La burocracia asfixia las ayudas europeas
Si queremos que las ayudas lleguen a los aut¨®nomos y a las peque?as y medianas empresas sobre las que descansa la mayor parte del empleo, no hay m¨¢s opci¨®n que cambiar el modelo de adjudicaci¨®n de fondos
Hace poco estuve en Andaluc¨ªa y me dediqu¨¦ a tratar de entender las tripas de la Administraci¨®n espa?ola. Mi gran preocupaci¨®n como europarlamentaria es que, cuando legislamos desde Bruselas, no vemos los cuellos de botella a los que se enfrentan las administraciones p¨²blicas. Por eso fui a la Junta, a conocer el funcionamiento de la Direcci¨®n General de Fondos Europeos que gestiona una enorme cantidad de dinero: m¨¢s de 8.000 millones de euros de ayuda social y regional recibidos entre 2014 y 2020. All¨ª me entrevist¨¦, acompa?ada por el director general y por mi equipo, con los jefes de servicio que gestionan los ocho procesos por los que tiene que pasar cada una de las l¨ªneas de ayudas que se abren.
Pues bien, no me he podido quedar m¨¢s sorprendida.
Nos gusta repetir una y otra vez que las ayudas deben llegar a las peque?as y medianas empresas para que el dinero se utilice bien y sirva para lo que est¨¢ pensado. Pero el laberinto del proceso es aterrador.
Vamos a verlo con un ejemplo, el de las pymes o aut¨®nomos de la hosteler¨ªa que piden una ayuda de 2.000 euros. El primer paso es cumplir con la normativa auton¨®mica, nacional y europea en la estrategia que presenta cada siete a?os la comunidad aut¨®noma a Bruselas, y que esa comunidad tenga los fondos propios para adelantar el dinero.
El segundo es garantizar que se cumplen los requisitos. En el caso de los 2.000 euros, m¨¢s de 30 exigencias para que la ayuda llegue a un bar o un peque?o establecimiento. Para facilitarlo, la Junta ha optado por un proceso de robotizaci¨®n que evite papeleo a los empresarios, lo que implica una tremenda inversi¨®n en digitalizaci¨®n y resta recursos a otros proyectos. Se hace, claro, porque las ayudas son hoy m¨¢s necesarias que nunca.
Pero el esfuerzo mereci¨® la pena, ?verdad? ?Ya est¨¢ el dinero aqu¨ª? ?No!
Una vez que las exigencias est¨¢n gestionadas, formuladas y aprobadas, empieza una carrera de obst¨¢culos para que la Comisi¨®n reembolse la ayuda. Se abre un nuevo proceso que incluye m¨¢s de media docena de controles ejercidos por distintos ¨®rganos. Las comprobaciones son fundamentales para evitar la picaresca, que nadie se equivoque, pero es imprescindible que est¨¦n bien pensadas. La inspecci¨®n es una cosa; la disuasi¨®n por agotamiento, otra muy distinta.
La Direcci¨®n de Fondos solicita a la consejer¨ªa que corresponda (en el caso del ejemplo, la de Econom¨ªa) que env¨ªe los 31 documentos asociados a las m¨¢s de 31.000 empresas y aut¨®nomos de la hosteler¨ªa que hayan podido demostrar que han perdido m¨¢s del 30% de ingresos (complicado, en un sector as¨ª). Esa informaci¨®n pasa por un primer control de un equipo de m¨¢s de 150 expertos de una gran empresa de consultor¨ªa (una de las llamadas Big Four ¡ªlas cuatro grandes auditoras¡ª, que, a diferencia de aut¨®nomos y pymes, no sufren colapsos burocr¨¢ticos).
De ah¨ª se pasa un segundo control que recaba datos cruciales exigidos por la Comisi¨®n, pero que casi no se usan despu¨¦s, a pesar de lo ¨²tiles que podr¨ªan ser para la evaluaci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas. Otro filtro disuasorio.
Y despu¨¦s, un nuevo control interno, seguido de otra comprobaci¨®n de la Administraci¨®n (Intervenci¨®n General del Estado), una m¨¢s de la Comisi¨®n y finalmente, un ¨²ltimo control del Tribunal Europeo de Cuentas. Dobles, triples o cu¨¢druples controles sobre la misma ayuda que no desembocan en una mejor gesti¨®n del dinero.
Ya lo he dicho antes, y lo reitero: estoy completamente a favor de los controles f¨¦rreos sobre el uso del dinero p¨²blico. Pero con cabeza. No puede ser que los gestores huyan de los fondos europeos por las dificultades del proceso; es un desprop¨®sito que las administraciones que tengan buenas ideas de c¨®mo aplicar estrategias de crecimiento, digitalizaci¨®n y sostenibilidad para peque?as empresas se encuentren con obst¨¢culos casi infranqueables.
Y quiero reconocer el enorme esfuerzo, muchas veces minusvalorado, de las entidades responsables de los fondos europeos en las administraciones p¨²blicas. Es evidente su enorme voluntad de que el dinero tenga impacto y pueda ayudar a mejorar la competitividad de la regi¨®n. Pero no se lo ponemos f¨¢cil.
Por eso animo a eurodiputados y comisarios europeos, y a los diputados nacionales y auton¨®micos, a pasar un par de d¨ªas en las oficinas de la Direcci¨®n General de Fondos de cualquier comunidad aut¨®noma, para que entiendan el reto al que se enfrentan.
Si queremos que las ayudas lleguen a los aut¨®nomos tan golpeados por la crisis, a los negocios familiares que abren la persiana cada d¨ªa con incertidumbre y a las peque?as y medianas empresas sobre las que descansa la mayor parte del empleo, no hay m¨¢s opci¨®n que cambiar el modelo. As¨ª, como est¨¢ ahora, es imposible. Europa no puede ser el s¨ªmbolo de una burocracia que desemboque en frustraci¨®n. Esos fondos est¨¢n para modernizar y transformar la econom¨ªa, ayudar a los ciudadanos a salir adelante y aumentar el bienestar de las sociedades. Hagamos que eso sea verdad.
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