Irlanda del Norte y Espa?a
Una republicana del Sinn F¨¦in se convierte en primera ministra tras una estrategia de desinflamaci¨®n que ha cosechado buenos resultados
El acceso de la republicana Michelle O¡¯Neill al cargo de ministra principal de Irlanda del Norte (equivalente a la presidencia del territorio) abre nuevas expectativas para el afianzamiento de la paz. Sucede tras un acuerdo para un Ejecutivo bipartito con la derecha extrema unionista, tras boicotear esta la autonom¨ªa norirlandesa durante dos a?os para no ceder la presidencia a los herederos pol¨ªticos del IRA (Ej¨¦rcito Republicano Irland¨¦s), el Sinn F¨¦in, que gan¨® los ¨²ltimos comicios. Este ej¨¦rcito, conceptuado como terrorista o como guerrilla urbana, se enfrent¨® a los paramilitares unionistas durante 30 a?os, en los troubles (des¨®rdenes) que acabaron con la vida de 4.000 ciudadanos, entre ellos m¨¢s de 700 bajas de las fuerzas policiales y militares del Reino Unido.
Resulta tambi¨¦n llamativo que nadie relevante en la escena pol¨ªtica, salvo la prensa tabloide m¨¢s ultra, se haya escandalizado por la historia familiar de O¡¯Neill, hija de un militante del IRA varias veces encarcelado por acciones terroristas. Y que ni siquiera lo haya hecho porque la hija validara a posteriori ¡ªten¨ªa 12 a?os en 1998¡ª la lucha armada del IRA hasta el acuerdo de pacificaci¨®n ¡°porque no hab¨ªa otra opci¨®n¡±. No hay situaciones distintas que admitan comparaciones exactas. En el caso vasco es imprescindible el pleno reconocimiento del terrible error de la violencia de ETA. Pero la comparativa ratifica que las estrategias de desinflamaci¨®n suelen cosechar buenos resultados.
La normalizaci¨®n del autogobierno, convirtiendo en presidente a quien siempre estuvo excluido de la posici¨®n principal desde el Acuerdo de Viernes Santo de 1998, es una buena noticia para los ciudadanos norilandeses y para todo el Reino Unido. Abre la v¨ªa para revertir el profundo declive de la regi¨®n que se produjo desde el Brexit, del que los unionistas fueron grandes defensores. Las experiencias de Irlanda del Norte no son mec¨¢nicamente trasladables a otros lugares que hayan sufrido el fen¨®meno terrorista, como el del Pa¨ªs Vasco (el de ETA, que asesin¨® a 850 personas) o el totalmente ficcionado o hipot¨¦tico de Catalu?a (el proc¨¦s fue pac¨ªfico y solo despu¨¦s de ¨¦l hubo un fallecimiento colateral por infarto, en 2019). Pero s¨ª pueden ilustrar buenas pr¨¢cticas (y menos buenas) y servir de contrapunto.
El proceso de paz de Irlanda del Norte fue complejo: participaron cinco protagonistas (unionistas, el Sinn F¨¦in, el Partido Socialdem¨®crata y Laborista, Londres y Dubl¨ªn), y la negociaci¨®n no solo cont¨® con un mediador externo, sino con un facilitador de mayor empaque presidiendo la negociaci¨®n, el exsenador dem¨®crata estadounidense George Mitchell. Acab¨® en dos protocolos: un convenio interno y un tratado internacional. Y la historia del proceso ha registrado m¨²ltiples vaivenes. Cuatro veces se suspendi¨® la autonom¨ªa (mediante un instrumento similar al art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n espa?ola). El an¨¢lisis, tanto de las m¨²ltiples diferencias del caso como sus analog¨ªas tangibles, puede resultar ¨²til.
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