Anta?o y hoga?o
Creo que siempre hay una aventura nueva que meterse en la cabeza para hacer de quijote un rato, por eso hay esperanza y tiene sentido desear un feliz 2022
Quiso Miguel de Cervantes que don Quijote en su lecho de muerte se viniera abajo, mirara hacia atr¨¢s, reconsiderara sus aventuras, se arrepintiera de ellas y pinchara las expectativas propias y los miedos ajenos con una frase hermosa y triste: ¡°V¨¢monos poco a poco, pues ya en los nidos de anta?o no hay p¨¢jaros hoga?o¡±. Brillan m¨¢s en la historia de nuestros t¨®picos literarios sus delirantes luchas contra los molinos, el soltar embravecido a unos presos, el yelmo m¨¢gico, los sue?os de grandes monstruos y ricas ¨ªnsulas; no hemos perpetuado en nuestra memoria a un Quijote cuerdo sino al loco. Y ese personaje cuerdo que recapitula en la cama y que da por imposibles los sue?os que alberg¨® se asemeja bastante a nosotros mismos en estos d¨ªas, en esta ¨¦poca de inevitable inventario y retrospectiva que guardan los finales de a?o.
Todo es fabricado en la medici¨®n del tiempo que hacemos los humanos al separar a?os, meses, d¨ªas, horas, minutos y segundos. Como es artificial, este sistema de medida es de c¨®mputo tajante: lo que en la naturaleza es una modulaci¨®n gradual del buen tiempo a la lluvia, de la luz a la sombra, del oto?o al invierno, eso que en el cielo es un ¡°v¨¢monos poco a poco¡±, es en el reloj un orquestado pasar de las doce a la una. Nada ser¨¢ m¨¢s acompasado que nuestra ceremonia de final de a?o: el d¨ªa 31 nos dar¨¢n las 12 campanadas y habr¨¢ un intervalo de silencio entre dos momentos de ruido, el del final y el del inicio; entonces empezar¨¢ un a?o nuevo aunque nada cambie: seguir¨¢n las mascarillas, seguiremos los de siempre y faltar¨¢n los que ya hace meses que echamos de menos porque la vida nos los quit¨® de la agenda.
En el artificio del a?o, que tiene su correlato natural en ciclos m¨¢s org¨¢nicos, como los de la cosecha o las estaciones, hemos descansado secularmente nuestras marcas de fin de etapa. Es una convenci¨®n, pero el a?o nos funciona como una unidad de medida de la vida. Y eso lo muestra la lengua. Hemos usado el a?o para medir aquello que nos ha dado de comer durante siglos: la tierra y los animales; los a?ojales son los montes que cumpl¨ªan un a?o tras haber sido limpiados de matas y hierbas malas; un a?o de vida de becerros y corderos serv¨ªa para llamarlos a?ojos. Lo que suced¨ªa cada a?o se llamaba cada?al y el contraste, doloroso o no, entre el a?o anterior frente al a?o presente sirvi¨® para nombrar dos bellos adverbios: anta?o (ante annum, un a?o antes) y hoga?o (hoc anno, en este a?o). Los dos est¨¢n en la frase quijotesca: el anta?o que nombra todo lo de ayer y el hoga?o que nombra todo lo de hoy. Este segundo adverbio, el referido al tiempo m¨¢s actual, es curiosamente el que se nos ha quedado anticuado: lo empleaba Cervantes para representar a un Quijote que claudica, pero ya no lo usamos los hablantes de hoy. Nos gusta m¨¢s mirar hacia atr¨¢s, a las aventuras que nos hicieron personajes anta?o, y no a un hoga?o que sentimos demasiado cabal o duro. Pero yo creo que siempre hay una aventura nueva que meterse en la cabeza para hacer de quijote un rato, por eso hay esperanza y tiene sentido desear un feliz 2022, como ahora hago a mis lectores de hoga?o.
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