La hora de argumentar la amnist¨ªa
Es necesario explicar el camino para favorecer ¡°la convivencia en Catalu?a¡± para que tambi¨¦n puedan entenderlo quienes ahora lo critican
Las negociaciones para que la investidura de Pedro S¨¢nchez salga adelante est¨¢n pr¨¢cticamente cerradas y se sostienen en una proposici¨®n de ley de amnist¨ªa que presentar¨¢n en el Congreso los grupos que la apoyan. La idea central de esta iniciativa, seg¨²n ha trascendido, es la de favorecer ¡°la convivencia democr¨¢tica en Catalu?a¡±. Es dif¨ªcil discutir el objetivo, lo que les toca ahora a los promotores de los acuerdos es defender el camino elegido para llevarlo a buen puerto. Y de eso va a ir la discusi¨®n pol¨ªtica en las pr¨®ximas semanas. El escenario est¨¢ tan cargado que cada gesto parece un pu?al, y el comprensible secretismo en el que se han desarrollado las conversaciones ha dado p¨¢bulo a consideraciones de diverso tipo sobre la ley. Estrictamente hablando, poco se sabe de su contenido, y la prudencia aconsejar¨ªa no cargar las tintas ni rasgarse las vestiduras hasta que no se conozcan los t¨¦rminos precisos de su desarrollo.
Los resultados del 23-J mostraron un pa¨ªs dividido en dos bloques, pero nada resulta tan peligroso en una democracia como dar por sentado que solo cuenta la l¨®gica del amigo/enemigo. Pedro S¨¢nchez ha tenido toda la legitimidad para buscar los apoyos que necesita para gobernar otra legislatura. Y, para obtenerlos, se ha visto obligado a revisar las posiciones de su partido sobre una cuesti¨®n tan delicada como es la de conceder medidas de gracia a quienes violentaron en Catalu?a en 2017 tanto la Constituci¨®n como el Estatut. Evitar una nueva convocatoria electoral y formar un nuevo Gobierno es una batalla que deber¨ªa librarse siempre, es el mandato de las urnas, y eso puede obligar a revisar algunos de los contenidos de los programas de los distintos partidos. No es algo que deber¨ªa llevar al esc¨¢ndalo. Lo que s¨ª es cierto es que cada paso tiene que explicarse muy bien y como parte de un proyecto de futuro que resulte convincente.
Y eso es lo que se espera ahora de quienes han estado negociando. El proyecto de esa parte de los catalanes que quieren independizarse de Espa?a viene siendo un viejo problema que no va a resolverse de una vez y para siempre, pero, como observaba Javier Pradera en una de sus columnas en septiembre de 2010, ¡°la relativizaci¨®n del conflicto exige reciprocidad: los catalanes que quieren vivir aparte de Espa?a tambi¨¦n deben conllevarse con los catalanes que desean lo contrario y con el resto de los espa?oles¡±.
Lo que se est¨¢ negociando con esa ley de amnist¨ªa es, pues, un episodio m¨¢s de una antigua tensi¨®n que podr¨ªa complicarse m¨¢s si uno de los bloques se impone sobre el otro sin argumentos ni razones. En tiempos de crisis, y este lo es, los discursos m¨¢s radicales cobran vuelo. Ocurri¨® en 1898 tras la p¨¦rdida de Cuba, como cuenta Santos Juli¨¢ en Historias de las dos Espa?as (Taurus), cuando los intelectuales catalanistas elevaron el tono para apuntar ¡°que el pensamiento catal¨¢n, previsor, positivo y realista, no pod¨ªa estar m¨¢s lejos del castellano, culmen de la imprevisi¨®n, fantasioso y charlatanesco¡±. Es verdad que es ingenuo reclamar altura de miras en un clima tan polarizado, pero lo que podr¨ªa ser desastroso ser¨ªa considerar a cuantos critiquen los acuerdos para la investidura como parte de la misma carcunda. Los matices existen y el rodillo de una fr¨¢gil mayor¨ªa es peligroso. La amnist¨ªa solo funcionar¨¢ con buenos argumentos, as¨ª que tienen la palabra los que la han acordado.
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