La reforma de Meloni
La primera ministra italiana pretende dotar de m¨¢s poder a la figura del jefe de Gobierno con un proyecto que se aleja de los est¨¢ndares europeos
Con 62 gobiernos presididos por 32 primeros ministros diferentes desde 1946, un sistema bicameral con pr¨¢cticamente iguales poderes para diputados y senadores, una representaci¨®n parlamentaria hiperfragmentada desde hace d¨¦cadas y, como resultado, una inestabilidad pol¨ªtica casi end¨¦mica, la necesidad de una reforma legal que garantice una cierta estabilidad en Italia ha sido objeto de discusiones peri¨®dicas y de iniciativas concretas que no han conseguido revertir la situaci¨®n. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, dio el visto bueno la semana pasada a un proyecto de ley que, en su opini¨®n, pretende poner orden en la gobernabilidad italiana, pero que suscita un importante rechazo en el pa¨ªs transalpino y se aleja de los est¨¢ndares europeos.
Meloni, l¨ªder del ultraderechista Hermanos de Italia, se propone modificar tres art¨ªculos de la Constituci¨®n: sobre el poder del presidente de la Rep¨²blica para disolver las c¨¢maras, sobre el nombramiento del primer ministro y sobre las mociones de censura y el voto de confianza. Su pretensi¨®n es introducir la elecci¨®n directa del primer ministro y la asignaci¨®n autom¨¢tica de la mayor¨ªa absoluta parlamentaria al partido o coalici¨®n ganador de las elecciones y establecer que en una misma legislatura ¡ªcinco a?os en la actualidad¡ª solo pueda haber dos primeros ministros como m¨¢ximo. Pretende reforzar as¨ª la figura del jefe de Gobierno y ponerlo a salvo de la amenaza de los repetidos vaivenes en la pol¨ªtica italiana, donde desavenencias entre los socios de Gobierno pueden culminar con su ca¨ªda por un voto en contra en una de las dos c¨¢maras. Sin embargo, la reforma plantea cuestiones que han provocado un justificado recelo tanto entre la clase pol¨ªtica y en la opini¨®n p¨²blica ¡ªque la rechaza en las encuestas¡ª como entre los constitucionalistas. En primer lugar, se trata de un plan alternativo a la intenci¨®n original de la l¨ªder de Hermanos de Italia de reducir el papel de la Presidencia de la Rep¨²blica ¡ªinstituci¨®n que goza de gran prestigio en el pa¨ªs gracias al notable desempe?o en el cargo de pol¨ªticos de todas las ideolog¨ªas¡ª para reforzar el del primer ministro.
Por otro lado, la asignaci¨®n autom¨¢tica del 55% de los esca?os del Parlamento al ganador de las elecciones a primer ministro puede generar situaciones nada hipot¨¦ticas en Italia: un candidato con apenas el 30% de los votos podr¨ªa obtener un cheque en blanco para gobernar sin oposici¨®n durante cinco a?os. Si dicho candidato dimitiera, el puesto lo ocupar¨ªa otra persona de su misma formaci¨®n que no necesitar¨ªa pasar por la elecci¨®n directa. Todo ello aleja la propuesta de Meloni de la mayor¨ªa de los sistemas electorales europeos, que coinciden en representar lo mejor posible la voluntad popular y garantizar el control del Ejecutivo en el Parlamento. Acabar con la inestabilidad no puede pasar por aplicar soluciones de dudosa ortodoxia. En cualquier caso, los italianos, y no la primera ministra, tendr¨¢n la ¨²ltima palabra en un refer¨¦ndum.
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