Responsabilidad de proteger
Es la mano del hombre y no la fatalidad lo que explica las dimensiones b¨ªblicas de las calamidades que sufre el Magreb
Sabemos cu¨¢nto deben las cat¨¢strofes a la mano del hombre. Un n¨²mero de v¨ªctimas tan elevado en calamidades como el terremoto del Atlas o el paso del cicl¨®n Daniel por Libia no se debe a la fatalidad. Adem¨¢s de los efectos del cambio clim¨¢tico, la precariedad de las construcciones, la ausencia de infraestructuras s¨®lidas y, sobre todo, la debilidad del Estado est¨¢n en el origen de las cifras escandalosas de fallecimientos registradas en un se¨ªsmo que ha asolado una amplia regi¨®n marroqu¨ª y, todav¨ªa m¨¢s, en la tormenta que ha destruido gran parte de la ciudad de Derna.
El Magreb es una geograf¨ªa tr¨¢gica en su integridad, desprotegida en distintos grados ante las cat¨¢strofes naturales y los desmanes que producen directamente los seres humanos. Basta recordar el balance de muerte de los recientes incendios forestales en Argelia. No es solo la fortuna la que reparte de forma desigual la desgracia, sino la variada ineptitud de sus administraciones p¨²blicas, la corrupci¨®n y el car¨¢cter autocr¨¢tico de sus gobiernos, el sombr¨ªo legado de la colonizaci¨®n y de la convulsa descolonizaci¨®n en plena Guerra Fr¨ªa, adem¨¢s de la actual inhibici¨®n o a veces el intervencionismo irresponsable de los antiguos pa¨ªses colonizadores.
Es escasa la protecci¨®n a la poblaci¨®n que ofrece el Majz¨¦n marroqu¨ª, forma feudal y teocr¨¢tica de un Estado concentrado en preservar el poder del monarca, la estabilidad interior y el pundonor exterior, hasta el punto de desechar la ayuda de Francia, antigua potencia colonial, y de Argelia, vecino y hermano con el que pugna desde las independencias. Menos todav¨ªa la Libia dividida, donde dos gobiernos bregan por la hegemon¨ªa y los beneficios del gas y del petr¨®leo, y se olvidan del servicio que deben a la poblaci¨®n. Desde 2011 dejaron de revisarse las dos presas que reventaron y sembraron la muerte en Derna. No exist¨ªa un servicio meteorol¨®gico que advirtiera de la amenaza de diluvio. A la hora del rescate, mal si hay poco gobierno, pero peor si hay dos y enfrentados en una disputa por el poder.
La responsabilidad europea en el caso libio viene duplicada por la intervenci¨®n militar promovida por Francia y el Reino Unido con permiso de Estados Unidos hace ya 12 a?os. Cuando las revueltas ¨¢rabes prendieron en Libia, consiguieron un mandato de Naciones Unidas para proteger a la poblaci¨®n, en la ¨²ltima ocasi¨®n que Rusia y China dieron luz verde con su abstenci¨®n a tal tipo de intervenci¨®n. La OTAN bombarde¨® a Gadafi hasta su derrocamiento y muerte, dejando una guerra civil entre dos gobiernos, uno de ellos, el de Jalifa Hafter, apoyado por Mosc¨² y auxiliado por las tropas de Wagner.
No pueden ahora mirar hacia otro lado quienes prendieron la chispa de la guerra civil y luego no supieron apagarla. La responsabilidad de proteger a la que entonces apelaron ahora obliga a volcarse en auxilio de la poblaci¨®n, la reconstrucci¨®n del pa¨ªs y el acogimiento de cuantos refugiados lleguen desde all¨ª a nuestras costas.
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