?Apostar por la televida?
No todas las actividades pueden llevarse a cabo de forma virtual. Y hay muchas otras en las que decantarse por ese camino como ¨²nica opci¨®n termina corrompiendo la actividad misma
La palabra del a?o 2021, seg¨²n la Fundaci¨®n del Espa?ol Urgente (Fund¨¦uRAE), ha sido ¡°vacuna¡±, por su presencia en los medios de comunicaci¨®n y en la vida corriente como tambi¨¦n por sus m¨¦ritos ling¨¹¨ªsticos. Quedaron en segundo t¨¦rmino vocablos como ¡°fajana¡±, ¡°negacionista¡± o ¡°criptomoneda¡±, una palabra esta ¨²ltima que ya hab¨ªa venido quedando finalista en ocasiones y, por suerte, no ha conseguido subir al primer puesto. El a?o anterior, la vencedora fue, con toda justicia, ¡°confinamiento¡±, un t¨¦rmino del que ahora llevamos camino de poder librarnos, dado el declive de ¨®micron, que ojal¨¢ se convierta en una gripe m¨¢s, para la que, afortunadamente, se est¨¢n descubriendo tratamientos. Como es l¨®gico, han surgido reflexiones sin cuento sobre qu¨¦ habremos aprendido de estos tiempos recios para construir un mejor futuro, entre ellas la necesidad de asumir la mirada propia de un cosmopolitismo arraigado, preocupado por lo local y abierto al mundo, pero tambi¨¦n un inmenso elenco, en el que figura la necesidad de no sustituir la vida cotidiana, tejida sobre las relaciones presenciales, por ese suced¨¢neo al que podr¨ªamos llamar ¡°televida¡±.
Gracias al extraordinario progreso de las tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n y la informaci¨®n, ha sido posible durante estos dos a?os seguir en contacto telem¨¢ticamente con familiares y amigos, organizar congresos y encuentros, comprar a trav¨¦s de internet, continuar trabajando, mantener la educaci¨®n, llevar a cabo transacciones comerciales y esa gran cantidad de actividades que el confinamiento habr¨ªa vetado de ra¨ªz. Mantener la conexi¨®n fue posible en el nivel local y global.
?ste no es un mundo nuevo, claro est¨¢. La apuesta por las actividades virtuales viene de antes, un porcentaje de la poblaci¨®n ya hac¨ªa uso de ellas especialmente desde el ¨²ltimo tercio del siglo pasado, pero a partir de los meses de febrero y marzo de 2020 tuvieron que hacerlo con m¨¢s intensidad, y otros empezaron a aprender entonces a manejarse en ese mundo. Los nativos digitales estaban en su elemento, y los emigrantes digitales tuvieron que ponerse al d¨ªa para no quedar fuera de juego.
Al hilo de la pregunta por el futuro que queremos construir, algunos consideran estas formas de conexi¨®n digital como un suced¨¢neo ¨²til en tiempos de emergencia, al que recurrir como complemento en situaciones de normalidad, nunca como un sustituto. Mientras que, seg¨²n otros, es una posibilidad de transformar el modelo productivo, con grandes ventajas, como ahorrar movilidad y energ¨ªas, mejorar el medio ambiente o propiciar que los urbanitas se trasladen a las zonas rurales, paliando el abandono de la Espa?a vac¨ªa.
Quien desee asumir la segunda opci¨®n ha de percatarse de que no todas las actividades pueden llevarse a cabo virtualmente, pero tambi¨¦n de que en otras tomar la televida como opci¨®n ¨²nica corrompe la actividad misma, y en todos los casos importa preguntar qui¨¦nes pueden estar interesados en que la vida se transforme en televida.
Como recuerdan, entre otros, Jos¨¦ Mar¨ªa Peir¨® y Jos¨¦ Mar¨ªa Soler, el teletrabajo est¨¢ vedado a un buen n¨²mero de actividades productivas, como las que pertenecen al sector agr¨ªcola, forestal y pesquero, a los servicios de restauraci¨®n, de atenci¨®n personal y protecci¨®n, a los operadores de instalaciones y maquinaria, a las ocupaciones elementales y las Fuerzas Armadas. Dentistas, peluquer¨ªas, salones de belleza lo tienen no s¨®lo complicado, sino imposible, mientras que administrativos, t¨¦cnicos, intelectuales, cient¨ªficos, contables pueden acogerse a la opci¨®n telem¨¢tica en un elevado porcentaje de casos.
Sin embargo, importa aclarar qu¨¦ significa ¡°poder acogerse¡±, porque no debe tratarse de asumir esa opci¨®n de por vida, sustituyendo la relaci¨®n presencial por la virtual o, lo que es todav¨ªa peor, por el recurso a la web. Debe tratarse, por el contrario, de que en su trabajo abran al menos dos v¨ªas: la presencial, como v¨ªa cotidiana, y la telem¨¢tica como complementaria, como recurso para quienes voluntariamente prefieran hacer uso de ella. Nunca sustituir la primera por la segunda, nunca dejar que la televida mate la vida.
Esta doble v¨ªa es imprescindible en distintas actividades, pero quisiera mencionar tres por su car¨¢cter de urgencia: la financiera, la propia de las administraciones p¨²blicas y la m¨¦dica.
En cuanto a las entidades financieras, en los ¨²ltimos tiempos el tambi¨¦n valenciano Carlos San Juan de Laorden ha recogido, seg¨²n mis ¨²ltimas noticias, m¨¢s de medio mill¨®n de firmas para reclamar atenci¨®n presencial en las entidades bancarias para las personas que no se manejan digitalmente. Lleva toda la raz¨®n. Por desgracia, suele entenderse que se trata s¨®lo de ofrecer una atenci¨®n especial para personas de edad, eufemismo que se emplea para designar a los ancianos, con ese paternalismo con que se habla de ellos, como si edad no tuviera ya el reci¨¦n nacido. O cuando se emplea esa condescendiente expresi¨®n ¡°nuestros mayores¡± y nunca se dice ¡°nuestros menores¡±. Esa larvada gerontofobia, incapaz de entender que todas las personas tienen igual dignidad, sea cual fuere su edad y condici¨®n.
Pero, en cualquier caso, esta excelente iniciativa tiene que ser acogida y ampliada, porque la atenci¨®n presencial en entidades financieras y en las administraciones p¨²blicas no es una cortes¨ªa de unas y otras, sino un deber que tienen que cumplir porque corresponde a un derecho. En el primer caso, un derecho del cliente, por modesto que sea. En el segundo, un derecho del ciudadano. No es una simple cuesti¨®n de cortes¨ªa, sino un derecho a ser recibido por un ser humano en un despacho dentro de un horario amplio, comentar con ¨¦l sus problemas, pedir consejo y recibir respuestas dialogadas de una persona humana, no de una m¨¢quina.
No se trata de poner como limosna una l¨ªnea de ¡°banco amigo¡± o de ¡°Administraci¨®n cercana¡± para atender a quienes han de reconocer vergonzantemente que no son nativos digitales, como si eso fuera una falta, sino que se trata de una cuesti¨®n de derechos y deberes: de devolver a las entidades financieras y a las administraciones p¨²blicas la estructura presencial que tuvieron mucho antes de la pandemia y que los confinamientos han venido a demoler, con la especie de que es una mejor forma de prestar servicio.
Ocurre algo similar a lo que sucedi¨® con el Movimiento del Lenguaje Claro y Llano, que surgi¨® en los a?os setenta del siglo pasado y se propone establecer una mayor simetr¨ªa entre gobiernos, administraciones p¨²blicas o legisladores y ciudadan¨ªa, entre profesionales y destinatarios de la actividad profesional, entre empresas o entidades financieras y sus grupos de inter¨¦s, entre medios de comunicaci¨®n y oyentes, lectores o espectadores. Se hablaba entonces de reconocer abiertamente que la claridad no es s¨®lo, como dec¨ªa Ortega, la cortes¨ªa del fil¨®sofo, sino un derecho de los ciudadanos y de los destinatarios de las actividades profesionales.
Y si esto vale para el mundo financiero y el de las administraciones p¨²blicas, qu¨¦ decir ya del mundo sanitario, en el que la relaci¨®n personal es insustituible, como tan bien han destacado entre nosotros Pedro La¨ªn o Diego Gracia. Poder hacerlo como corresponde exige invertir en salud p¨²blica, en personal y en edificios. Pero, como suger¨ª hace alg¨²n tiempo, para eso sirve la ¨¦tica, para abaratar costes en lo secundario y poder invertir en lo esencial para la vida de las personas.
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