El legado amenazado de la Convenci¨®n de Ginebra
La estructura legal que ha sostenido en los ¨²ltimos 70 a?os la protecci¨®n internacional del desplazamiento forzoso est¨¢ en peligro por los constantes incumplimientos al derecho de asilo
En el g¨¦lido bosque de Bialowieza, en la frontera bielorrusa con Polonia, miles de migrantes se han convertido en la munici¨®n de un siniestro intercambio cuyas consecuencias tendr¨¢n un alcance continental. Si el comportamiento miserable del dictador Aleksandr Lukashenko es una muestra del peligro de los autoritarismos contempor¨¢neos, la respuesta equivocada de la UE podr¨ªa poner en riesgo el Estado de derecho y la estructura legal que ha sostenido durante d¨¦cadas la protecci¨®n internacional del desplazamiento forzoso.
En 2021 se cumplen 70 a?os de la adopci¨®n en Ginebra de la Convenci¨®n del Estatuto de los Refugiados y del funcionamiento del Alto Comisionado para los Refugiados. Ambos nacieron para dar soluci¨®n a los desplazamientos forzados por la II Guerra Mundial y crearon un entramado normativo y operativo que blindar¨ªa el derecho al asilo como derecho humano fundamental. Tambi¨¦n en 1951 se constitu¨ªa en Par¨ªs la Comunidad Europea del Carb¨®n y del Acero (CECA) que, a trav¨¦s de una alianza industrial con Alemania, aspiraba a una paz duradera en un continente devastado. Siete d¨¦cadas despu¨¦s, el legado de Ginebra sobrevive en un contexto pol¨ªtico muy fr¨¢gil, en el que la propia naturaleza de los desplazamientos ha desbordado lo previsible. La cosecha de la CECA, germinada en la actual Uni¨®n Europea, se afana en perdurar a pesar de la discordia y la falta de compromiso interno.
Los desplazamientos provocados por el cambio clim¨¢tico, las crisis alimentarias o la falta de recursos b¨¢sicos han difuminado la l¨ªnea divisoria entre los desplazamientos inducidos por el ser humano o por causas naturales. Desde 2008 m¨¢s de 318 millones de personas desplazadas clim¨¢ticas ni encajan ni sue?an hoy con el paraguas del refugio. El miedo a que estas categor¨ªas de desplazamiento ahoguen el derecho de asilo, les condena a vagar en un limbo de desprotecci¨®n legal cuya ¨²nica alternativa es el desplazamiento interno o compartir ruta con refugiados y otros migrantes irregulares ante la falta de v¨ªas legales y seguras hacia Europa.
Pero el debate sobre c¨®mo dar encaje a este tipo de desplazamientos desv¨ªa la atenci¨®n sobre el incumplimiento recurrente de la Convenci¨®n de Ginebra en su sentido m¨¢s cl¨¢sico, aun con sus reminiscencias euroc¨¦ntricas y sus carencias. El principio de no devoluci¨®n por el que una persona refugiada no debe ser devuelta a un pa¨ªs donde se enfrenta a graves amenazas a su vida o su libertad es hoy un derecho legalmente vinculante. Sin embargo, el acceso al asilo sufre hoy un asedio constante por aquellos que deber¨ªan protegerlo. No solo por parte de algunos estados miembros, sino por una Comisi¨®n Europea pusil¨¢nime, que ha descuidado su tarea de guardiana de los Tratados e ignora estos retrocesos en aras del blindaje fronterizo.
Hoy el derecho al asilo molesta, como demuestra la carta a la Comisi¨®n Europea de 12 ministros del Interior pidiendo la financiaci¨®n europea de muros y vallas. La utilizaci¨®n de seres humanos como instrumento de presi¨®n geopol¨ªtica por Bielorrusia, o anteriormente por Turqu¨ªa o Marruecos, son carburante para legitimar el desguace del acervo de 1951. Un muro es un rechazo ilegal en s¨ª mismo y si es financiado por la Comisi¨®n Europea es a¨²n m¨¢s grave. Desde Bruselas ya se emiten se?ales de laxitud. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, lo ve factible, y sus servicios jur¨ªdicos barajar¨ªan la hip¨®tesis de financiar muros a condici¨®n de que sean integrados y supervisados por Frontex y las agencias europeas.
Hace un a?o la Comisi¨®n Europea publicaba el Nuevo Pacto de Migraci¨®n y Asilo que debiera haber puesto punto final a cinco a?os de improvisaci¨®n e insolidaridad interna. A pesar del esfuerzo por sacar la narrativa migratoria de las garras del populismo xen¨®fobo, la nueva agenda de la presidenta Ursula von der Leyen no dejaba de ser vino viejo en odres nuevos. Un pacto criticado adem¨¢s por la complejidad y disparidad de instrumentos normativos y actores implicados, que al poner en el mismo saco pol¨ªticas de asilo, retornos y control de fronteras crea una mezcolanza perniciosa para los derechos de las personas migrantes y el derecho de asilo.
Las entradas irregulares ni se acercan a las de 2015 y las llegadas de Afganist¨¢n ¡°no han mostrado un cambio marcado¡± pero la UE est¨¢ en guardia y se percibe el miedo. Hoy solo hay consenso y avances en materia de fronteras, externalizaci¨®n y retornos. Mientras el vecindario europeo tira de la cuerda para calibrar su creciente influencia, Pakist¨¢n, Ir¨¢n o Ruanda se preparan para ejercer de fronteras lejanas. En el interior, Dinamarca franque¨® la en¨¦sima l¨ªnea roja, declarando Damasco ciudad segura para el retorno.
Hace 70 a?os que se firm¨® el Convenio de Ginebra, pero tambi¨¦n que la UE dio su primer paso hacia la construcci¨®n de un espacio libre, justo y de derechos compartidos. Ambos legados son hoy m¨¢s vulnerables e interdependientes que nunca. Protegerlos, aun con todas sus carencias, es una cuesti¨®n de supervivencia.
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