Trump, como un mafioso
El expresidente ha sido acusado de formar una asociaci¨®n delictiva para falsificar los resultados electorales en Georgia
Las peripecias judiciales de Donald Trump por sus actividades ilegales como presidente de Estados Unidos no dejan de proporcionar sorpresas. En su cuarto proceso, esta vez a cargo del Estado de Georgia, un gran jurado lo considera sospechoso de encabezar una organizaci¨®n criminal para tergiversar el resultado de las elecciones presidenciales de 2020, junto a 18 personas m¨¢s, entre las que se incluyen altos funcionarios de la Casa Blanca, como su jefe de gabinete Mark Meadows, abogados como Rudy Giuliani y otros cargos republicanos de bajo nivel.
La gravedad de las imputaciones y del proceso penal abierto por la Fiscal¨ªa del condado de Fulton supera cualquiera de los otros procesos contra el expresidente, y especialmente los dos instados por el fiscal especial Jack Smith, nombrado por el departamento de Justicia. Smith quiso simplificar y dar celeridad al caso del asalto al Congreso, de forma que descart¨® a otros sospechosos, y evit¨® la complejidad de una acusaci¨®n por sedici¨®n e insurrecci¨®n, concentr¨¢ndose en la conspiraci¨®n para alterar el resultado de las elecciones y en la interferencia ilegal en la acci¨®n del Estado. La fiscal georgiana, Fani Willis, ha optado, en cambio, por acudir a la severa legislaci¨®n contra el crimen organizado, pensada precisamente para la mafia, para imputar a Trump y a los otros acusados de formar una ¡°asociaci¨®n delictiva¡± para falsificar el resultado de las urnas y anular la victoria de Joe Biden. Su acta de acusaci¨®n tiene un enorme potencial expansivo desfavorable para Trump, pues extiende los hechos delictivos a seis Estados e incluso a la certificaci¨®n electoral en el Congreso.
La fiscal quiere celebrar el juicio antes de seis meses y si lo consigue coincidir¨¢, como los otros tres casos, con la campa?a de las elecciones primarias republicanas. Aunque Trump utiliza cada nueva imputaci¨®n para recaudar fondos y alimentar la teor¨ªa de una conspiraci¨®n dem¨®crata para obstaculizar su regreso a la Casa Blanca, ser¨¢n notables sus dificultades para participar en los m¨ªtines y los debates, mientras tiene que comparecer ante cuatro jueces en Nueva York, Florida, Washington y Fulton. Cabe incluso que este ¨²ltimo procesamiento conduzca a la prisi¨®n cautelar a los acusados, con lo que el expresidente encontrar¨ªa un nuevo elemento de propaganda en su detenci¨®n. La retransmisi¨®n directa del juicio por televisi¨®n, obligatoria en Georgia, podr¨ªa incidir tambi¨¦n en la campa?a de las primarias.
Si Trump alcanza de nuevo la presidencia y es condenado en Georgia por alguno de los 13 cargos criminales que se le imputan, no le servir¨¢n los poderes presidenciales federales para autoindultarse o nombrar un fiscal af¨ªn dispuesto a tapar el caso, a diferencia de lo que puede suceder con los otros 78 cargos acumulados en los otros procesos. El gobernador de Georgia no tiene poderes para amnistiar a Trump si es declarado culpable, una decisi¨®n que solo puede tomar el Congreso del Estado una vez cumplidos cinco a?os de la condena. Y nada puede decidirse tampoco en Washington sobre la Fiscal¨ªa de Georgia.
Este proceso demuestra la vitalidad del sistema estadounidense, donde el centro federal no tiene competencia alguna sobre el funcionamiento de los poderes exclusivos de los Estados. Gracias a este sistema de distribuci¨®n del poder, este proceso contra Trump aporta mayores garant¨ªas de aplicaci¨®n de la ley, de transparencia y de rendimiento de cuentas por parte de un presidente que ha superado dos procesos de destituci¨®n parlamentaria, o impeachment, y tiene una especial facilidad para convertir sus procesos penales en plataformas de propaganda electoral.
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