Los lectores sensibles matan la literatura
La censura de lo pol¨ªticamente correcto coarta la creatividad y promueve lo mediocre escud¨¢ndose en la defensa de unas minor¨ªas cuyos derechos ya est¨¢n protegidos
Hace dos meses, le¨ª en este mismo peri¨®dico el siguiente titular: ¡°El premio Goncourt choca con los ¡®lectores sensibles¡¯, desminadores de discursos incorrectos en la industria editorial¡±. Os confieso que quise pasar sin leerla, pero me pudo m¨¢s la curiosidad.
Y, en efecto, lo que me tem¨ªa, el fantasma de lo pol¨ªticamente correcto se hab¨ªa colado en el Goncourt, ?horror!
Os dir¨¦ de qu¨¦ estoy hablando.
Kevin Lambert, uno de los candidatos este a?o a uno de los premios m¨¢s prestigiosos de la lengua francesa, tras saber su nominaci¨®n, no tard¨® en asociarla a su uso de sensitivity readers para escribir su novela. Los lectores de sensibilidad son unas figuras que nos llegan, no podr¨ªa ser de otro modo, desde Estados Unidos ¡ªy Canad¨¢¡ª. En realidad, en el mundo anglosaj¨®n llevan a?os funcionando, y ha sido ahora al hilo del auge de la cultura woke, el Black Lives Matter, el Me Too y el transactivismo cuando han empezado a tener relevancia.
Lo pol¨ªticamente correcto, aplicado a la literatura, o sea, la censura de toda la vida, pero vista con buenos ojos porque la ampara el movimiento woke.
Personas contratadas para ese puesto, ya sea por el mismo autor o por la editorial, que deben leer, antes de su publicaci¨®n, un manuscrito en busca de posibles ofensas a minor¨ªas, raciales o sexuales, y sugerir cambios en el texto, eliminando palabras o expresiones que no est¨¦n bien vistas o que, por lo que sea, convenga evitar para hacerlo ¡°pol¨ªticamente correcto¡± y no herir sensibilidades. No confundamos con los lectores de confianza, esos que tenemos todos los autores cerca para que opinen, nos critiquen y comenten nuestro trabajo. Tampoco, que quede claro, son historiadores que te advierten de que se te ha colado una errata temporal; ni siquiera son fil¨®logos dispuestos a corregirte ortograf¨ªa y redacci¨®n. Los lectores de sensibilidad son censores de lo pol¨ªticamente correcto.
Deben pertenecer esos lectores, claro est¨¢, a una de esas minor¨ªas oprimidas que, en caso de salir mal paradas, perjudicar¨¢n las ventas. En definitiva, hemos actualizado en versi¨®n progre al censor de toda la vida, puesto que el censor franquista era ni m¨¢s ni menos que el ¡°lector de sensibilidad del fascismo¡±.
Quiz¨¢s podr¨ªamos pensar que esta nueva figura ayudar¨ªa a que se publicase una mejor literatura, pero la realidad es que el fin ¨²ltimo es vender m¨¢s ejemplares ¡ªsiempre el dinero¡ª. Su teor¨ªa comercial es que si no ofendes a nadie, tendr¨¢s m¨¢s mercado. Atr¨¢s, hace mucho que qued¨® la calidad literaria; lo que importa es la cantidad¡ de dinero que genera un libro.
No os dej¨¦is enga?ar, que lo intentar¨¢n, con que esto forma parte de la evoluci¨®n, que las sociedades cambian y mejoran o que se trata de incorporar loables valores de inclusividad y diversidad a la literatura y de combatir la xenofobia, el patriarcado o la homofobia. Esta censura de lo pol¨ªticamente correcto en la que vivimos no hace m¨¢s que matar la creatividad, defender lo mediocre escud¨¢ndose en la defensa de unas minor¨ªas cuyos derechos, obviamente, ya est¨¢n legislados en el terreno real, pero que en lo et¨¦reo, en la creaci¨®n, no deber¨ªan imponer cortapisas.
?Qu¨¦ ser¨ªa de las novelas de Bukowski, Philip Roth, Roald Dahl o Houellebecq, incluso de las de Sara Mesa, con el personaje de esa mujer que recurre al sexo para pagar un arreglo casero? ?Actuar¨ªan los animalistas contra la Caperucita de Charles Perrault por matar un lobo? ?Pasar¨ªan el filtro alguna de las protagonistas de Eva Baltasar? ?Le hubieran editado a Garc¨ªa M¨¢rquez Memoria de mis putas tristes? ?Habr¨ªa llegado a nuestras librer¨ªas el libro de Lionel Shriver Tenemos que hablar de Kevin? Ni que decir tiene que nunca hubi¨¦ramos le¨ªdo Diez negritos, de Agatha Christie; ?habr¨ªan acabado siendo Diez racializados? Bromeo, aunque de momento ya le han cambiado el t¨ªtulo: Y no qued¨® ninguno.
Estos polic¨ªas de la sensibilidad, creedme, no hacen m¨¢s que lastrar la creaci¨®n y la espontaneidad literaria. Y en cuanto puedes, las preguntas surgen a borbotones: ?acaso ser pol¨ªticamente correcto mejora una novela? ?De d¨®nde han sacado que la existencia de racismo en una novela es apolog¨ªa del racismo? ?Recortar la libertad de los autores aplicando censura puede acabar dando un buen producto literario? ?Acaso la irreverencia y la rebeld¨ªa no han sido la forma de hacer avanzar las artes? ?No nos estamos preocupando m¨¢s de no molestar y ganar dinero que de provocar?
De nuevo Orwell, en 1984, surge como visionario con su Polic¨ªa del Pensamiento, que utiliza la vigilancia y a los informantes para controlar los pensamientos de los ciudadanos. No, no quiere matarlos, tan solo quebrarlos, ¡°el control exhaustivo de todas las conductas de los individuos para que los mismos no se ¡®desv¨ªen de la norma¡±.
Aprovechemos las declaraciones de otro premio Goncourt, Nicolas Mathieu, a ver si pone un poco de sensatez a tanta tontuna con su llamamiento a los ¡°escritores y escritoras¡± a ¡°arriesgarse, sin tutela ni polic¨ªa¡±. Pues eso, amigos, defended la libertad creativa, poco m¨¢s que a?adir.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.