Los santos tambi¨¦n van a la c¨¢rcel en Nicaragua
La desaforada persecuci¨®n del r¨¦gimen de Daniel Ortega no deja resquicios. Y tan notable es la sa?a contra los obispos y sacerdotes que no se callan como el silencio sepulcral de la conferencia episcopal del pa¨ªs
En Nicaragua, entre tantos prisioneros pol¨ªticos, hay ahora dos santos que tienen por c¨¢rcel las iglesias donde son venerados.
Se trata de san Miguel Arc¨¢ngel y san Jer¨®nimo, cuyas fiestas se celebran en Masaya en fechas vecinas, el 29 y el 30 se septiembre. San Miguel sale en procesi¨®n en su d¨ªa, y tras el recorrido triunfal por las calles no regresa a su templo, sino que pernocta en la iglesia de su par san Jer¨®nimo, para acompa?arlo a la ma?ana siguiente en su propia procesi¨®n.
San Jer¨®nimo es el patrono de la ciudad. La devoci¨®n popular de siglos lo ha transformado de doctor de la Iglesia en doctor en medicina, y tanta fama tiene de curar enfermos que es vitoreado con gritos de ¡°?Viva el doctor san Jer¨®nimo, que cura sin medicina!¡±.
La polic¨ªa ha acordonado ambos templos con tropas antimotines y cerrado las calles, previa notificaci¨®n a los curas p¨¢rrocos de que los santos quedaban prohibidos de salir de sus iglesias.
El miedo es que las procesiones, que son muestras multitudinarias de fervor religioso, con ancestrales ra¨ªces culturales, puedan transformarse en demostraciones de repudio popular, sobre todo en Masaya, reconocida por su tradici¨®n combativa.
En el barrio ind¨ªgena de Monimb¨® estall¨® la primera insurrecci¨®n contra la dictadura de Somoza en 1978, y la resistencia indomable de sus habitantes fue clave en el triunfo de la revoluci¨®n al a?o siguiente; y las barricadas se volvieron a alzar contra la nueva dictadura en 2018, d¨¢ndose el hecho ins¨®lito de que los alzados, sin m¨¢s que petardos pirot¨¦cnicos, mantuvieron a la polic¨ªa encerrada en sus cuarteles, hasta que Ortega se decidi¨® a ordenar la ¡°operaci¨®n limpieza¡± a cargo de paramilitares.
Presos pol¨ªticos san Miguel y san Jer¨®nimo, igual que el obispo de Matagalpa, monse?or Rolando ?lvarez. Tras permanecer bajo cerco policial en la curia episcopal de su di¨®cesis, finalmente asaltada, fue secuestrado y conducido a Managua, donde qued¨® prisionero en casas de familiares. Mientras tanto, tres sacerdotes, un di¨¢cono y dos seminaristas que se hallaban con ¨¦l, m¨¢s de un mes despu¨¦s de haber sido detenidos ser¨¢n ahora juzgados por terrorismo e incitaci¨®n al odio. Y decenas de cl¨¦rigos m¨¢s han huido clandestinamente al exilio, con lo que sus parroquias, descabezadas, terminar¨¢n cerr¨¢ndose.
Hay dos iconos de la resistencia contra la dictadura que han calado en la conciencia popular: monse?or Silvio B¨¢ez, obispo auxiliar de Nicaragua, obligado al exilio en Miami, despu¨¦s de que el Papa lo llam¨® a Roma bajo el pretexto de que ocupar¨ªa un cargo en la curia romana; y monse?or ?lvarez, que no temi¨® nunca enfrentarse en las calles a las fuerzas represivas, ni dej¨® de clamar desde el p¨²lpito contra la opresi¨®n. Junt¨¦ a ambos para componer el personaje de monse?or Bienvenido Ortez en mi novela Tongolele no sab¨ªa bailar, que termina en el exilio, abandonado por la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica y enga?ado por la diplomacia vaticana.
La desaforada persecuci¨®n no deja resquicios. Universidades, colegios profesionales, organizaciones civiles, medios de comunicaci¨®n. Junto con los curas, los periodistas que se atreven a ejercer de verdad su oficio, o est¨¢n presos, o se van al exilio. S¨®lo est¨¢ seguro el que calla o el que consiente. Y tan notable es la sa?a contra los obispos y sacerdotes que no se callan como el silencio sepulcral de la conferencia episcopal de Nicaragua.
Y todo esto de prohibir que los santos salgan a la calle, dej¨¢ndolos encerrados en sus iglesias, me tienta a recordar a otros personajes extravagantes de Am¨¦rica Latina, como el gobernador de Tabasco, Tom¨¢s Garrido Canabal.
En el a?o de 1925 saque¨® y clausur¨® las iglesias, hizo quemar las im¨¢genes, mand¨® a quitar las cruces de las tumbas en los cementerios; sustituy¨® las fiestas religiosas por ferias agr¨ªcolas, orden¨® cambiar los nombres de santos de las poblaciones por nombres de pr¨®ceres revolucionarios; prohibi¨® la palabra ¡°adi¨®s¡± para saludarse, y mand¨® que en cambio se usara ¡°salud¡±.
En su finca bautiz¨® a un burro como El Papa, a un toro como Dios, a una vaca como La Virgen de Guadalupe y a un cerdo como San Jos¨¦. Y cre¨® Los Camisas Rojas, una milicia privada dedica a vigilar que sus medidas se cumplieran.
¡°La m¨¢s feroz persecuci¨®n religiosa conocida en pa¨ªs alguno desde la ¨¦poca de la reina Isabel¡±, dice el novelista Graham Greene, quien tuvo en cuenta a Garrido Canabal cuando escribi¨® El poder y la gloria.
En el a?o 1926, el general Plutarco El¨ªas Calles, caudillo institucionalizado de la revoluci¨®n mexicana, hab¨ªa promulgado una ley que facultaba al Gobierno para cerrar templos, escuelas cat¨®licas y conventos, expulsar a sacerdotes extranjeros. Fue lo que dio manos libres a Garrido Canabal para imaginar, y desatar, su campa?a de represi¨®n. Y tambi¨¦n termin¨® por provocar en 1927 la guerra de los Cristeros, cuando los campesinos se alzaron al grito de ¡°?Viva Cristo Rey!¡±, bajo el estandarte de la virgen de Guadalupe.
Mientras tanto, san Miguel y san Jer¨®nimo siguen confinados en sus iglesias a puerta cerrada y tienen prohibidas las visitas, ya no se diga ser llevados en andas por las calles. La lista de cargos que se prepara contra ellos ser¨¢ igual a las de los dem¨¢s reos pol¨ªticos: subversi¨®n del orden p¨²blico y terrorismo.
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