A muerte con la p¨²blica
El Estado de bienestar se apoya en unos servicios de la Administraci¨®n fuertes y una organizaci¨®n protectora y poderosa. Resulta imperiosa la necesidad de invertir en ellos para compensar los numerosos recortes
Nuestro pa¨ªs se caracteriza por un notable aprecio de su Administraci¨®n p¨²blica y una elevada conciencia de la necesidad que de ella tenemos. Sin embargo, en las ¨²ltimas d¨¦cadas observamos una progresiva minusvaloraci¨®n de todo lo p¨²blico, situaci¨®n que deriva en el crecimiento de los servicios privados y en una menor cohesi¨®n social. Pero no podemos permitirnos asistir pasivamente a la agon¨ªa, y eventual muerte, de la p¨²blica.
Son preocupantes los fen¨®menos de divisi¨®n y desigualdad social que llevan tiempo apareciendo, alentados por sectores conservadores, que esperan ganancias en el sector privado y el adelgazamiento de lo p¨²blico en aras de una supuesta libertad individual. Me refiero a situaciones como NIMBY (not in my back yard, generalmente traducido como ¡°no en mi patio trasero¡±), protagonizadas por comunidades vecinales que desean gozar del beneficio de una pol¨ªtica p¨²blica, pero siempre que est¨¦ lejos de ellas. As¨ª, nos encontramos con oposici¨®n a la implantaci¨®n de energ¨ªas renovables (imprescindibles para afrontar el cambio clim¨¢tico) por el rechazo a la proximidad de plantas solares o parques e¨®licos; ocurre tambi¨¦n con los centros de acogida de personas sin techo, de superaci¨®n de las adicciones o de j¨®venes menores de edad no acompa?ados, y tampoco se desea convivir con espacios destinados al reciclaje de residuos, ni siquiera para instalaciones de limpieza o almacenamiento log¨ªstico.
La misma tendencia a minusvalorar lo p¨²blico afecta a las pol¨ªticas inversoras, que, con la excusa de su ineficiencia y supuesto exceso de personal funcionario ¡ªdesmentido por todos los an¨¢lisis¡ª, se han ido retrayendo durante las ¨²ltimas d¨¦cadas, pese a que durante la crisis de la covid, el Gobierno ha hecho un esfuerzo enorme por ponerlas en el centro e incluso impedir que se reviertan.
Salud y educaci¨®n son dos ejemplos fundamentales del retroceso de las pol¨ªticas p¨²blicas en sectores esenciales de nuestra sociedad. La sanidad privada sigue cogiendo impulso, increment¨¢ndose a un ritmo anual del 4% desde 2017, y lleg¨® en 2022 a registrar su m¨¢ximo hist¨®rico con m¨¢s de 12 millones de personas aseguradas. Por su parte, la mitad de los centros de salud mental en Espa?a pertenecen al sector privado. La sanitaria es una de las pol¨ªticas p¨²blicas m¨¢s sensibles, ya que nos permite vivir, e incluso morir, con dignidad.
Por su parte, los datos de la educaci¨®n privada muestran en 2022 un incremento del 27% con respecto a 2015.?Con el agravante de que esta situaci¨®n ahonda en la desigualdad social, ya que nueve de cada diez colegios p¨²blicos se hallan en zonas con un nivel de renta m¨¢s bajo, mientras que en los lugares de rentas altas los privados y concertados superan a los p¨²blicos. Estudio tras estudio reiteran la importancia de una educaci¨®n p¨²blica de calidad para lograr un Estado de bienestar igualitario y equitativo.
Entre las formas de revertir esta situaci¨®n hay algunas conocidas y otras que lo son menos. La necesidad de invertir de forma decidida para compensar los numerosos recortes es evidente e imperiosa. La obligaci¨®n de reformar la propia Administraci¨®n p¨²blica acerc¨¢ndola a la ciudadan¨ªa tambi¨¦n resulta imprescindible: comunicaci¨®n clara para ser inteligibles y no dejar a nadie atr¨¢s, procesos ¨¢giles y desburocratizados, I+D+i administrativa, emprendimiento p¨²blico, formaci¨®n y motivaci¨®n del personal funcionario, pol¨ªticas contundentes de territorialidad y proximidad¡ los retos pendientes son numerosos y deber¨ªan abordarse con rigor y pasi¨®n.
Pero queda una parte menos conocida y, por ello, menos aplicada, que consiste en reducir la desafecci¨®n de la ciudadan¨ªa con actuaciones psicosociales que impulsen a las personas a acercarse a la Administraci¨®n y asumir como propio el bien p¨²blico. Son pol¨ªticas de nudges o impulsos colectivos que se est¨¢n practicando en otros pa¨ªses con notable ¨¦xito. Las ciencias comportamentales han sido aplicadas en el Reino Unido para impulsar la pesca sostenible o aumentar la donaci¨®n de ¨®rganos; en Dinamarca, para incrementar la participaci¨®n de la juventud y aumentar la implicaci¨®n ciudadana en los impuestos; en Pa¨ªses Bajos, para reducir la basura en los espacios p¨²blicos, para controlar multitudes y para abordar el acoso callejero. En otros pa¨ªses, como Per¨² o Australia, se ha utilizado tambi¨¦n la ciencia del comportamiento para reducir las tasas de deserci¨®n escolar o para prevenir los sesgos inconscientes en las selecciones de personal, respectivamente.
Damos por hecho que los servicios p¨²blicos estar¨¢n para cuidarnos cuando los necesitemos. Nuestros hijos ir¨¢n al colegio, a la FP, incluso a la Universidad, los bomberos vendr¨¢n a rescatarnos si nos perdemos en la monta?a, la Polic¨ªa velar¨¢ por nuestra seguridad, los servicios sociales nos atender¨¢n si sufrimos alguna vulnerabilidad, los hospitales nos acoger¨¢n si tenemos una enfermedad grave y, a la hora de la muerte, nos despediremos de nuestros seres queridos con el m¨ªnimo dolor posible y el m¨¢ximo respeto. Los Estados de bienestar se apoyan y articulan sobre unos servicios p¨²blicos fuertes y una organizaci¨®n protectora y poderosa. Facilitar procesos de mejora interna y externa con todos los instrumentos disponibles es la obligaci¨®n, pero tambi¨¦n el derecho, de una Administraci¨®n p¨²blica viva, cercana y eficaz.
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