Las cualidades de Carlos III est¨¢n por ver
La asignatura pendiente del nuevo monarca brit¨¢nico es que sepa contenerse y hacer aflorar una imagen m¨¢s emp¨¢tica
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Carlos III ¡ªnuestro Carlos III¡ª fue un rey sobresaliente en la pobretona media borb¨®nica y dej¨® un legado de modernizaci¨®n e ilustraci¨®n que empez¨® a torcerse con su hijo, Carlos IV, y que descarril¨® por completo con su nieto, Fernando VII. Buena parte de las desgracias que sufrimos siguen viniendo de ah¨ª. Conviene recordarlo para ser conscientes de que la persona, m¨¢s all¨¢ de la instituci¨®n, marca la impronta de una forma mucho m¨¢s considerable de lo que solemos creer. Si hablamos del presente, Felipe VI a¨²n puede sortear el socav¨®n final que dej¨® Juan Carlos I.
La glosa que acompa?a estos d¨ªas a Isabel II subraya su borrado en aras de una instituci¨®n centenaria donde todo est¨¢ pautado al mil¨ªmetro por encima de las personas. Pero no es as¨ª. Ella misma hered¨® la dinast¨ªa tras la abdicaci¨®n de un rey filonazi, Eduardo VIII, que prefiri¨® apearse para casarse con su amada plebeya Wallis Simpson.
Hoy es otro Carlos III quien se estrena en el tablero al heredar la corona brit¨¢nica. Y una vez m¨¢s, s¨ª, la persona marcar¨¢ la instituci¨®n. En la estupenda pel¨ªcula El discurso del rey, el protagonista tartamudo sufre para preparar su intervenci¨®n y se queja de que hasta entonces, para sus antepasados, hab¨ªa sido suficiente cabalgar con buena estampa para conectar con el pueblo. Aquel era el padre de Isabel II. Pero la radio se hab¨ªa colado en todos los hogares en unos a?os convulsos y hab¨ªa que hablar al o¨ªdo de la poblaci¨®n. ?l lo luch¨® y lo consigui¨®.
Hoy no es la radio lo que ha revolucionado el panorama para los reyes, ni la pujanza de la prensa que afect¨® a Isabel II durante la desgraciada historia de Lady Di, sino las redes sociales. La sociedad es distinta, los errores vuelan y la nueva era impone nuevas exigencias a los dirigentes. Isabel II supo adaptarse y fluir asombrosamente desde aquellos tiempos imperiales donde el Reino Unido transmit¨ªa una uniformidad como la potencia que era a un nuevo tiempo de fragmentaci¨®n, divisi¨®n, enfrentamiento y ruptura. De la era radiof¨®nica al auge de las televisiones, la prensa sensacionalista o las redes. Ella lo consigui¨®.
Aunque ya tiene una edad, las cualidades de Carlos III est¨¢n por ver. Los gestos col¨¦ricos e infantiles cuando ha querido que le aparten las plumas o cuando se ha manchado con la tinta se han viralizado en un mundo que no pasa ni una. Los despidos de sus empleados por parte de quien es millonario tampoco han sentado bien. Que sepa contenerse y hacer aflorar una imagen m¨¢s emp¨¢tica es hoy su asignatura pendiente. Porque su historia a¨²n est¨¢ por escribir.
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