La Europa desaparecida
Los principios de ¡°libertad, igualdad, educaci¨®n, optimismo y fe en el progreso¡± que Thomas Mann defendi¨® frente a los nazis deber¨ªan alimentar hoy cualquier proyecto pol¨ªtico que se enfrente a los aut¨®cratas
La II Guerra Mundial hab¨ªa terminado en 1945 con la derrota de Hitler, pero Thomas Mann no acept¨® volver a Alemania hasta 1949. La llegada de los nazis al poder lo oblig¨® a abandonar definitivamente su pa¨ªs en 1934. Estuvo primero en Suiza, y de ah¨ª salt¨® al otro lado del charco: vivi¨® en Princeton y Los ?ngeles. Regresaba despu¨¦s de muchos a?os y enseguida encontr¨® que en Fr¨¢ncfort los edificios segu¨ªan todav¨ªa medio en ruinas, con las ventanas desgajadas y los techos hundidos. Colm T¨®ib¨ªn, en su magn¨ªfico libro El mago, en el que reconstruye la historia de Thomas Mann, cuenta que se fij¨® en una vivienda en la que hab¨ªa desaparecido la fachada y dejaba a la vista cada una de las plantas. ¡°Los radiadores todav¨ªa colgaban de la pared del primer piso, como una parodia de la funci¨®n que hab¨ªan cumplido antes de la guerra¡±.
Hay dos momentos de esa visita de Thomas Mann que resultan particularmente reveladores. La Alemania a la que llegaba se encontraba partida en dos y, como le adelantaron los funcionarios estadounidenses que lo segu¨ªan estrechamente para vigilar que las ideas izquierdistas de su hermano Heinrich y de sus hijos Erika y Klaus no fueran a contaminarlo, la Guerra Fr¨ªa ya hab¨ªa empezado. As¨ª que le recomendaron que no visitara la Alemania oriental.
Poco despu¨¦s de las elecciones de 1930, en las que los nazis crecieron de manera asombrosa hasta obtener seis millones y medio de votos, Thomas Mann pronunci¨® una conferencia en la Beethovensaal de Berl¨ªn. La cultura que ¨¦l representaba entonces ¡ª¡±burguesa, cosmopolita, equilibrada, desapasionada¡±, explica T¨®ib¨ªn¡ª era la que Hitler y los suyos quer¨ªan destruir, pero todav¨ªa confiaba en que hubiera alemanes que confiaran como ¨¦l en los principios de la sociedad civilizada que, como dijo en su intervenci¨®n, eran los de ¡°libertad, igualdad, educaci¨®n, optimismo y fe en el progreso¡±. Y que despreciar¨ªan esa ¡°ola gigantesca de barbarie exc¨¦ntrica, pregones de feria primitivos y populistas¡± del nacionalsocialismo, que solo produc¨ªa ¡°gritos de aleluya y mantras de consignas monocordes que acababa con la gente echando espumarajos por la boca¡±.
Lo que Thomas Mann se encontr¨® a su regreso a Alemania, cuando los nazis hab¨ªan sido derrotados, result¨® desolador. Fue el invitado de honor de los nuevos l¨ªderes en M¨²nich a una comida en la que se olvidaron de ¨¦l ¡ªparec¨ªan los mismos de siempre¡ª y solo manifestaron inter¨¦s por los platos y las bebidas que iban sirvi¨¦ndose, en un alarde de descarnada glotoner¨ªa. Cuando fue a Weimar en la Alemania oriental, y este es el otro momento revelador, lo aclamaron por las calles, pero tuvo la impresi¨®n de que lo hac¨ªan por coacci¨®n. El mundo que nac¨ªa tras la guerra no ten¨ªa que ver con el suyo: encontr¨® unos l¨ªderes que solo pensaban en hartarse y una masa asustada de gregarios. Esa sociedad civilizada en la que confiaba hab¨ªa desaparecido. Ahora que vuelven a emerger los populismos inquieta pensar que los principios de aquella vieja Europa hubieran sido ya entonces masacrados. Ojal¨¢ que no, ojal¨¢ que aquellos principios de ¡°libertad, igualdad, educaci¨®n, optimismo y fe en el progreso¡± sigan ah¨ª como un proyecto en el que merece la pena embarcarse. De eso va el actual desaf¨ªo de la Uni¨®n Europea.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.