Mario Onaindia, un pol¨ªtico vasco adelantado a su tiempo
Paradigma de la evoluci¨®n de un sector de la izquierda ¡®abertzale¡¯ desde la lucha antifranquista hasta la defensa de la democracia, la actual Euskadi tiene poco que ver con la que le toc¨® vivir, pero mucho con aquella por la que luch¨®
Mario Onaindia pasar¨¢ a la historia como pionero en desactivar a ETA. Siendo secretario general de Euskadiko Ezkerra (EE), fue el primer pol¨ªtico en lograr el final de una rama de ETA, la pol¨ªtico-militar, tras un acuerdo de paz por presos con Juan Jos¨¦ Ros¨®n, ministro del Interior del Gobierno de la UCD. Sucedi¨® en 1982 y, pese a no arrastrar a la rama militar, los asesinatos se redujeron a la mitad y abri¨® la v¨ªa de la reinserci¨®n. Pero tambi¨¦n pasar¨¢ a la historia vasca como paradigma de la evoluci¨®n de un sector de la izquierda abertzale, comprometido con la lucha antifranquista, hasta su asunci¨®n consecuente de la democracia en una Euskadi atormentada por el terrorismo. Onaindia lo encarn¨® mejor que nadie al transitar de condenado a muerte como l¨ªder de ETA en el proceso de Burgos de 1970 a vivir amenazado por la misma sigla, tres d¨¦cadas despu¨¦s, por denunciar su totalitarismo.
Pol¨ªticamente, evolucion¨® de ETA a la direcci¨®n del socialismo vasco tras liderar Euskadiko Ezkerra, entre 1977 y 1985 ¡ªel PSE-PSOE se denomin¨® PSE-EE en Euskadi con Onaindia¡ª, dejando un legado intelectual, ins¨®lito en un pol¨ªtico, de una veintena de libros y centenares de textos sobre pol¨ªtica, historia, cine y ling¨¹¨ªstica. En su dif¨ªcil tr¨¢nsito pol¨ªtico, despleg¨® inteligencia, audacia y tolerancia. En el vig¨¦simo aniversario de su fallecimiento, a los 55 a?os, la Fundaci¨®n Mario Onaindia ha organizado unas jornadas sobre su obra.
La Euskadi actual tiene poco que ver con la que le toc¨® vivir, pero mucho por la que luch¨®: una sociedad sin violencia pol¨ªtica y menos sectaria. Su singular trayectoria marc¨® una impronta. Muchos de quienes la criticaron desde el abertzalismo han hecho un recorrido bastante similar de posiciones revolucionarias a democr¨¢ticas, pero d¨¦cadas despu¨¦s que Onaindia y sin la riqueza de su reflexi¨®n autocr¨ªtica.
Justo tras salir de la c¨¢rcel en 1977 fue elegido secretario general de EIA, embri¨®n de Euskadiko Ezkerra, cuyo n¨²cleo formaban exmilitantes de ETA-PM como ¨¦l. Tuvo la grandeza, tras ocho a?os encarcelado, de desechar el odio e implicarse en las elecciones generales de 1977 y con el Estatuto de Gernika de 1979. Su obsesi¨®n era que Euskadi, donde la Constituci¨®n de 1978 tuvo un resultado raqu¨ªtico, entre otras causas por la abstenci¨®n del PNV y el rechazo de Euskadiko Ezkerra y de Herri Batasuna, recuperara la normalidad pol¨ªtica con un amplio respaldo a la autonom¨ªa que consigui¨®. Con ella, Onaindia pretend¨ªa resolver la paradoja de que Euskadi, tras protagonizar las movilizaciones del final del franquismo, no hab¨ªa constituido ning¨²n organismo unitario, a diferencia de otros puntos de Espa?a. Ah¨ª inici¨® su distanciamiento del PNV, al que contemplaba m¨¢s preocupado por sus intereses nacionalistas que por liderar una autonom¨ªa abierta a la pluralidad vasca, heredera de la tradici¨®n republicana.
Los avances democr¨¢ticos implicaron la ruptura definitiva con ETA Militar y Herri Batasuna, embarcados en una intensa campa?a de asesinatos para desestabilizar el proceso democr¨¢tico y auton¨®mico. La racionalidad de Euskadiko Ezkerra tuvo menos respaldo electoral que el rupturismo violento de Herri Batasuna. Pes¨® la inercia, pero tampoco el Estado democr¨¢tico hab¨ªa madurado en Euskadi con la indisciplina en las Fuerzas de Seguridad del Estado y la guerra sucia.
Onaindia, atrapado entre la intolerancia nacionalista y un Estado democr¨¢ticamente d¨¦bil en Euskadi, fue un incomprendido y un adelantado a su tiempo. Derroch¨® mucha convicci¨®n para, en la etapa m¨¢s tormentosa de Euskadi, avanzar en su democratizaci¨®n con un partido de origen marxista-leninista e independentista. Dej¨® muchos jirones hasta llegar a la socialdemocracia y el federalismo. Ante la imposibilidad de unificar la izquierda abertzale, convergi¨® con el Partido Comunista de Euskadi de Roberto Lertxundi, en 1981. La unidad de la izquierda plural, el rechazo al sectarismo, fue otra de sus obsesiones, recuerda Esozi Leturiondo, su viuda.
Fue una aventura con ¨¦xitos como la disoluci¨®n de ETA-PM, en 1982, y el Pacto de Ajuria Enea, en 1988, firmado por Kepa Aulestia por EE, con la impronta de Onaindia en la unidad de los dem¨®cratas, nacionalistas y no nacionalistas, contra los totalitarios etarras, el reconocimiento de la pluralidad vasca y la fijaci¨®n de una hoja de ruta del final de ETA. Ese a?o, EE asum¨ªa la Constituci¨®n espa?ola que rechaz¨® 10 a?os antes. Cuatro a?os despu¨¦s, parte de EE se fusionaba con el PSE-PSOE.
Senador socialista entre 1993 y 2000, desarroll¨® en Madrid una intensa vida intelectual. Escribi¨® La construcci¨®n de la naci¨®n espa?ola, reivindicativa del liberalismo progresista, sin olvidar a Euskadi con su Gu¨ªa para orientarse en el laberinto vasco, y sus memorias, significativamente tituladas El aventurero cuerdo, prologadas por Patxo Unzueta. Sus reflexiones vascas fueron heterodoxas y potentes intelectualmente. Dec¨ªa al final que su vocaci¨®n era la de hispanista ingl¨¦s y solo quer¨ªa para Euskadi lo que Adolfo Su¨¢rez logr¨® para Espa?a, una transici¨®n a la democracia, como le confes¨® cuando visit¨® Euskadi en 1980. Onaindia no lo vio. Le faltaron ocho a?os. Pero otros muchos s¨ª, entre otras cosas por las pautas de inteligencia pol¨ªtica y tolerancia que marc¨®.
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