Un agujero para vislumbrar al otro
El escritor boliviano Gabriel Mamani Magne se ocupa de unos j¨®venes que descubren la vida en El Alto, y destruye cualquier estereotipo sobre esa inmensa ciudad situada en el Altiplano
No se tarda mucho, sobre todo si se coge el telef¨¦rico, para llegar de la ciudad de La Paz a El Alto, o viceversa, pero por cercano que sea el trayecto en uno y en el otro lado se habitan mundos distintos. Todav¨ªa m¨¢s si la comparaci¨®n se hace entre El Alto y la gente que vive en el sur. ¡°S¨¦ que no pertenezco aqu¨ª¡±, dice el narrador de Se¨²l, S?o Paulo (Perif¨¦rica), cuando un d¨ªa se ha desplazado hasta all¨ª con su primo para dar un paseo. Se cruzan con j¨®venes que proceden de las zonas pijas de Achumani o Los Pinos y advierten en ellos ¡°un amaneramiento que parece decir soy boliviano pero no tanto¡±. Gabriel Mamani Magne narra desde El Alto, su vida est¨¢ ah¨ª, y apunta lo que los distingue. ¡°Entre ellos y nosotros¡±, dice, ¡°existen unos seis grados de diferencia, lo suficiente para definir un estado de ¨¢nimo, el tono de la voz, la elecci¨®n de un camino¡±.
Gabriel Mamani Magne naci¨® LaPaz en 1987, y Se¨²l, S?o Paulo es una novela de aprendizaje que se desarrolla en El Alto. El narrador est¨¢ descubri¨¦ndose a s¨ª mismo, se va haciendo cargo del mundo que le he tocado, y no tiene otra que ir invent¨¢ndose su futuro. No ha cumplido todav¨ªa 18 a?os, est¨¢ lleno de inseguridades como todos en esa ¨¦poca, pero no tiene complejos, y tiene el descaro propio de los m¨¢s j¨®venes, y la rebeld¨ªa, no se casa con nadie, no transige, no obedece ni se pliega, pero tampoco se ajusta al t¨ªpico modelo del contestatario, es t¨ªmido, le gusta caminar. ¡°Para qu¨¦ leer si puedo levantar la mirada, contemplar las nubes que parecen abalanzarse sobre El Alto y sorprenderme como si fuera la primera vez¡±.
La ciudad de El Alto est¨¢ situada en el Altiplano ¡ªa m¨¢s de 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar¡ª y ah¨ª corren rachas de fr¨ªo que te hielan los huesos. Tiene m¨¢s de un mill¨®n de habitantes, en sus calles se acomodan los que vienen de otras partes de Bolivia, y tambi¨¦n de fuera. Hay casas m¨ªseras y los imponentes cholets, un signo de distinci¨®n de los que se han enriquecido. El primo del narrador de Se¨²l, S?o Paulo lleg¨® de Brasil en 2013, lo que ocurre en el libro tiene lugar un a?o despu¨¦s, durante el Mundial de Brasil (el f¨²tbol est¨¢ presente todo el rato). Ha tra¨ªdo de fuera ¡°porno brasuc¡±¡± y tambi¨¦n una memoria externa con dos gigas de m¨²sica coreana. Al primo le cuesta seguir con el servicio premilitar en la Fuerza A¨¦rea, al que lo han obligado, igual que al narrador. Lo deja, anda perdido, decide dedicarse a bailar K-pop. Un amigo un poco mayor lo ayuda en su extrav¨ªo: ¡°Vos, Taysito, eres igual que nosotros: aymara¡±.
El narrador, en cambio, desconf¨ªa: ¡°siempre que alguien menciona la palabra raza o aymara intento cambiar de tema para no tener que soportar otro serm¨®n¡±, dice. Ah¨ª andan esos muchachos por El Alto, persiguiendo su primer encuentro sexual, aprendiendo de qu¨¦ va el amor, qu¨¦ significa romper con la autoridad. Vienen de familias que se fueron a probar suerte en otro pa¨ªs, o que se quedaron por falta de arrojo, ya no saben muy bien de d¨®nde son. Curran como locos, algunos viven al borde de la ley. ¡°La historia, incluso la historia reciente, nos llega como un soplido¡±, observa el narrador. No consigue tocarlos. Gabriel Mamani Magne ha abierto un agujero para que los dem¨¢s puedan ver sus desgarraduras y sus proyectos. Liquida los estereotipos, y muestra cu¨¢n diferentes son quienes pueblan ese inmenso mundo desconocido.
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