?Esp¨ªas o escuchas?
El caso Pegasus podr¨ªa desatar una crisis existencial, sin que haya en La Moncloa ning¨²n estratega capaz de marcar agenda definiendo su propia visi¨®n de la realidad
En La Moncloa han vuelto a comprar el marco mental propuesto por sus rivales. ?Recuerdan el caso de las macrogranjas que rompi¨® la campa?a electoral de Castilla y Le¨®n? Cuando el ministro de Consumo insinu¨® que la ganader¨ªa extensiva era m¨¢s ecol¨®gica que la industrial, le crucificaron por tratar de arruinar a los ganaderos, siendo desautorizado por su propio Gobierno. A lo que Garz¨®n respondi¨®: ¡°Si compras el marco de la derecha est¨¢s derrotado¡±, como as¨ª ocurri¨® el 13-F.
Pues bien, ahora la Moncloa ha vuelto a asumir el marco del espionaje propuesto por los secesionistas, que al saberse investigados judicialmente por sus desmanes subversivos del oto?o de 2019 han logrado recalificar las escuchas sufridas para revenderlas como espionaje pol¨ªtico, mediante la asesor¨ªa pericial de una red de la que forman parte los propios hackers secesionistas que organizaron el Tsunami Democratic de los incendiarios CDR. Y gracias a lo sexy que les parece a los medios el espionaje pol¨ªtico, han logrado que ese marco falaz sea comprado por The New Yorker, por la prensa espa?ola y por el propio staff de Moncloa, que olvidando la regla de no pensar en elefantes, hizo suyo el r¨®tulo del espionaje con la fallida esperanza de zafarse de ¨¦l. Pero el ministro Bola?os a¨²n hizo adem¨¢s algo peor.
Para defenderse de la acusaci¨®n de espionaje no se le ocurri¨® nada mejor, como si un clavo sacase otro clavo, que anunciar otro espionaje todav¨ªa m¨¢s grave sufrido por el Gobierno a manos de una potencia exterior, cayendo as¨ª en la trampa del esp¨ªa espiado. Sin darse cuenta de que, al asociar ambos espionajes por activa y pasiva, convalidaba sin querer la regla de tres esgrimida por el secesionismo: el Estado espa?ol esp¨ªa a Catalu?a del mismo modo que un Estado extranjero esp¨ªa a Espa?a. ?Qu¨¦ m¨¢s podr¨ªa desear el independentismo que verse tratado como un poder externo al que espiar? Pero por mucho que se quejen, no hay tal. No es espionaje, propio de las relaciones internacionales, sino escuchas judiciales: derecho penal, imperio de la ley. Pues quienes sostienen que ¡°ho tornarem a fer¡± son los mismos que ahora exigen garant¨ªas de que el ¡°espionaje¡± no vuelva a ocurrir, reclamando patente de impunidad. Ergo, no investigarles con escuchas preventivas ser¨ªa incurrir en suicida imprudencia temeraria.
Estos fallos de comunicaci¨®n se suceden en La Moncloa desde que salieron Redondo e Iglesias, sin que Bola?os sea capaz de ocupar su hueco vac¨ªo. La gaffe de las macrogranjas s¨®lo fue una crisis puntual, pero esta vez el caso Pegasus podr¨ªa desatar una crisis existencial, sin que haya en La Moncloa ning¨²n estratega capaz de marcar agenda definiendo su propia visi¨®n de la realidad. Y en su ausencia se imponen los encuadres marcados por los secesionistas, por Unidas Podemos o por la oposici¨®n, quedando el Gobierno a remolque de las sesgadas visiones de los dem¨¢s. De ah¨ª que tanto la mayor¨ªa que le presta apoyo como la misma coalici¨®n gobernante est¨¦n en un impasse, plante¨¢ndose sus miembros si no habr¨¢ llegado la ocasi¨®n de hacer mutis por el foro, como ¨²nico modo de conservar su menguante chance electoral.
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