Estados Unidos encuentra la guerra perfecta
Washington no se puede permitir que el gran rival ruso engulla un gran pa¨ªs europeo. Ni los dem¨®cratas, ni los republicanos. Y por una vez y en consonancia con los viejos valores que unieron a EE UU y Europa frente al nazismo, aqu¨ª solo podemos estar de acuerdo
Ninguna guerra es buena, pero hay algunas en las que mantenerse lejos es peor opci¨®n que participar. Fue el caso de la Segunda Guerra Mundial, en la que la determinaci¨®n de Estados Unidos para acabar con el nazismo fue clave para la derrota de Hitler. A partir de entonces, sin embargo, la superpotencia se ha ido equivocando de guerra una y otra vez. Despu¨¦s de librar en carne propia o espolear entre bambalinas conflictos ligados a la Guerra Fr¨ªa dignos de olvidar, la memoria de los ¨²ltimos a?os tambi¨¦n nos lleva a escenarios nefastos.
La invasi¨®n de Irak es el m¨¢s claro. El falaz y abstruso intento de ligar a Sadam Husein con los atentados del 11-S rompi¨® ese pa¨ªs y gener¨® una secuencia de desastres que a¨²n estamos pagando. La de Afganist¨¢n no fue mejor. El deseo de imponer por la fuerza el modelo democr¨¢tico para extirpar en territorios lejanos los brotes de terrorismo ha chocado una y otra vez con una realidad muy distinta a la que se dise?a en los despachos de Washington. La democracia es, al fin y al cabo, el resultado de una historia, no un ¨®rgano que se pueda trasplantar en cuerpo extra?o. Por ello los fracasos se suceden una y otra vez.
A ello se suma adem¨¢s un factor crecientemente complicado: nadie quiere bajas. Ver regresar ata¨²des o veteranos de Vietnam o Irak en estado traum¨¢tico es acumular m¨¢s traumas.
La guerra de Ucrania, sin embargo, se ha convertido en territorio id¨®neo para una implicaci¨®n de EE UU en los t¨¦rminos adecuados para los nuevos est¨¢ndares. He aqu¨ª otro de los regalos colaterales de Vlad¨ªmir Putin a Occidente, como el que ha hecho a la OTAN, a la que cre¨ªa d¨¦bil y que ha fortalecido: sin poner tropas sobre el terreno, el apoyo de EE UU con artiller¨ªa, inteligencia y miles de millones de d¨®lares est¨¢ siendo clave para que Ucrania resista y hasta se permita tomar la iniciativa en lugares hasta ahora impensables, como Crimea. Mientras Rusia ten¨ªa demasiada confianza en su espionaje y en su Ej¨¦rcito en Ucrania, la inteligencia de EE UU ha sido fundamental.
Estados Unidos no se puede permitir que el gran rival ruso engulla un gran pa¨ªs europeo. Ni los dem¨®cratas, ni los republicanos. Y por una vez, y en consonancia con los viejos valores que unieron a EE UU y Europa frente al nazismo, aqu¨ª solo podemos estar de acuerdo. Las guerras no son buenas, pero las causas lo son.
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