Los beb¨¦s de mis amigos me aburren
Hay muchas formas de realizarse en la vida y todas son leg¨ªtimas: con pareja, con hijos, o sin ellos

Me llam¨® un amigo, tras tiempo sin vernos, y antes de colgar me desliz¨® una confesi¨®n de esas muy pol¨ªticamente incorrectas: ¡°No veas el aburrimiento del otro d¨ªa. Estuve en casa de unos antiguos compa?eros de la Universidad y me tuvieron tres horas haci¨¦ndole cuchic¨² al beb¨¦. Ya s¨¦ que es la persona m¨¢s importante para ellos, pero me habr¨ªa gustado tener un rato al menos para poder hablar como hac¨ªamos antes¡±. El sentido de la vida se cuela por cualquier resquicio en la treintena cuando hay muchas decisiones por tomar todav¨ªa.
As¨ª que aquella an¨¦cdota pas¨® por mis o¨ªdos con una doble lectura. Primero, la obvia a?oranza de quien se siente descolocado en la relaci¨®n con sus amigos tras el cambio a una fase nueva. Y la m¨¢s cruda, que aquel beb¨¦ inocente, babeando en la tarde de domingo, se convirti¨® en un espejo donde proyectar las propias dudas. Quiz¨¢s sea la constataci¨®n de que, en verdad, uno no va a ser padre o madre nunca e, incluso, de aceptar frente al mundo que no quiere serlo.
Y, a medida que muchos mileniales se ven llegando a la edad reproductiva, tal vez se lo encontrar¨¢n de frente. Suprimido el ideal de familia cl¨¢sica, no tener descendencia puede ser tambi¨¦n algo elegido en aras de la propia independencia o autodescubrimiento. En mi entorno ya hay amigos que ven los hijos como el fin de su libertad en este momento. Piensan como el columnista del Financial Times Janan Ganesh: ¡°Para una minor¨ªa, la autorrealizaci¨®n vendr¨¢ de los viajes, el contacto social, el cultivo mental: todo eso se ve obstruido por un cochecito en el pasillo¡±.
Ganesh se muestra extremo en su exaltaci¨®n de la identidad personal frente al colectivo, pues la descendencia no es excluyente de una vida diversa. Qu¨¦ es ser libre sino poder elegir el proyecto personal que a uno le llena. El problema es que la precariedad de muchos j¨®venes les impide escoger entre las opciones existentes. Pero otro grupo, el que podr¨¢ decidir, tampoco ser¨¢ a coste cero. Quedar¨¢n al amparo de su libre albedr¨ªo: esas alas que les hacen due?os de sus vidas para elegir camino, con el peso de ser los ¨²nicos responsables de tener o no hijos y celebrarlo o arrepentirse en el futuro.
El quid de la cuesti¨®n reside ah¨ª, en esa tendencia generacional a reflexionar tan intensamente sobre qu¨¦ le realiza a uno. Dicen que es propia de los mileniales. Hasta quienes viven de forma precaria comparten la inquietud existencial sobre si uno est¨¢ aprovechando la vida o si su pobreza se lo impide. Aunque preguntarse a diario si uno es feliz no es narcisismo. Es el signo de los tiempos, desde que se puede elegir romper con patrones m¨¢s tradicionales sin miedo.
Tal vez haya parte de cambio generacional latente. Tener hijos en los a?os sesenta era algo arraigado en la mentalidad tradicional, pese a excepciones leg¨ªtimas. En los ochenta y noventa era dif¨ªcil que mis padres no tuvieran gran cantidad de amistades que fuesen progenitores. Pero en pleno 2021, la baja natalidad (7,1¡ë) invita a la comprensi¨®n de los nuevos modos de vida de quienes no son padres, sin estigmatizar ni juzgar sus motivos. M¨¢s todav¨ªa con las dificultades para la conciliaci¨®n que todav¨ªa persisten o la necesidad de ayudas o rebajas fiscales.
As¨ª que si mi amigo sali¨® repelido de aquella escena en parte fue porque a ¨¦l ese tipo de vida familiar no le realizar¨ªa. Es la misma cara de p¨®quer que se les queda a algunas amigas cuando, en el WhatsApp conjunto, las que ya son madres nos env¨ªan fotos de sus criaturas. O, incluso, cuando imaginan lo que supone planificar una rutina alrededor de una personita que tiene que ir al colegio, lo que implicar¨ªa renunciar a su cotidianeidad m¨¢s espont¨¢nea o a su plenitud satisfecha por otras v¨ªas.
Aunque lo m¨¢s curioso de todo fue la conversaci¨®n que mantuve hace poco con otra chica del grupo, que es madre y me solt¨®: ¡°A m¨ª los hijos de otros me siguen aburriendo, no creas. S¨®lo disfruto mucho con la m¨ªa¡±. Al final, con un poco de empat¨ªa, uno acaba descubriendo que hay muchas formas de realizarse en la vida, y que todas son leg¨ªtimas: con pareja, con hijos, o sin ellos. Qui¨¦n es nadie para decidir por la felicidad de otros o qu¨¦ les aburre, siempre que pueda ser elegido.
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