Algo bueno tendr¨¢ la Constituci¨®n
La mayor virtud de la Ley Fundamental es su no militancia, y hasta ahora ha resistido bien las maniobras de la derecha para convertirla en una consigna
Algo bueno tendr¨¢ la Constituci¨®n cuando a la mayor¨ªa de los espa?oles les va bien y solo le dar¨ªan una capa de barniz o una manita de pintura, seg¨²n confesaron esta semana en una encuesta. Yo tengo unos meses menos que la Constituci¨®n, somos casi quintos, y mi m¨¦dico dice que lo m¨ªo no se arregla con un par de reformitas, que necesito consensos m¨¢s ambiciosos y cambios de r¨¦gimen radicales si quiero llegar a cumplir otros tantos a?os. Qui¨¦n pillara una salud como la constitucional: hasta los partidos que nacieron contra ella se resguardan hoy en sus art¨ªculos.
Contrasta el contento aparente que la Constituci¨®n inspira casi medio siglo despu¨¦s con la matraca del r¨¦gimen del 78 y la cultura de la Transici¨®n, lugares comunes ambos, usados al tunt¨²n a derecha y a izquierda y en todas las lenguas cooficiales de Espa?a. Dec¨ªa Michi Panero que en esta vida se puede ser de todo menos co?azo, y los odiadores del esp¨ªritu constitucional han sido, sobre todo, unos pelmas que aspiraban a convencer al pa¨ªs de sus argumentos a trav¨¦s de la aced¨ªa, que es la forma filos¨®fica de llamar a la fatiga.
No les ha funcionado, como ha fracasado tambi¨¦n el intento de usarla como bandera en la trinchera. La mayor virtud de la Constituci¨®n es su no militancia, y hasta ahora ha resistido bien las maniobras de la derecha para convertirla en una consigna. Encaja mal en las pancartas por lo mismo que se hace dif¨ªcil defenderla desde la emoci¨®n, porque no tiene ¨¦pica. El documento fundacional de la democracia m¨¢s profunda, larga y pr¨®spera de la historia de Espa?a, al que debemos las mejores d¨¦cadas, es un librito farragoso y expurgado de ret¨®rica. En parte, eso le reprochan los ide¨®logos contra el r¨¦gimen del 78: su inanidad. Naci¨® de una aced¨ªa insufrible. Aquel consenso vino del miedo y del cansancio, y con esas emociones no se escriben cantares de gesta.
No es extra?o que mi generaci¨®n y las posteriores sientan que sabe a poco, como esas pastas rancias que sacan las t¨ªas del pueblo cuando vas a visitarlas. Dicen que nos las hemos comido por cortes¨ªa, pero sin hambre ni placer. Se entiende la decepci¨®n de quienes buscan la aventura en la pol¨ªtica, pero las encuestas insisten en que la mayor¨ªa de los espa?oles aprecia el sacrificio que la t¨ªa del pueblo hizo para ofrecer esas pastitas en una casa donde hay paz y los vecinos no se matan. Los h¨¦roes y los m¨¢rtires de las guerras de nuestros antepasados jam¨¢s lograron nada parecido.
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