?Por qu¨¦ a los fan¨¢ticos derechistas les gusta la Tierra cuadrada?
El poder y los tiranos seguir¨¢n siendo siempre vocablos tristemente masculinos. Y pensar que felicidad y justicia son vocablos femeninos
Lo cuadrado tiene esquinas, ¨¢ngulos que evocan las espadas. La violencia es siempre puntiaguda. El amor y el sexo son esf¨¦ricos. La amistad no tiene espinas. ?Y los dioses? El primero de ellos fue mujer: la diosa de la tierra y de la fecundidad. Despu¨¦s lo hicieron masculino y guerrero. Los hechiceros fueron siempre varones.
La pol¨ªtica que procede de la polis, la ciudad, y evoca convivencia, di¨¢logo y armon¨ªa, fue siempre un vocablo femenino. ?Y hoy? Hoy sigue acaparada por los hombres. Las mujeres, siempre en minor¨ªa, son a¨²n poco m¨¢s que floreros. ?Cu¨¢ntas mujeres presiden el mundo?
Me molesta que guerra, pelea, arma, bomba, p¨®lvora, traici¨®n, sean vocablos femeninos, aunque es verdad que tambi¨¦n lo es la vida.
El odio, el rencor, el olvido y el desprecio son masculinos. En la extrema derecha que crece en el mundo y se emperra en que la tierra es cuadrada, existe un no s¨¦ qu¨¦ que evoca el miedo, que es masculino. En los abismos del Holocausto nazi, el mejor compendio del infierno, destac¨® la crueldad con las mujeres cuyos hijos eran sacrificados en los hornos crematorios.
S¨ª, nazismo, fascismo, estalinismo, franquismo y un gran etc¨¦tera de locuras pol¨ªticas, fueron y son masculinos. Al rev¨¦s, la democracia es vocablo femenino, como la tierra, las ra¨ªces y las semillas que evocan felicidad.
El amor no deber¨ªa ser solo palabra masculina. ?Y por qu¨¦ la nada deber¨ªa ser femenina? El ¨¢rbol es masculino, pero las ra¨ªces que le dan vida son femeninas. ?Qu¨¦ ser¨ªamos sin ra¨ªces?
Siempre me fascin¨® c¨®mo se crea y transforma una lengua. Me intriga por ejemplo, por qu¨¦ unas palabras son masculinas en un idioma y femeninas en otro. Flor es femenino en espa?ol y masculino en italiano (il fiore), as¨ª como la miel es femenina en espa?ol y masculina en italiano (il miele)
Existe toda una literatura sobre los g¨¦neros que atraviesa subliminalmente esa frontera y que hoy est¨¢ en ebullici¨®n. ?Qu¨¦ significa en verdad masculino y femenino? ?Y el viejo lenguaje de hembra y var¨®n?
Alguien escribi¨® que estamos hechos del mismo polvo de las estrellas. Y las estrellas son femeninas. El cristianismo es masculino, pero la religi¨®n sigue siendo femenina. ?Y las ciencias? Son casi todas femeninas: f¨ªsica, qu¨ªmica, medicina, psicolog¨ªa, teolog¨ªa, filosof¨ªa, cosmolog¨ªa, literatura. Me pregunto por qu¨¦ el periodismo es masculino, ya que es el que nos cuenta la vida que es fundamentalmente femenina.
El pu?o cerrado es masculino pero la mano es femenina, al igual que la inspiraci¨®n, la ilusi¨®n, la creatividad, la fe y la esperanza. Y la naturaleza, nuestro habit¨¢culo, es femenina como lo son la inspiraci¨®n, la inteligencia, la ilusi¨®n y la creatividad.
Femeninas son las letras, las met¨¢foras, la firmeza, la sangre y la esperanza. Y la respiraci¨®n. Al rev¨¦s, el rencor, el miedo y el desamor son vocablos masculinos, mientras que la oraci¨®n, la firmeza, la sabidur¨ªa y las artes, como la escultura, la pintura, la literatura, la m¨²sica, son femeninas.
Las l¨¢grimas tienen nombre de mujer mientras que el dolor, y quienes m¨¢s lo infligen es un vocablo masculino.
Quiz¨¢ si un d¨ªa Dios volviera a ser femenino no seguir¨ªa siendo tan cruel que dejase a los ni?os morir de c¨¢ncer ni permitir¨ªa que los amos de la opulencia, que ser¨¢n siempre minor¨ªa, se apropien de las riquezas que son de todos.
Ah, el poder y los tiranos seguir¨¢n siendo siempre vocablos tristemente masculinos. Y pensar que felicidad y justicia son vocablos femeninos.
S¨ª, guste o no a los cultores del terror, la Tierra es redonda y la democracia, si no se la zampan los vientos del nuevo invierno fascista, seguir¨¢ siendo fundamentalmente femenina. Quiz¨¢ porque nadie como la mujer, a¨²n en medio a la inteligencia artificial, que curiosamente tiene nombre femenino, lleva escrito en las rayas de sus manos el alfabeto de la discriminaci¨®n y el abandono.
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