La libertad, Sancho
La crispaci¨®n ha fijado un panorama en el que nos toca elegir entre la Espa?a de los odios y las inquisiciones y la Espa?a del amor, entre la heredera de Cervantes y la de Tom¨¢s de Torquemada
Quienes llevamos a?os defendiendo la libertad democr¨¢tica para que cada persona pueda tener su propia opini¨®n sobre los hechos, nos vemos sorprendidos ahora por un debate social en el que cada persona puede consumir sus propios hechos. La informaci¨®n y la libertad de conciencia tienden a ser sustituidas por una comunicaci¨®n muy mediatizada capaz de fragmentar la realidad al gusto del consumidor y de proponer a cada instinto su versi¨®n particular. Se cambian hechos y opiniones por ocurrencias. El imperio de las redes sociales ha potenciado esta vieja llamada a la soledad que dificulta un debate colectivo y centrado en el bien com¨²n. La crispaci¨®n, la rabia, los insultos, las mentiras y la caricaturizaci¨®n del adversario son estrategias de fragmentaci¨®n. Divide y vencer¨¢s, sobre todo si luego eres capaz de reunir a los fan¨¢ticos dispersos en una ira com¨²n.
Buena parte de la estrategia reaccionaria espa?ola se ha basado en caricaturizar al presidente del Gobierno de coalici¨®n con el t¨¦rmino sanchismo. Confieso que, lector de Miguel de Cervantes, me resulta dif¨ªcil o¨ªr con antipat¨ªa y desprecio la palabra sanchismo. Don Quijote era un so?ador que buscaba la dignidad en las viejas historias de caballer¨ªa y Sancho un hombre del pueblo, acostumbrado a ver y negociar con la realidad. Una de las maravillas de la novela de Cervantes, adem¨¢s de inventar la imaginaci¨®n moderna frente a las supersticiones, fue el paulatino acuerdo entre el quijotismo y el sanchismo. Don Quijote se hizo m¨¢s sanchista y Sancho m¨¢s quijotesco.
Por eso cuando se habla de sanchismo pienso en el Gobierno de coalici¨®n, una afortunada coyuntura pol¨ªtica que ha permitido unir, bajo el mandato de Pedro S¨¢nchez, las miradas sobre la realidad de mujeres como Nadia Calvi?o y Yolanda D¨ªaz. Son dos formas de imaginar con realismo y de realizar la pol¨ªtica con imaginaci¨®n para dignificar las pensiones, el salario m¨ªnimo, los contratos laborales, la articulaci¨®n de Espa?a, el estatuto del artista, la igualdad entre hombres y mujeres y otros derechos c¨ªvicos. El pr¨®ximo Gobierno, sin duda, va a heredar una Espa?a en buena situaci¨®n, algo sorprendente en un panorama internacional conmovido por la pandemia y la guerra de Ucrania. Es un venturoso ejemplo de los resultados fruct¨ªferos que nos dieron los acuerdos, la coalici¨®n y el abrazo cervantino. Recuperar la autoridad pol¨ªtica es el ¨²nico medio de limitar las avaricias de los que buscan beneficios ego¨ªstas a costa de empobrecer a la mayor¨ªa nacional.
Estos logros han desatado la preocupaci¨®n de un pensamiento reaccionario que no asume ni los sue?os de don Quijote, ni el realismo de Sancho. Los sue?os y el realismo se hacen m¨¢s eficientes cuando se corrigen entre s¨ª. Ante tal panorama, en el Parlamento y en los debates medi¨¢ticos, la oposici¨®n ha jugado a crispar, falsificar los hechos y convertir las mentiras en obsesiones con una t¨¦cnica aprendida en las estrategias de Berlusconi, Trump, Bolsonaro y Orb¨¢n. Es lo que Giuliano da Empoli estudi¨® en Los ingenieros del caos (2020), detallando los m¨¦todos de degradaci¨®n democr¨¢tica empleados por personajes como Steve Bannon o Gianroberto Cassaleggio. Este papel lo asumi¨® en Espa?a Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, elaborando unas din¨¢micas de populismo posideol¨®gico y descr¨¦dito de la pol¨ªtica. Todos son iguales¡
La cuesti¨®n es que nuestro Rodr¨ªguez tuvo que esperar a la aparici¨®n de Isabel D¨ªaz Ayuso, porque a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar le falt¨® el desparpajo bromista de Donald Trump, un seductor capaz de conseguir el perd¨®n de sus seguidores despu¨¦s de cualquier infamia. Un personaje tan bigote y tan estirado como Aznar no fue capaz de alcanzar el perd¨®n despu¨¦s de mentir sobre ETA y los cad¨¢veres espa?oles de Atocha. Hay que ser Trump para que se perdone un asalto al Congreso o la falsificaci¨®n de un atentado tan sangriento en la propia casa. Lo que s¨ª consigui¨® Aznar fue crear escuela entre los suyos, porque contin¨²an sin pudor manipulando la memoria de las v¨ªctimas de ETA y el dolor colectivo con fines electorales. Cada vez txapotea m¨¢s su barro.
La eficacia electoral de estas mentiras nace de Italia y EE UU, pero se ha adaptado a la realidad espa?ola. A falta de bufones eficaces como Trump, Berlusconi o Beppe Grillo, la derecha espa?ola tuvo que inventarse un c¨®ctel entre las nuevas formas de degradaci¨®n democr¨¢tica, propias de las redes sociales, y la memoria de la dictadura franquista. Nost¨¢lgico del franquismo, el absolutismo identitario de Abascal ha venido a alimentar, gracias a las viejas glorias del falso nacionalismo espa?ol, las nuevas amenazas que se reparten en las redes sociales y en las declaraciones p¨²blicas. Libertad con ira para movilizar a los votantes asustados por una serie de amenazas inventadas que crean burbujas y realidades alternativas.
La fragmentaci¨®n evita un espacio p¨²blico en el que debatir los hechos. As¨ª no pasa factura la mentira, tampoco decir hoy una cosa para ma?ana decir lo contrario. A cada siervo le llega su verdad particular, aquello que necesita o¨ªr para indignarse. Este mundo es muy parad¨®jico. Los fan¨¢ticos del nacionalismo crean redes internacionales de conspiraci¨®n y los que sienten rechazo por los migrantes silencian que buena parte de la econom¨ªa espa?ola y los cuidados familiares se sostiene en la migraci¨®n. Al racismo no le interesa expulsar migrantes, sino convertir en carne barata de ca?¨®n a los que se quedan. Las supersticiones actuales convierten en verdad ¨ªntima estas paradojas creando un reparto de fanatismo ante los problemas de la vivienda, las ocupaciones, los extranjeros, los catalanes, las violaciones¡ Y todo se mezcla, porque hay migrantes que votan a los racistas por miedo a los ocupas, personas contrarias al terrorismo que odian a los que acabaron en realidad con ETA y mujeres que convierten en aliados de los violadores a los que m¨¢s trabajan contra la violencia de g¨¦nero. As¨ª est¨¢ el patio de la democracia.
En las pr¨®ximas elecciones Espa?a necesita consolidar sus avances constitucionales de 45 a?os contra dos amenazas antidemocr¨¢ticas. Por una parte, est¨¢ la extrema derecha heredera del franquismo que niega la memoria hist¨®rica a largo plazo; por otra, la borradura de la memoria a corto plazo: el imperio de la mentira, la p¨¦rdida de prestigio de la opini¨®n informada, el olvido de la educaci¨®n, olvido de las corrupciones, olvido de las pol¨ªticas que acentuaron la desigualdad, olvido de los logros que acaban de conseguirse en una ¨¦poca dif¨ªcil y la necesidad crispada de apuntarse a uno de los fragmentos que rompen el bien com¨²n.
La crispaci¨®n ha fijado un panorama en el que nos toca elegir entre la Espa?a de los odios y las inquisiciones y la Espa?a del amor, entre la heredera de Cervantes y la de Tom¨¢s de Torquemada. Ahora que empiezan a llegar noticias de censuras y prohibiciones de autores tan peligrosos como Lope de Vega o Virginia Woolf, conviene recordar la coalici¨®n literaria entre don Quijote y Sancho: ¡°La libertad, Sancho, es uno de los m¨¢s preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre¡±. Por la libertad social y la democracia resulta necesario movilizarse, volver a movilizarse. La indiferencia no es una opci¨®n c¨ªvica, sino un modo peligroso de hacerse c¨®mplices y abrirle las puertas al fanatismo.
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