Europa recela de las armas
De nada sirven las mejores intenciones si Putin persevera en la violencia, y la amenaza nuclear, para doblegar a Ucrania
En los primeros meses de 2023 ya hubo reticencias en la opini¨®n p¨²blica europea a prop¨®sito del env¨ªo de carros de combate Leopard a Ucrania. Los hab¨ªa pedido Zelenski porque los consideraba imprescindibles para iniciar una ofensiva que le permitiera reconquistar parte del territorio perdido. Una encuesta de diciembre de 2022 de la Agencia de Noticias DPA revel¨® que un 45% de los alemanes estaba en contra de esa iniciativa y que solo la apoyaba un 33%, aun cuando el 52% consideraba que la diplomacia no iba a resolver el horror de la guerra. El debate fue enconado, pero finalmente varios gobiernos occidentales respondieron a la petici¨®n de Kiev y se comprometieron a reforzar sus fuerzas con alrededor de 130 tanques. Los analistas consideraron ya entonces que solo con los Leopard no se lograr¨ªa un cambio relevante en el campo de batalla, y calculaban que para que una ofensiva pudiera funcionar Ucrania necesitaba como m¨ªnimo unos 300, y todos disponibles al mismo tiempo junto a otro tipo de armamento pesado y abundante munici¨®n. Hoy ya se sabe que aquello no funcion¨® y que Putin tiene ahora la iniciativa y ha recuperado terreno.
No es posible librar una guerra, y menos ganarla, sin armas. El pasado est¨¢ lleno de ejemplos y, aunque las circunstancias hayan sido siempre diferentes a las que vive hoy Ucrania, hay momentos en la historia que muestran cu¨¢n necesario resulta tener recursos para poder defenderse. En noviembre de 1936 las tropas franquistas hab¨ªan llegado a las afueras de Madrid y se dispon¨ªan a conquistar la capital para derrotar definitivamente a un Gobierno salido de las urnas. La situaci¨®n era tan delicada que el propio Ejecutivo abandon¨® la ciudad y se dirigi¨® a Valencia. Las democracias occidentales se hab¨ªan desentendido desde muy pronto de la Rep¨²blica a trav¨¦s de un Comit¨¦ de No Intervenci¨®n que, sin embargo, permit¨ªa que la Alemania nazi y la Italia fascista siguieran ayudando a los militares golpistas. El caso es que, justo en esos d¨ªas, llegaron los primeros aviones que las autoridades republicanas hab¨ªan comprado a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, as¨ª que hubo margen para resistir en las alturas el ataque enemigo. Las fuerzas del ej¨¦rcito leal y las milicias se batieron mientras tanto en tierra y lograron que Madrid no cayera. La llegada de las Brigadas Internacionales supusieron tambi¨¦n un est¨ªmulo a?adido para frenar a un enemigo mejor pertrechado.
Es evidente que la diplomacia tiene que batallar para encontrar una salida a la guerra en Ucrania, y son tambi¨¦n relevantes las sanciones econ¨®micas que la Uni¨®n Europea y Estados Unidos han puesto en marcha para debilitar a Mosc¨². Pero todo esto se ha visto, por desgracia, que resulta insuficiente. De nada sirven las mejores intenciones si Putin ha decidido utilizar la violencia ¡ªy la amenaza nuclear¡ª para ganar posiciones y recuperar el empuje de lo que alguna vez fue el imperio sovi¨¦tico y, antes, el imperio zarista.
La presidenta de la Comisi¨®n, Ursula von der Leyen, ha recurrido a una alambicada f¨®rmula para decir que ya nada es como antes. ¡°La amenaza de guerra puede no ser inminente, pero no es imposible¡±, ha dicho. A las opiniones p¨²blicas, que han entendido que sin la paz nunca se hubieran podido construir los Estados de bienestar de la actual Europa, nada les puede sonar peor que en sus pa¨ªses crezcan los gastos militares. Pero qu¨¦ otra alternativa existe si el enemigo no atiende a razones y sigue avanzando.
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