La Europa posheroica y la heroica Ucrania
Las mentalidades pol¨ªticas de sus gentes son distintas, pero lo importante es conservar las complicidades
El mundo es el mismo, pero las cosas se ven de distinta manera seg¨²n el momento hist¨®rico que cada pa¨ªs est¨¦ viviendo. Y por ah¨ª podr¨ªan venir los ruidos entre buena parte de los Estados de la Uni¨®n Europea y Ucrania. El historiador Adam Tooze lo recordaba en un art¨ªculo reciente, refiri¨¦ndose a otro publicado hace unas semanas, ambos en estas p¨¢ginas. ¡°Como se?ala Habermas¡±, escrib¨ªa, ¡°los aliados no deben reprocharse mutuamente el hecho de tener diferentes mentalidades pol¨ªticas que hist¨®ricamente no coinciden porque unos est¨¢n todav¨ªa en pleno proceso de construir un Estado nacional y otros han superado ya ese proceso de formaci¨®n¡±. Y a?ad¨ªa: ¡°Ucrania y Alemania tienen que aprender a relacionarse pese a ese desfase. Y para eso hacen falta tacto, perspicacia y diplomacia¡±. Hay pa¨ªses en el continente que tienen Estados de derecho ya consolidados y democracias asentadas y unas sociedades del bienestar que mal que bien funcionan, en cambio Ucrania est¨¢ todav¨ªa peleando por alcanzar esos objetivos. En un lado, las poblaciones tienen un esp¨ªritu posheroico, y dan las cosas por hechas y saben que las instituciones hacen ya una buena parte del trabajo. En el otro, todo est¨¢ por construir.
En el pr¨®logo de su libro sobre Vlad¨ªmir Putin, El hombre sin rostro, la periodista Masha Gessen cuenta lo que le ocurri¨® a Galina Starovoitova, una etn¨®grafa que se convirti¨® en una entusiasta activista prodemocracia en los tiempos en que la Uni¨®n Sovi¨¦tica se ven¨ªa abajo. Fue una colaboradora cercana de Bor¨ªs Yeltsin desde 1990, pero dos a?os despu¨¦s termin¨® expulsada de los c¨ªrculos del poder cuando denunci¨® que el Partido Comunista empezaba a reconstruirse en el seno de la KGB a pesar de que lo prohib¨ªa una ley aprobada hac¨ªa poco. Tuvo que irse a ense?ar a Estados Unidos. Regres¨® en 1994 cuando Yeltsin atac¨® Chechenia; ten¨ªa que responder de alguna manera. As¨ª que se fue a los Urales a reconstruir su partido, Rusia Democr¨¢tica, y a empezar de cero.
Gessen quiso saber de d¨®nde sacaba tanta energ¨ªa. Galina Starovoitova no supo contestarle, pero un d¨ªa la llam¨®, justo antes de someterse a una operaci¨®n. ¡°En la antigua Grecia hab¨ªa una leyenda sobre las arp¨ªas¡±, le dijo. ¡°Son sombras que solo cobran vida si beben sangre humana. La vida de un acad¨¦mica es la vida de una sombra. Cuando una participa en la configuraci¨®n del futuro, aunque sea solo una peque?a parte del futuro ¡ªy de esto trata la pol¨ªtica¡ª, es cuando quien era una sombra puede cobrar vida. Pero para eso una ha de beber sangre, incluida la suya propia¡±. En 1998 la liquidaron a balazos en la puerta de su apartamento de San Petersburgo. Ten¨ªa planes para presentarse en las elecciones para gobernar la regi¨®n de Leningrado y en las presidenciales rusas del a?o 2000.
Hay momentos as¨ª, en el que las sombras cobran vida para pelear por el futuro. Es lo que hoy explica la resistencia de esos cientos de miles de oscuros ciudadanos que batallan en Ucrania contra el invasor ruso: se lo juegan todo. Les toca ser heroicos, no les queda otra. En los pa¨ªses de la Uni¨®n, en cambio, la preocupaci¨®n mayor de sus gentes es que no suban demasiado la tarifa de la luz ni el precio de la cesta de la compra. Temperaturas de ¨¢nimo distintas, no cabe duda, pero lo importante es que no se impongan los reproches y, sobre todo, que la colaboraci¨®n fluya y sea efectiva.
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