La situaci¨®n es peor que en la d¨¦cada de 1970
Veo semejanzas llamativas entre los a?os setenta y nuestros d¨ªas, pero probablemente lo que venga detr¨¢s no sea el neoliberalismo thatcheriano, sino algo m¨¢s represivo y autoritario
Nuestra situaci¨®n econ¨®mica y la de la d¨¦cada de 1970, con sus crisis de los precios del petr¨®leo, sus barones sindicales y sus gobernadores incompetentes al frente de los bancos centrales, son claramente diferentes.
La nuestra es peor.
Veo tres semejanzas llamativas entre los a?os setenta y nuestros d¨ªas, pero hay una diferencia crucial que inclina la balanza.
La primera semejanza, y la m¨¢s evidente, es el aumento de la inflaci¨®n tras una serie de subidas de los precios, y la manera en que los bancos centrales est¨¢n reaccionando ante ello. En Reino Unido, por ejemplo, la primera crisis del petr¨®leo de 1973 hizo que la inflaci¨®n escalara hasta el 23% en 1975. En los dos a?os siguientes, baj¨®, pero menos de lo que los economistas hab¨ªan previsto. Con la segunda crisis de los precios del petr¨®leo, que comenz¨® en 1978, la inflaci¨®n volvi¨® a subir. El Banco de Inglaterra y oros bancos centrales de todo el mundo empezaron a rebajar los tipos de inter¨¦s demasiado pronto.
Actualmente, la inflaci¨®n subyacente en Reino Unido, Estados Unidos y la zona euro se sit¨²a entre el 5,6% y el 5,8%. Los tipos b¨¢sicos en todos esos pa¨ªses est¨¢n muy por debajo del nivel de inflaci¨®n, igual que ocurr¨ªa en la d¨¦cada de 1970. Tambi¨¦n en esta ocasi¨®n los gobernadores de los bancos centrales est¨¢n enviando se?ales de que es posible que lo peor haya pasado. Andrew Bailey, gobernador del Banco de Inglaterra, lleva tiempo indicando que estamos cerca del final del ciclo de subida de tipos. Lo mismo hizo el gobernador del Banco de Francia recientemente. Eso fue m¨¢s o menos lo que ocurri¨® en los a?os setenta.
La segunda similitud es el deterioro de las finanzas p¨²blicas. Tras la frugalidad de las d¨¦cadas de 1950 y 1960, en los a?os setenta los Gobiernos empezaron a utilizar activamente la pol¨ªtica fiscal para contrarrestar las sucesivas crisis. Reino Unido pas¨® por su crisis de la deuda soberana y un rescate del Fondo Monetario Internacional en 1976. Los d¨¦ficits fiscales de Estados Unidos experimentaron una fuerte subida durante la presidencia de Jimmy Carter.
Esto es exactamente lo que los Gobiernos occidentales hicieron casi 50 a?os despu¨¦s, durante la pandemia, y de nuevo tras la invasi¨®n rusa de Ucrania. Gran parte del gasto destinado a estimular la econom¨ªa fue financiado por los bancos centrales mediante la expansi¨®n cuantitativa. Estados Unidos aprob¨® un total de cinco billones de d¨®lares en est¨ªmulos durante ese periodo. Mientras duraron los cierres, los Gobiernos de todos los pa¨ªses occidentales financiaron empresas y subvencionaros salarios. Tras la subida de los precios de la energ¨ªa, volvieron a hacerlo, ayudando a personas y empresas a pagar sus facturas energ¨¦ticas.
La pol¨ªtica fiscal moderna se rige por el principio de que hay que hacer lo que haga falta, una expresi¨®n que describe mejor que ninguna otra la mentalidad de la ¨²ltima d¨¦cada. No siempre fue as¨ª. Antes de la d¨¦cada de 1970, el mundo funcionaba fatigosamente con duras restricciones presupuestarias. Hab¨ªa cosas que, sencillamente, no se pod¨ªan hacer. Estados Unidos fue a la Luna en la d¨¦cada de 1960, pero empez¨® a descuidar sus ciudades. Cuando se nos vinieron encima una pandemia y una guerra, la vida sigui¨® como si no hubiera pasado nada.
El tercer paralelismo es un cambio de pol¨ªticas a escala mundial. Entre 1945 y principios de la d¨¦cada de 1970, el mundo occidental, m¨¢s Jap¨®n y Australia, se hab¨ªan encerrado en un sistema de tipos de cambio semifijos, en el que el d¨®lar estadounidense serv¨ªa de ancla. El sistema, conocido como Bretton Woods, garantiz¨® un largo periodo de estabilidad econ¨®mica y financiera. Pero, como todos los reg¨ªmenes de tipos de cambio, este tambi¨¦n dej¨® de funcionar, porque las econom¨ªas divergieron con los a?os.
Las transformaciones de nuestro r¨¦gimen actual no tienen que ver con los tipos de cambio, sino con las relaciones comerciales mundiales. En una columna anterior escrib¨ª sobre c¨®mo la globalizaci¨®n mundial se hab¨ªa roto en dos mitades. La geopol¨ªtica se entrometi¨®. Seguimos comerciando entre nosotros, pero desplazamos nuestro comercio y nuestras inversiones hacia los pa¨ªses a nuestro lado de la l¨ªnea divisoria. La deslocalizaci¨®n es ahora un traslado a territorio amigo.
Aqu¨ª terminan las similitudes. Lo que es diferente esta vez es que lo que vendr¨¢ a continuaci¨®n ser¨¢ menos benigno que el thatcherismo y el reaganismo que vinieron despu¨¦s de la d¨¦cada de 1970. Recuerdo que, por entonces, en mi ¨¦poca de estudiante, el radicalismo de Thatcher en particular parec¨ªa extremo. Desde la perspectiva actual no parece tan aterrador, y menos terrible de lo que podr¨ªa golpearnos ahora.
El thatcherismo formaba parte de un cambio mundial en las prioridades de la pol¨ªtica macroecon¨®mica hacia el libre mercado y la liberalizaci¨®n. Fue el resultado de un intenso debate econ¨®mico. Hoy no existe nada parecido. No hay m¨¢s que ver las absurdas prioridades en materia de pol¨ªtica econ¨®mica de los dos principales partidos de Reino Unido. El primer ministro promete reducir la inflaci¨®n, y el l¨ªder de la oposici¨®n se propone superar en crecimiento al resto de pa¨ªses industrializados del G-7. El ministro de Finanzas de Alemania quiere que la Uni¨®n Europea vuelva a las viejas normas fiscales anteriores a la pandemia. Veo la misma escasez de ideas tambi¨¦n en otros pa¨ªses europeos. El centro pol¨ªtico, ya sea de izquierdas o de derechas, no tiene m¨¢s que esl¨®ganes vac¨ªos.
Italia es el pa¨ªs que empez¨® a recorrer este camino antes y ha avanzado m¨¢s trecho que los dem¨¢s. A lo largo de los ¨²ltimos 25 a?os, los insatisfechos votantes italianos probaron partidos de centroizquierda y centroderecha, entremezclados con periodos de Gobiernos tecnocr¨¢ticos. Desde 2018, han recurrido a formaciones antisistema, como el Movimiento Cinco Estrellas de Giuseppe Grillo, la Liga de Matteo Salvini, o Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni. Esta b¨²squeda continuar¨¢ hasta que encuentren algo que los satisfaga. Podr¨ªa ser Meloni, pero dudo que sea un pol¨ªtico de centro.
Sea lo que sea lo que venga a continuaci¨®n, preveo que ser¨¢ m¨¢s represivo y autoritario, y en particular, menos supranacional. El Brexit ha sido el ejemplo m¨¢s extremo de esta ¨²ltima tendencia, pero la era de la integraci¨®n europea tambi¨¦n ha dejado atr¨¢s sus mejores momentos en otros lugares. Asimismo, preveo que las futuras mayor¨ªas pol¨ªticas sentir¨¢n menos entusiasmo por el libre mercado y por acuerdos institucionales como los bancos centrales independientes.
As¨ª que, s¨ª, probablemente nuestra ¨¦poca ser¨¢ peor que la d¨¦cada de 1970. Entonces quedaban opciones que ya no existen. Nada es seguro, pero, en mi opini¨®n, otra era de extremos es m¨¢s probable que el cuento de hadas del capitalismo que se reforma a s¨ª mismo.
Eso no es lo que hace el capitalismo.
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