Salto cient¨ªfico de gigante
El atlas del cerebro reci¨¦n divulgado supone un enorme avance para la investigaci¨®n neurol¨®gica
El atlas del cerebro humano que hemos conocido estos d¨ªas es un ejemplo perfecto de gran ciencia, al estilo del proyecto genoma o la caza de ondas gravitacionales. Organizado por los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos (NIH), ha implicado a decenas de cient¨ªficos de diversos laboratorios, se ha publicado simult¨¢neamente en 21 papers (art¨ªculos t¨¦cnicos revisados por pares) y sus resultados se han puesto a disposici¨®n de cualquier investigador. Al igual que ocurri¨® con el genoma humano hace dos d¨¦cadas, el atlas del cerebro no es un descubrimiento, sino un cimiento para acelerar el conocimiento del ¨®rgano que nos hace humanos. Las aplicaciones para aliviar las enfermedades neurol¨®gicas vendr¨¢n m¨¢s tarde, pero se apoyar¨¢n sin duda en este mapa.
Con todo, los datos ya obtenidos dibujan un panorama asombrosamente detallado de la sede de la mente humana. Los investigadores han catalogado nada menos que 3.000 tipos celulares distintos, entre neuronas y sus c¨¦lulas ayudantes, muchos de ellos desconocidos hasta ahora. Sus t¨¦cnicas son tan avanzadas que han podido secuenciar el material gen¨¦tico activo de tres millones de c¨¦lulas, una por una.
Una primera conclusi¨®n es que hay notables diferencias en estos detalles moleculares entre unas ¨¢reas cerebrales y otras. Los distintos tipos celulares presentan correlaciones interesantes con algunas de las enfermedades neuropsiqui¨¢tricas m¨¢s comunes, como el trastorno bipolar, la esquizofrenia y la depresi¨®n. Las c¨¦lulas llamadas microgliales, que se ocupan de limpiar los desechos que generan las neuronas durante su actividad, tienen una relaci¨®n clara con el alzh¨¦imer, la enfermedad neurodegenerativa m¨¢s prevalente. El atlas ha producido ya un alud de datos que imprimir¨¢ a la investigaci¨®n neurol¨®gica un est¨ªmulo in¨¦dito.
Los mapas que se hab¨ªan construido hasta ahora se basaban en la resonancia magn¨¦tica y otras t¨¦cnicas de imagen relativamente imprecisas. De ah¨ª provienen esas fotos del cerebro en acci¨®n que ya resultan familiares, donde se ilumina una zona u otra seg¨²n qu¨¦ tarea est¨¦ ejecutando un voluntario metido en un esc¨¢ner. Por peque?a que sea una de esas estructuras iluminadas, siempre consiste en millones de neuronas activadas simult¨¢neamente. El atlas actual es el primero que tiene una precisi¨®n celular, lo que en s¨ª mismo supone un salto de gigante. El inconveniente es que estas t¨¦cnicas son inaplicables a una persona viva. Todos los datos se han obtenido de tres pacientes reci¨¦n fallecidos. El proyecto sigue ahora a?adiendo individuos para esbozar un paisaje de la variabilidad humana.
Se dijo hace 20 a?os que el genoma era como enviar un astronauta a la Luna, que lo dif¨ªcil era traerle de vuelta a la Tierra. Lo mismo vale para el atlas del cerebro. Ha producido un tesoro de informaci¨®n. Ahora debe transformarse en conocimiento.
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