Concertar con las ¨¦lites
Sin mayor¨ªas estables en el Congreso, la negociaci¨®n de un nuevo contrato social, redefiniendo el papel del Estado en la educaci¨®n, la salud, las pensiones y los desbordamientos del mercado, tendr¨¢ que ser la prioridad de Gabriel Boric
Dos a?os despu¨¦s del golpe de 1973, Milton Friedman visit¨® la Escuela de Negocios de Valpara¨ªso, invitado por sus exalumnos de la Escuela de Chicago y el gerente del Banco Hipotecario de Chile, para abogar por la supremac¨ªa del mercado, la reducci¨®n del gasto p¨²blico y el oligopolio aunque convivieran con el terror pol¨ªtico: el programa implementado por los primeros ministros econ¨®micos de la dictadura, que enriqueci¨® a las ¨¦lites y empobreci¨® a los sectores populares. El arquitecto del liberalismo a ultranza, parad¨®jicamente autor de Capitalismo y Libertad, no era partidario de los calmantes sino de la amputaci¨®n. Su ideario, apalancado en la Constituci¨®n de 1980, consagr¨® a Chile como enga?oso referente de bienestar y progreso durante m¨¢s de tres decenios. Poco import¨® que la violaci¨®n de derechos, el exiguo asistencialismo de Estado y la acumulaci¨®n de rencor acompa?aran la estabilidad macro.
Sin mayor¨ªas estables en el Congreso, la negociaci¨®n de un nuevo contrato social, redefiniendo el papel del Estado en la mercantilizaci¨®n de la educaci¨®n, la salud, las pensiones y los desbordamientos del mercado, tendr¨¢ que ser la prioridad de Gabriel Boric, que no podr¨¢ conseguirlo con estabilidad social si los capitanes de empresa y las ¨¦lites que disfrutaron de barra libre en el acopio de ganancias e influencia no arriman el hombro. No ser¨¢ f¨¢cil el acuerdo hacia una nueva redistribuci¨®n del poder porque los emporios pol¨ªticos, econ¨®micos y militares recalcitrantes siguen encapsulados en una insolidaria subestimaci¨®n del sufrimiento ajeno y capean los cambios estructurales que resten privilegios.
Pero el inmovilismo de la derecha codiciosa y de la extrema izquierda en babia es mal negocio. Si la inequidad en la distribuci¨®n de riqueza no se remedia desde la convergencia de programas acabar¨¢ incendiando las clases medias vulnerables, rescatadas de la pobreza durante los razonables equilibrios macroecon¨®micos de la Concertaci¨®n.
De vuelta a Chicago, Friedman escribi¨® a Pinochet agradeci¨¦ndole su hospitalidad: ¡°Nos hicieron sentir como si realmente estuvi¨¦ramos en casa¡±. Los estragos del coronavirus, la sucesi¨®n de protestas y un presidente de 35 a?os certifican la emergencia de un Chile sociol¨®gicamente distinto, demandante, mayoritariamente contrario a seguir siendo el acogedor domicilio de un neoliberalismo que privatiz¨® bienes p¨²blicos como si estuviera en Estados Unidos y los necesitados fueran amparados por un Estado de bienestar noruego.
Bienvenida sea la nueva Constituci¨®n, pero la reformada por Ricardo Lagos en 2005 hubiera servido para combatir la desigualdad y atender demandas impostergables, cuya soluci¨®n solo ser¨¢ posible desde una nueva Concertaci¨®n entre las fuerzas parlamentarias y las ¨¦lites, incluidas las culturales y, desgraciadamente, las charlatanas, tan abundantes como las malas hierbas. El acuerdo es complicado, pero gratifica escuchar a Gabriel Boric que su compromiso con la democracia y los derechos humanos ser¨¢ total, sin respaldos de ning¨²n tipo a dictaduras y autocracias, moleste a quien moleste.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.