?Hay que preocuparse por Taiw¨¢n?

El resultado electoral de Taiw¨¢n este s¨¢bado puede ser relevante, preocupante para algunos, pero no peligroso. A pesar de toda la crispaci¨®n pol¨ªtica, del env¨ªo de globos esp¨ªas, de las maniobras militares amenazantes y de la desinformaci¨®n que llevan meses calentando la campa?a, ni a Pek¨ªn ni a Taip¨¦i ni a Washington, las partes con m¨¢s intereses en juego, les interesa un conflicto. Lo m¨¢s probable es que todo siga como est¨¢.

?Por qu¨¦ importa tanto Taiw¨¢n? Es una isla peque?a, m¨¢s o menos del tama?o de Pa¨ªses Bajos, pero su ubicaci¨®n en el mar del Sur de China es decisiva. En lo econ¨®mico, tiene cada vez m¨¢s peso mundial porque fabrica nueve de cada diez chips de ¨²ltima generaci¨®n. Una hipot¨¦tica reunificaci¨®n con China le dar¨ªa a Pek¨ªn el control de esa industria. Por eso, entre otras cosas, Estados Unidos ha reforzado su cooperaci¨®n militar con Taip¨¦i en los ¨²ltimos a?os, aunque siempre manteniendo lo que llaman ambig¨¹edad estrat¨¦gica: salvo alg¨²n lapsus de Joe Biden, desde 1979 Washington ni confirma, ni descarta ni desmiente si ayudar¨ªa a Taip¨¦i en caso de agresi¨®n.

A China le inquietan estas elecciones porque considera a Taiw¨¢n parte de su territorio, en el que se refugiaron los nacionalistas tras perder la guerra civil contra los comunistas. Xi Jinping recalc¨® hace unos d¨ªas que no renunciar¨¢ a la reunificaci¨®n, un mensaje que se lleva repitiendo en todos los argumentarios oficiales desde hace 70 a?os. El Partido Comunista, que nunca ha gestionado la isla, quiere que esa vuelta a ¡°una sola China¡± se haga (por las buenas, preferiblemente) antes de 2049, cuando la Rep¨²blica Popular China cumple 100 a?os. Lo ven como una misi¨®n hist¨®rica. Aseguran que, si Taiw¨¢n cruzara la l¨ªnea roja y declarase formalmente la independencia, ir¨ªan a la guerra sin importarles las consecuencias. Quiz¨¢ lo dicen con la boca peque?a: su econom¨ªa no est¨¢ para muchos trotes.

Los taiwaneses van a elegir entre tres formaciones. El partido en el Gobierno, Partido Progresista Democr¨¢tico (PPD), es el que menos le gusta a China, porque defiende la identidad taiwanesa y el anticomunismo. El Kuomintang (KMT) cree en una sola China, rechaza la declaraci¨®n de independencia unilateral y negocia con Pek¨ªn. Hay un tercero en liza con menos posibilidades: el Partido Popular de Taiw¨¢n (PPT), dirigido por un m¨¦dico y el favorito entre los j¨®venes desencantados con la pol¨ªtica tradicional.

Si este s¨¢bado gana el PPD, como pronostican muchas encuestas, seguir¨¢ en el poder una formaci¨®n que rechaza el principio de ¡°un pa¨ªs dos sistemas¡±, un irrenunciable para Pek¨ªn, y que lleva a?os tejiendo relaciones con su m¨¢ximo rival, Washington. En todo caso, el PPD no parece por la labor de declarar la independencia porque Taiw¨¢n ya la disfruta de facto. Es una isla autogobernada democr¨¢ticamente y uno de los lugares m¨¢s progresistas de Asia. Una pareja del mismo sexo puede casarse y adoptar. La gente se manifiesta por la igualdad de g¨¦nero y las leyes medioambientales. En el Parlamento hay debates inimaginables en la China continental, que en ocasiones se calientan hasta acabar a tortazos entre pol¨ªticos, con lanzamiento de globos de agua o incluso tripas de cerdo que acaban volando por los aires.

En caso de que gane la oposici¨®n, ya sea del KMT o del PPT, China respirar¨¢ m¨¢s tranquila, tendr¨¢ la sensaci¨®n de que avanza hacia una reunificaci¨®n pac¨ªfica. Pero hay otras elecciones que le alarman: las de Estados Unidos en noviembre, y la posibilidad de que surja una Administraci¨®n partidaria de romper el equilibrio hist¨®rico a favor de la independencia de Taiw¨¢n.