Kate en un mundo sin piedad
Las especulaciones sobre la desaparici¨®n de la escena p¨²blica de Middleton son un paradigma de c¨®mo medios y redes se retroalimentan para esas teor¨ªas conspiranoicas de las que nos quejamos
No hace falta declarar que se es o no mon¨¢rquica, ni tan siquiera participar de la preocupaci¨®n por el futuro de la realeza brit¨¢nica; no es necesario comenzar diciendo que en el temible rumor b¨¦lico que sacude al mundo poco intervendr¨¢ la salud de una princesa; sin embargo, la manera en que se ha especulado sobre la desaparici¨®n de la escena p¨²blica de Kate Middleton se ha convertido en paradigma de c¨®mo medios de comunicaci¨®n y redes en las que participa el creativo pueblo soberano se retroalimentan para provocar esas teor¨ªas conspiranoicas de las que luego tanto nos quejamos. Una mujer, se da el caso de que es princesa, es sometida a una cirug¨ªa abdominal y tras ella guarda silencio durante dos meses. Por mucho que desde la instituci¨®n a la que pertenece se haya manejado con torpeza la comunicaci¨®n de su salud, cualquier mente sensata y poco dada a las fantas¨ªas m¨®rbidas pod¨ªa deducir que la recuperaci¨®n estaba siendo lenta o que algo se hab¨ªa complicado en el proceso. Pero esa deducci¨®n no da likes ni clics, y la avidez por atraer lectores a tu perfil o a tu medio fomenta todo tipo de fant¨¢sticas teor¨ªas. En realidad, dicen, se trata de una crisis matrimonial provocada por una infidelidad del pr¨ªncipe Guillermo y para certificarla se da a conocer la identidad de la amante, se la persigue y la dama en cuesti¨®n tiene que defenderse del acoso. Otra hip¨®tesis desvela que Kate tiene una doble, es un rumor que nace en las redes, pero que replican las revistas del coraz¨®n, en ellas se informa hasta de la mensualidad que recibe la doble por reemplazar a una princesa harta de la exposici¨®n p¨²blica. Fundadas teor¨ªas van m¨¢s all¨¢ y muestran pruebas, un poco al estilo de los testimonios ufol¨®gicos, que demuestran que la princesa ha muerto y que por alguna raz¨®n que se nos escapa se est¨¢ dilatando el momento de hacer p¨²blica la noticia; otros sostienen que Middleton est¨¢ perturbada hasta tal extremo que no pueden ni ense?arla en una foto. Aunque parezca incre¨ªble, la idea de una princesa trastornada a la que encierran en la torre m¨¢s alta del palacio resuena en la imaginaci¨®n de los brit¨¢nicos, tanto por el tr¨¢gico destino de alguna reina convertida en leyenda como por el g¨®tico que desplegaron novelas como Jane Eyre. Mujeres locas bajo un candado de silencio. Un terror no sin base real. Hay, en este fango, otras explicaciones m¨¢s banales, son esas que suelen ofrecer los que se erigen como expertos o expertas en monarqu¨ªas y casi resultan m¨¢s irritantes que las teor¨ªas fantasmag¨®ricas: dicen los especialistas en cosas de palacio que Guillermo y Kate son una pareja de fr¨ªvolos que detestan las obligaciones que su puesto acarrea. Ay, cu¨¢nto vamos a echar de menos a la reina Isabel, a?aden. Y todo eso acompa?ado de bromas y memes, otro festival del humor. La imaginaci¨®n popular se dispara y se crean montajes delirantes sobre el desafortunado montaje fotogr¨¢fico de la madre con sus tres ni?os. Visto ahora, desvelada la verdad, provoca compasi¨®n m¨¢s que cualquier otra cosa.
Pero es la compasi¨®n lo que se ha perdido, o la piedad, palabra denostada por una sociedad virtual que no la concibe cuando escupe su opini¨®n. Ahora ser¨¢ f¨¢cil echarle toda la culpa al gabinete de comunicaci¨®n mon¨¢rquico para no reconocer la crueldad propia. Los miles de palabras innecesarias que se vertieron sobre este asunto se ir¨¢n por el sumidero y ninguno de estos opinadores de pacotilla que son expertos de no se sabe qu¨¦ reconocer¨¢n que suelen hablar sin tener ni puta idea, que agrandan y alargan los temas para sacar tajada. Unos lo hacen desde el salseo sin complejos y otras revisti¨¦ndose de conocedoras de la cosa mon¨¢rquica. Eso s¨ª, el D¨ªa Mundial contra el C¨¢ncer sacar¨¢n su lacito, puede que incluso tengan la bondad de pon¨¦rselo del color que corresponda a la enferma y, si cabe la posibilidad de convertirla en m¨¢rtir, como a Lady Di, contribuir¨¢n a su leyenda.
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