Europa busca su norte
Esta UE no debe ser ¨²nicamente un producto de la sinton¨ªa entre sus gobiernos, sino la toma de conciencia de sus ciudadanos de que tanto su paz como sus intereses y sus valores se encuentran amenazados
Vlad¨ªmir Putin ha situado a Europa ante un escenario que cre¨ªamos parte de un pasado irrepetible. Nos encontramos ante la versi¨®n m¨¢s irracional de un presidente ruso cuya pol¨ªtica exterior ha ido degenerando desde aquel d¨ªa a comienzos de este siglo en que George W. Bush le mir¨® a los ojos y dijo encontrar un hombre del que se pod¨ªa fiar.
El riesgo de que estalle una tercera guerra mundial es real. Rusia est¨¢ bombardeando posiciones ucranias a escasos kil¨®metros de las fronteras con la OTAN, y, vista la imprevisibilidad de Putin, no podemos descartar la posibilidad de que la guerra en Ucrania d¨¦ paso a una confrontaci¨®n directa entre Rusia y la Alianza Atl¨¢ntica. Eso nos situar¨ªa ante un posible conflicto nuclear, una conflagraci¨®n que nuestros l¨ªderes pol¨ªticos tienen el deber de evitar.
Rusia y Europa conforman un mismo macizo geogr¨¢fico, sin mar o barrera alguna que interrumpa el paso desde el Atl¨¢ntico hasta los Urales, por lo que la estabilidad en un extremo del continente es fundamental para la paz continental. Por otro lado, las barreras diplom¨¢ticas entre Rusia y la OTAN se multiplican. Nunca en un conflicto tan trascendental como este las organizaciones internacionales que fueron creadas tras la II Guerra Mundial para garantizar la paz y la estabilidad en el mundo hab¨ªan estado tan ausentes. Incluso la Organizaci¨®n para la Seguridad y la Cooperaci¨®n en Europa, que es la organizaci¨®n que se fund¨® para promover la cooperaci¨®n y el entendimiento entre Rusia, EE UU y Europa, est¨¢ teniendo serias dificultades para ayudar en la resoluci¨®n de este conflicto.
La Uni¨®n Europea ha respondido con solidez, usando las capacidades de las que dispone. La contundencia de las sanciones es muestra de la unidad europea, pero Europa no est¨¢ lo suficientemente preparada para afrontar y dar respuesta a sus retos m¨¢s inmediatos. Ahora, lo esencial para Europa es definir bien sus prioridades, situar bien su norte.
En primer lugar, la Uni¨®n Europea tiene que desarrollar sus capacidades de seguridad y defensa. La Br¨²jula Estrat¨¦gica debe servir para orientar las decisiones en pol¨ªtica de defensa y de seguridad europea. Sin duda, Europa tiene que invertir en sus capacidades militares, pero sobre todo debe hacerlo en clave europea.
Los Estados miembros tienen que adoptar una visi¨®n europea en sus planificaciones militares nacionales. Una defensa europea eficaz no es una cuesti¨®n de gasto militar en el plano nacional, sino una cuesti¨®n de eficiencia. Basta saber que, seg¨²n datos de la Agencia Europea de Defensa, la suma de los gastos en defensa de los Estados miembros de la UE equivale a unos 200.000 millones de euros, superior a los de la India, Rusia y el Reino Unido juntos.
En segundo lugar, la Uni¨®n Europea debe replantear su dependencia energ¨¦tica de Rusia. Europa lleva demasiado tiempo dependiendo del gas ruso, y es posible que Europa tenga que pagar el coste de desacoplarse energ¨¦ticamente de Rusia. Es un precio que ha empezado a pagar Alemania con la cancelaci¨®n del gasoducto Nord Stream 2. Como dice Nathalie Tocci, del Istituto Affari Internazionali, no hay c¨¢lculo econ¨®mico que valga cuando de lo que estamos hablando es de la unidad europea.
En tercer lugar, Europa tiene que definir una pol¨ªtica migratoria com¨²n que abra la posibilidad de segmentar geogr¨¢ficamente la responsabilidad de acogida de los refugiados provenientes de nuestras respectivas vecindades, Este o Sur. La decisi¨®n unilateral que tom¨® la entonces canciller alemana Angela Merkel acogiendo en 2015 a cientos de miles de refugiados sirios, mientras el resto de Europa miraba hacia otro lado, debe dar paso a una voluntad com¨²n de ayudar a quienes huyen de la guerra.
El ¨¦xodo de casi dos millones de refugiados ucranios que han cruzado la frontera con Polonia ha evidenciado las incongruencias de la pol¨ªtica migratoria europea. La solidaridad europea con los refugiados ucranios es un gesto positivo que ha mostrado la mejor cara de nuestra ciudadan¨ªa, pero que debiera hacernos reflexionar sobre nuestra actitud claramente menos acogedora con los refugiados que vienen de otras partes del mundo.
Por ¨²ltimo, Europa tiene que mitigar los efectos de la guerra para la seguridad alimentaria mundial. Ucrania y Rusia son el granero del mundo, que conjuntamente proporcionan el 19% del suministro mundial de cebada, el 14% del trigo y el 4% del ma¨ªz, por lo que esta guerra va a afectar a muchas otras econom¨ªas. Por poner un ejemplo, en Kenia la mitad de las importaciones de trigo provienen de Rusia y Ucrania. Con 276 millones de personas en el mundo que sufren de hambre severa, las regiones m¨¢s pobres tambi¨¦n sufrir¨¢n las consecuencias de este conflicto, independientemente de la lejan¨ªa geogr¨¢fica de la contienda.
La Uni¨®n Europea tiene que pensar en sus prioridades m¨¢s inmediatas, pero no podemos olvidar que Europa naci¨® para construir la paz y evitar la guerra, y esta debe seguir siendo su esencia. Un mundo que sigue padeciendo la pandemia y sus efectos y que a duras penas podr¨¢ revertir las consecuencias del cambio clim¨¢tico no se puede permitir un conflicto de estas caracter¨ªsticas.
Europa tiene que usar los medios a su disposici¨®n, como las sanciones econ¨®micas o financieras, para cambiar el comportamiento de Putin. Sobre todo, tiene que crear las condiciones para evitar que este conflicto mute en una guerra entre potencias.
El papel de China, que se muestra ambigua ante la aparente petici¨®n de armamento por parte de Putin, ser¨¢ decisivo para evitar un conflicto mundial. La ¨²ltima reuni¨®n entre Xi Jinping y Vlad¨ªmir Putin en la v¨ªspera de los Juegos Ol¨ªmpicos de Invierno de Pek¨ªn de este a?o parece sugerir un acercamiento de posiciones entre Mosc¨² y Pek¨ªn.
Podr¨ªamos estar asistiendo una reedici¨®n de la visita a China del entonces presidente estadounidense Richard Nixon en 1972, que perfil¨® las relaciones entre EE UU y China para hacer frente a una amenaza compartida: la Uni¨®n Sovi¨¦tica. La tentaci¨®n china de formar una alianza sino-rusa existe, pero a Pek¨ªn no le conviene objetivamente una guerra mundial, y mucho menos ser part¨ªcipe en ella.
Evitar esa alianza sino-rusa es fundamental para preservar el equilibrio en las relaciones internacionales. Europa debe, y puede, esforzarse para que China asuma su papel para la b¨²squeda de una salida negociada al conflicto. Para ello, es fundamental que EE UU, la Uni¨®n Europea y la OTAN no sean percibidos como actores d¨¦biles y fragmentados, ni en lo dom¨¦stico ni en pol¨ªtica exterior.
A pesar de la tragedia que supone esta guerra, debo decir que me siento orgulloso de la imagen que ha dado Europa en las ¨²ltimas semanas. La respuesta tanto en Bruselas, Par¨ªs, Berl¨ªn, Varsovia o Madrid ha sido un¨¢nime: las agresiones de Putin no pueden quedar impunes. Esta Uni¨®n Europea no debe ser ¨²nicamente un producto de la sinton¨ªa entre sus gobiernos nacionales, sino la toma de conciencia de sus ciudadanos de que tanto su paz como sus intereses y sus valores se encuentran amenazados. Solo as¨ª encontrar¨¢ Europa su propio norte.
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