gico. Particularmente contundente ha sido el posicionamiento del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien advirti¨® de que utilizar¨¢ todas las herramientas diplom¨¢ticas y econ¨®micas para exigir responsabilidades tanto a Ortega y Murillo como a quienes han facilitado los abusos. En esa misma l¨ªnea se mostr¨®, antes del domingo, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell. La presi¨®n de la comunidad internacional tiene que ser decidida y exigente para terminar de una vez por todas con los abusos represivos en Nicaragua.
Nadie duda de que Ortega buscar¨¢ m¨¢s pronto que tarde una negociaci¨®n que le otorgue alguna apariencia de legitimidad democr¨¢tica y apertura pol¨ªtica: utilizar¨¢ a los cientos de presos como rehenes. Ah¨ª cobrar¨¢ especial importancia la fuerza que ejerzan desde fuera la comunidad internacional y, desde dentro, el sector empresarial. Anta?o gran aliado del gobernante sandinista, la iniciativa privada ha recibido los embates del r¨¦gimen hasta el punto de que el presidente y vicepresidente de la patronal tambi¨¦n han sido detenidos, pero a¨²n conserva cierta influencia y deber¨ªa usarla para evitar la perpetuaci¨®n de la autocracia. Cualquier bal¨®n de ox¨ªgeno que reciban Ortega y Murillo ser¨¢ a costa de una condena mayor para la sociedad de Nicaragua.
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