Muri¨® quien acab¨® con la guillotina
Robert Badinter fue mucho m¨¢s que un abolicionista de la pena de muerte y traz¨® una ruta de c¨®mo pueden -y, acaso, deben- desenvolverse las relaciones entre Europa y Am¨¦rica Latina en materia de democracia y derechos humanos
Falleci¨® Robert Badinter en Francia el mes pasado.
Se han hecho menciones justas y correctas sobre el gran jurista franc¨¦s Robert Badinter y su fant¨¢stica trayectoria como impulsor de valores fundamentales. Sin embargo, la verdad es que, hasta el momento, el mundo no ha expresado, con suficiente contundencia, el homenaje y reconocimiento que Badinter merece. Como persona, jurista y promotor inagotable de valores democr¨¢ticos.
Y no solo en Francia.
Acaso influye la coincidencia de que el fallecimiento de Badinter se da en medio del desdibujado ordenamiento regional vigente en Europa y a nivel global. Dentro de ¨¦l se debilita la tolerancia, el respeto por la vida y muchos otros valores democr¨¢ticos. Valores por los que persistentemente breg¨® Badinter, adversario persistente de la intolerancia y de las l¨®gicas autoritarias.
La vida de Badinter fue la de un gran dem¨®crata, jurista y promotor activo de los derechos humanos. Tanto en su pa¨ªs como en el resto del mundo. Debiera servir como ejemplo de c¨®mo en las instituciones jur¨ªdicas y pol¨ªticas fundamentales ciertos liderazgos promotores de valores fundamentales permiten a esas instituciones y sus respectivas sociedades salir de c¨ªrculos viciosos de intolerancia o cerraz¨®n.
?Adi¨®s, madame guillotine!
Robert Badinter estuvo abierto siempre a nuevos retos, a informarse de lo que pasaba en el mundo. Empezando, por cierto, por su propio pa¨ªs. Fue inicialmente criticado por haber defendido causas que iban en contra de lo que dec¨ªan las encuestas o ¡°de la corriente¡±; como, por ejemplo, la abolici¨®n de la pena de muerte en Francia, la cual Badinter no tuvo miedo de impulsar por razones de principio. Por ello Badinter se gan¨® la justa reputaci¨®n de ¡°autoridad moral¡± en materia de derechos fundamentales. Entre otras razones, porque la pena de muerte, primero, carec¨ªa del efecto disuasivo de posibles cr¨ªmenes futuros (que los promotores de la pena capital magnificaban). Y, segundo, porque su aplicaci¨®n en casos concretos pod¨ªa derivar de serios errores humanos en las etapas de investigaci¨®n y juzgamiento. Ejecutando, as¨ª, a inocentes.
Las cosas no pod¨ªan quedar all¨ª. Ni quedaron all¨ª. Como ministro de Justicia del presidente Fran?ois Mitterrand, Robert Badinter, llev¨® al Parlamento en 1981 el texto del proyecto de ley para abolir la pena capital para lo cual se usaba la guillotina. La guillotina como m¨¦todo de ejecuci¨®n naci¨® con la revoluci¨®n francesa a propuesta de un cirujano y diputado en la Asamblea Nacional, Joseph Ignace Guillotin. La recomend¨® para evitar ¡°sufrimientos in¨²tiles¡± a los condenados a muerte.
Sab¨ªan Badinter y Mitterand que la opini¨®n p¨²blica estaba mayoritariamente en favor de mantenerla. Pero se trataba de un asunto de principios. Y as¨ª lo entendi¨®, el legislativo que aboli¨® la pena de muerte y jubil¨® -forever- a la ¡°Madame Guillotine¡± que ya llevaba casi 200 a?os de ¡°actividad¡±.
Los derechos: m¨¢s all¨¢ de las fronteras
M¨¢s conocido por su papel como jurista y pol¨ªtico franc¨¦s que como internacionalista, esa percepci¨®n restrictiva, sin embargo, no traduce con justicia la esencia de lo que fue Robert Badinter. Fue mucho m¨¢s que un abolicionista de la pena de muerte y traz¨® una ruta de c¨®mo pueden -y, acaso, deben- desenvolverse las relaciones entre Europa y Am¨¦rica Latina en materia de democracia y derechos humanos.
Tuve el privilegio de conocerlo bastante cuando me tocaba desempe?arme como presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En ese contexto sostuvimos di¨¢logos sustantivos en los que me enriqueci¨® con su sagacidad, sabidur¨ªa y protecci¨®n pol¨ªtica.
En estas conversaciones que tuvimos sobre los derechos fundamentales en el mundo, sobre lo que pasaba en Am¨¦rica Latina y sobre el impacto de las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, era notable su af¨¢n de producir un di¨¢logo efectivo. Realmente. Sin asumir -?jam¨¢s!- una actitud condescendiente o paternalista.
Al rev¨¦s, primaba su af¨¢n de saber m¨¢s sobre qu¨¦ estaba realmente pasando en Am¨¦rica Latina. Y, dentro de ello, c¨®mo influ¨ªa -o no- en la din¨¢mica real de las cosas un tribunal internacional como la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Es decir, la gran cuesti¨®n del derecho como herramienta real de construcci¨®n de un mundo m¨¢s justo, igualitario y respetuoso de los derechos.
Am¨¦rica Latina en Francia: por todo lo alto
Qued¨® tan fascinado Badinter con escuchar y saber sobre lo que estaba pasando en la regi¨®n latinoamericana que quiso que en ciertos espacios institucionales claves de Francia se conociera la experiencia viva de Am¨¦rica Latina en el campo de la afirmaci¨®n de los derechos fundamentales.
Decidi¨® invitarme a una sesi¨®n solemne en el Consejo de Estado franc¨¦s y la que concurrir¨ªa, tambi¨¦n, el presidente de la Corte Europea de Derechos Humanos. No se trataba de darle ¡°lecciones¡± a Am¨¦rica Latina a trav¨¦s de su Corte Interamericana. Sino de promover y llevar a cabo un di¨¢logo efectivo y de alto nivel. Que ten¨ªa, de por medio, los temas sustantivos que se trataron y, por cierto, el nivel de las instituciones y personalidades participantes.
Todo gracias al impulso y habilidad del gran Robert Badinter en sesi¨®n y conferencia que se llev¨® cabo nada menos que en la sede del Conseil d¡¯?tat (Consejo de Estado) dentro del Palais Royal. Edificio lleno de historia; cerca del jard¨ªn donde el joven Camille Desmoulins areng¨® a la multitud, dos d¨ªas antes del 14 de julio, provocando as¨ª la chispa revolucionaria que puso a la cabeza de la agenda de Francia la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Sesi¨®n solemne esa, cierto. Pero no formalista ni ¡°acartonada¡±. Pues fue, a la vez, espacio lleno de entusiasmo y de participaci¨®n sustantiva de los m¨¢s grandes juristas de Francia. Espacio que, adem¨¢s, ten¨ªa especial relevancia y simbolismo al efectuarse en el Consejo de Estado franc¨¦s y con sus integrantes.
Al ser ¨®rgano consultivo del gobierno franc¨¦s y m¨¢xima instancia de la jurisdicci¨®n administrativa, el Consejo de Estado tiene encomendadas funciones similares a las de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Por ejemplo, las competencias consultivas y reparadoras para las v¨ªctimas de violaciones de los derechos humanos, funciones que le asigna a la Corte Interamericana la Convenci¨®n Americana sobre Derechos Humanos.
¡°Hacer la justicia m¨¢s humana¡±
¡°Trat¨¦ de transformar la Justicia, hacerla m¨¢s humana¡±, dijo Badinter en noviembre de 2023 en una entrevista en el programa La Grande Libraire. Con certeza y sin duda alguna dir¨ªa que s¨ª. Badinter tuvo ¨¦xito en esa perspectiva.
Y me toc¨® el privilegio de verlo ¡°en acci¨®n¡±. Y ver como impulsaba la conexi¨®n entre Europa y Am¨¦rica Latina como el espacio para un di¨¢logo posible y necesario. Y no como la imposici¨®n de valores y criterios de unos -Europa- sobre los otros (Am¨¦rica Latina).
? Salutations ma?tre Badinter!
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