Colombia: seis propuestas para el pr¨®ximo cuatrienio
Humberto de la Calle ha planteado a los dos candidatos a la presidencia un verdadero programa de gobierno que incluye la aplicaci¨®n ¨ªntegra de los acuerdos de paz
En momentos de incertidumbre, sobre todo cuando hay mucho en juego, Colombia siempre puede contar con la irresponsabilidad de sus l¨ªderes. As¨ª ocurri¨® en los d¨ªas previos al 26 de mayo, cuando los colombianos nos prepar¨¢bamos para votar en la primera vuelta de estas elecciones con cuyos resultados ambiguos estamos tratando de lidiar. En ese pa¨ªs atemorizado por los unos y exacerbado en sus ¨¢nimos oscuros por los otros, no se les ocurri¨® a algunos pol¨ªticos mejor idea que agitar con todas sus fuerzas los fantasmas del fraude y la conspiraci¨®n. Y uno se tiene que preguntar si no est¨¢n viendo la misma realidad que vemos otros, donde las redes sociales ya viven su propia versi¨®n de un enfrentamiento civil y donde a veces parece que s¨®lo faltara una chispa de nada para lanzarnos a un incendio mayor.
As¨ª fue como el expresidente Andr¨¦s Pastrana, experto en desperdiciar cada buena ocasi¨®n de quedarse callado, crey¨® oportuno denunciar sin una sola prueba un ¡°golpe de Estado¡± en curso y exigirle al presidente Iv¨¢n Duque que lo detuviera. El golpe, seg¨²n Pastrana, se estar¨ªa dando por medio del software de la compa?¨ªa cuyas m¨¢quinas contaron los votos, y los que hemos tenido el infortunio de seguir muy de cerca la pol¨ªtica estadounidense pensamos de inmediato en la teor¨ªa an¨¢loga de Trump: que las m¨¢quinas contadoras estaban conspirando con los dem¨®cratas y la Venezuela de Maduro para falsear los resultados. Por otra parte, Gustavo Petro, el candidato de la izquierda, denunci¨® en el cierre de su campa?a que hab¨ªa en el Gobierno de Duque un plan para suspender las elecciones: un ¡°golpe al voto popular¡±, lo llam¨®, una semana antes de convertirse en el claro ganador de la primera vuelta. Por supuesto que nada de eso ocurri¨®: al d¨ªa siguiente de las elecciones, la gran noticia aparte del resultado fue la sorprendente normalidad del conteo.
Pero quedaron sembradas las semillas de la discordia, y ahora, cuando nos acercamos a la segunda vuelta, esos fantasmas toman un car¨¢cter todav¨ªa m¨¢s amenazante. Contra todos los pron¨®sticos, el contendiente de Gustavo Petro no ser¨¢ Federico Guti¨¦rrez, el candidato que agrup¨® a las fuerzas m¨¢s tradicionales de la derecha, incluidas las m¨¢s intolerantes y violentas, sino Rodolfo Hern¨¢ndez, un populista de manual al cual me refer¨ª con m¨¢s detalle hace una semana. Este personaje de ignorancia notoria convenci¨® a millones de incautos con una sola cantinela sin ideas: acabar con la corrupci¨®n. En un pa¨ªs que hace mucho tiempo perdi¨® la confianza en su clase pol¨ªtica, este hombre de temperamento irascible y lenguaje de mat¨®n de barrio (hay v¨ªdeos en los que propina una cachetada a otro pol¨ªtico y audios en los que amenaza a alguien con pegarle un tiro) se convirti¨®, por arte de TikTok, en una alternativa viable, sobre todo para millones de votantes que nunca se han dejado incomodar por eso que llamamos cultura pol¨ªtica: las varias preguntas, algunas muy dif¨ªciles, que nos hacemos para llegar a una conclusi¨®n cualquiera sobre el pa¨ªs que queremos.
Y el problema, a pocos d¨ªas de las elecciones, es que las encuestas m¨¢s recientes hablan de empate t¨¦cnico entre los dos candidatos. Esa situaci¨®n, en un escenario convulsionado y tirante, puede convertirse en un verdadero estallido social si los que son percibidos como l¨ªderes no echan mano de la moderaci¨®n y la sensatez en proporciones que hasta ahora no han demostrado. Por eso es tan importante la presencia entre nosotros de Humberto de la Calle, el jefe de los negociadores de esos acuerdos de paz que se han convertido para m¨ª en el mayor de los desvelos. De la Calle, una de las pocas figuras de nuestra pol¨ªtica que conserva intacta su autoridad moral, acaba de lanzar un documento abierto de acuerdos m¨ªnimos con la intenci¨®n de que no se pierda, en la mara?a de nuestros enfrentamientos mezquinos, la ¨²nica cosa en la que se ha puesto de acuerdo la mayor¨ªa: la jubilaci¨®n (por decirlo con cari?o) de la clase pol¨ªtica tradicional. Para consolidar esa exigencia de cambio, De la Calle propone que los candidatos acepten una especie de pacto de seis puntos: seis propuestas para el pr¨®ximo cuatrienio.
?Y cu¨¢les son? Por ejemplo, aceptar los resultados de las elecciones sin alentar rumores de fraude; por ejemplo, respetar la Constituci¨®n y sus mecanismos en caso de cualquier inconformidad. Tan fr¨¢gil es la situaci¨®n de nuestra democracia, a juzgar por los ¨¢nimos que se sienten, que estas propuestas suenan hoy como un acto de osad¨ªa digno de un verdadero estadista. (Claro, De la Calle est¨¢ asumiendo el liderazgo que no tiene, pero deber¨ªa tener, el presidente Duque). Otras propuestas tienen nombre propio, aunque no se mencione. Lo de ¡°preservar el modelo de econom¨ªa abierta¡± va dirigido a Petro, que se ha labrado a pulso la fama de verlo con malos ojos; lo de decretar estados de excepci¨®n ¨²nicamente ¡°con sujeci¨®n estricta a las normas constitucionales¡±, en cambio, va dirigido a Hern¨¢ndez, que absurda y peligrosamente ha amenazado con empezar su gobierno decretando la Conmoci¨®n Interior: una figura que le permitir¨ªa suspender la Constituci¨®n durante 90 d¨ªas.
La quinta de las seis propuestas de Humberto de la Calle es la que m¨¢s me interesa, y de alguna forma todo este art¨ªculo era una manera de comentar este punto. All¨ª se hace, en poqu¨ªsimas palabras, un verdadero programa de gobierno que me ha llenado de melancol¨ªa por el hecho simple de que no sea De la Calle el candidato. Pues bien, uno de los compromisos que el documento les pide a los que s¨ª lo son, a los dos que irremediablemente se disputar¨¢n la presidencia en poco m¨¢s de una semana, es la aplicaci¨®n ¨ªntegra de los acuerdos de paz que se firmaron en el Teatro Col¨®n. Otros votar¨¢n con distintas prioridades en mente; para m¨ª, este aspecto de nuestros desacuerdos es de una importancia definitiva. Si la primera vuelta de las elecciones dej¨® algo en claro, aparte del repudio de la clase pol¨ªtica de siempre, es la transformaci¨®n brutal que ha ocurrido en el pa¨ªs desde aquel malhadado plebiscito de 2016 que sigue marcando nuestras vidas.
En aquellos d¨ªas, una campa?a de mentiras y desinformaci¨®n inventada de cero por la derecha uribista sembr¨® divisiones innecesarias entre nosotros, calumni¨® el proceso de paz y puso a los ciudadanos en su contra, y estuvo a punto de sabotearlo por completo. Ahora, cuando el tiempo ha pasado y la gente se ha dado cuenta de que las acusaciones de los enemigos del proceso eran mentiras grotescas ¡ªni el pa¨ªs ha ca¨ªdo bajo el castrochavismo, ni ha desaparecido la propiedad privada, ni los acuerdos han destruido la familia cristiana¡ª, resulta que todos los candidatos con posibilidades reales han prometido defenderlo. M¨¢s all¨¢ de la honestidad o la hipocres¨ªa con que lo dijeran, eso fue lo que todos creyeron conveniente decirles a los ciudadanos: porque eso era lo que los ciudadanos, o al menos su amplia mayor¨ªa, quer¨ªan o¨ªr. Para los que hemos defendido desde el principio las negociaciones y los acuerdos, ver este cambio es una satisfacci¨®n enorme; para los que han arriesgado la vida (o la han perdido) tratando de llevar los acuerdos a la realidad, es una vindicaci¨®n.
El presidente actual lleg¨® al poder hace cuatro a?os sobre la desconfianza o el franco rechazo que una mayor¨ªa aparente sent¨ªa contra los acuerdos; el presidente que viene comenzar¨¢ su gobierno bajo el mandato claro de implementarlos. En este pa¨ªs que nunca se mueve, o que tantas veces ha preferido moverse hacia atr¨¢s, esto parece ser una buena noticia.
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